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Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.

'Hierro': Candela Peña se enfrenta al aislamiento y la hostilidad para resolver un asesinato

Candela Peña y Darío Grandinetti protaonizan 'Hierro'.

Belén Gómez

En Chinatown, a Jack Gittes (Jack Nicholson) le rompían la nariz por meterla donde no le llamaban. En La isla mínima, las enigmáticas marismas del Guadalquivir enmarcaban las desventuras de dos policías incapaces de fundirse con su entorno, y de dejar de parecer forasteros observados con suspicacia por los lugareños. Unas reacciones similares a las que despierta la jueza Candela Montes (Candela Peña) a su llegada a la isla de El Hierro, donde acaba de producirse un asesinato.

El Hierro es la isla más remota del archipiélago canario, y su adscripción a la provincia de Santa Cruz de Tenerife no ha impedido que en ella se haya criado una población con sus propias reglas, tradiciones y códigos. Una población donde Díaz (Darío Grandinetti) ha sabido más o menos echar raíces para conseguir poner en pie un negocio no demasiado lícito pero que, tras el asesinato que empuja a Candela sobre sus pasos, empieza a tambalearse.

Hierro, serie desarrollada por los hermanos Jorge (director) y Pepe Coira (creador), da inicio como tantas otras formidables intrigas policíacas: con el hallazgo de un cadáver. En este caso, el de Fran (Alex Zacharias), que ese mismo día se iba a casar con Pilar (Kimberly Tell), la hija de Díaz. Algo que no sólo conduce al llanto desgarrador de una hija caprichosa y malcriada por su padre, sino a que el dudoso cariz de las actividades de este pasen a primer plano.

A diferencia de otros thrillers ambientados en entornos de marcadas particularidades, encabezados por peces fuera del agua como lo serían Candela o el propio Díaz, Hierro no fundamenta su narrativa en infartantes giros de guion o revelaciones constantes. Al contrario, sabe poner desde el principio el foco en los personajes, y extraer a partir de sus interacciones la inquietud del espectador.

Es lo que sucede cuando colocas a dos individuos tan dispares como Díaz y Candela al frente, pero por separado, de la investigación. Díaz es un tipo frío, acostumbrado tanto a la violencia como a los atajos, y sus motivos para descubrir al asesino de Fran responden a una cuestión de supervivencia más que a un empeño por que la verdad salga a la luz.

Candela por su parte es insolente, inquisitiva, y su férrea moral incomoda tanto a la gente de la isla como a sus superiores, que por cierto fueron los mismos que la mandaron a El Hierro en una suerte de exilio. No está, desde luego, asociada con Díaz, pero sí se arrepiente de haber descartado su culpabilidad al poco del inicio de Hierro, y es inevitable que en algún punto su camino se vuelva a cruzar con el de él.

Todo mientras las gentes del lugar les observa, les juzga, e insiste en que no son bienvenidos.

“Sé lo que es llegar a la isla y no caerle bien a nadie”

Hierro es un proyecto levantado gracias a muchas y variopintas manos. Al frente están dos veteranos del medio como suponen los hermanos Coira (habiendo estado Pepe a cargo de episodios de El comisario, Pelotas o la película El año de la garrapata y haciendo lo propio Jorge en Sé quién eres o Piratas), pero ha podido financiarse con recursos internacionales, no sólo a partir de Movistar+ y la gallega Portocabo, sino también gracias a la prestigiosa cadena de televisión ARTE y a la productora francesa Atlantique Productions.

Sorprende, por tanto, que una producción de carácter tan idiosincrásico como Hierro haya recabado la atención de estas empresas, invirtiendo en una ficción que ha sido rodada íntegramente en la isla cuyo nombre titula la serie. No sólo siendo esta, además, la que prestara sus escenarios y espectaculares parajes, sino también permitiendo que la población autóctona interviniera en el rodaje.

Hierro supone una serie muy distintiva en nuestra producción patria por darse el caso que, de la totalidad de su reparto, sólo hay tres actores que no proceden de las islas Canarias. Darío Grandinetti, Candela Peña y Juan Carlos Vellido (que interpreta al policía Morata) son estos únicos intérpretes, rodeados de un reparto en el que despuntan rostros como Saulo Trujillo (encarnando a Daniel, mejor amigo de la víctima), Kimberly Tell (como la hija de Díaz), o Yaiza Guimaré (como su esposa).

Y también, claro, está Antonia San Juan. Esta veterana actriz de Las Palmas de Gran Canaria encuentra a lo largo de Hierro un papel realmente jugoso en Samir, socia de Díaz al cargo del narcotráfico de la isla a quien, por supuesto, no acaba de gustarle la repentina atención que este ha concentrado por parte de las autoridades.

La serie de los hermanos Coira cuenta con todos estos personajes para jugar a la vez que propone una inmersión en la cotidianidad de la isla, retratando con fidelidad las costumbres y tradiciones de su pequeña comunidad al tiempo que le obliga a digerir una tragedia que los toca a todos de cerca. También, durante la descripción de estos detalles, Hierro consigue perfilar uno de sus elementos más interesantes: el aislamiento de sus protagonistas.

El día a día de el Hierro y sus habitantes condiciona la trama de la serie al tiempo que causa una virulenta reacción en sus personajes protagonistas. Tanto Candela como Díaz ansían descubrir quién ha matado a Fran, pero las circunstancias que los rodean no se lo ponen fácil, y el particular ritmo de Hierro va hundiéndoles poco a poco en una desazón vital de la que, rodeados de mar y desconocidos, no parece haber escapatoria.

Morata, llegado el momento, resume la situación admirablemente: “En esta isla quien no es pariente es vecino, quien no es vecino es amigo, y quien no es amigo es enemigo”. Una frase que marca la narrativa de Hierro y sintetiza la situación de sus protagonistas: rodeados de multitud de gente, pero solos, al fin y al cabo, y con un asesinato que resolver.

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