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Nuestras 10 obras de 2015: volvió la sonrisa (aunque fuera agridulce)

Alberto San Juan, Luis Bermejo y Willy Toledo// Foto: Armando Vázquez

Paula Corroto

Después de unos años en los que apenas había risa en el teatro, por fin en 2015 hemos dejado salir a la carcajada, aunque haya sido con una sensación un poco agridulce. Probablemente porque el espectador no podía más. Ni con lo que veía a su alrededor ni dentro de los teatros. Dramaturgos, directores, actores han hecho regresar la comicidad, que usualmente también lleva aparejada algo de tristeza. Pero ese es quizá el estado de ánimo de este país y, aunque se redunde en el tópico, el teatro suele ser una de las mejores radiografías. Así que, bienvenidos al drama, pero con muchas risas de fondo (y no enlatadas).

Los escenarios han asumido que no está mal mirarnos a nosotros mismos para luego poder pedirnos cuentas. De ahí que varios de los montajes que creemos que son de lo mejor del año –y luego cada cual que haga su lista- se hayan detenido en nuestra historia más reciente y nuestra idiosincrasia. Desde el papel de la monarquía juancarlista, las tradiciones, la guerra civil y sus víctimas hasta el significado que aún tiene la banda terrorista ETA. Y todo ello con nombres y apellidos reales, nada de montajes en abstracto que para eso estamos también en pleno éxito del llamado teatro documental. Y, por supuesto, también ha habido espacio para el amor, que nunca está de más y esta vez lo hemos podido degustar con dos montajes excelentes. No obstante, todavía quedan rémoras de la travesía del desierto: los escenarios aún están casi desnudos, poco atrezzo y pocos actores. Síntomas de una política cultural que ha dejado muchos mordiscos.

'El rey', de Alberto San Juan. Estrenada el 5 de noviembre en el Teatro del Barrio

Divertida, entretenida y mordaz. Esta obra, que recupera el mejor tono de la época de la compañía Animalario, se ha ganado por méritos propios estar en este palmarés. Un repaso a la vida del rey Juan Carlos desde que es tomado como pupilo por el franquismo hasta que su abdicación. Y no se ahorra ningún dardo. Eso sí, todos amparados en el humor más ácido. Escrita por Alberto San Juan, tanto él como el resto de los actores, Willy Toledo y Luis Bermejo, lucen con fuerza cuando interpretan a los múltiples personajes que han acompañado la vida política y personal de Juan Carlos. Una obra en la que apenas tres actores, tres sillas, una mesa y un colchón consiguen recrear nuestra historia más reciente. No es de extrañar que hayan llenado todos los días. Por eso continúa en este 2016.

'La mirada del otro', de la compañía Proyecto 43-2. Fue estrenada el 7 de mayo en la sala Cuarta Pared

Este montaje es probablemente uno de los que mejor ha abordado el conflicto etarra y su relación con las víctimas. El tema era peliagudo: un retrato de la famosa vía Nanclares, los encuentros que se propiciaron por parte del Gobierno de Zapatero entre presos disidentes y los familiares de los asesinados por la banda. Asunto espinoso que, sin embargo, este texto aborda con sensibilidad, entereza y que se apoya mucho más en el conflicto humano que en el político. La obra, que también es escueta en su montaje (tres actores, una mesa, dos sillas), tuvo un éxito arrollador en la sala Cuarta Pared y fue después reestrenada en el Teatro del Barrio con el mismo nivel de aplausos. Por mucho que la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) no quisiera verla.

'La piedra oscura', de Alberto Conejero. Estrenada el 14 enero en el teatro María Guerrero

La memoria histórica también ha tenido su espacio en este año teatral y una de las obras que mejor ha abordado la temática –además de la lectura El pan y la sal sobre el famoso juicio a Baltasar Garzón por sus investigaciones de desaparecidos- es esta del joven dramaturgo Alberto Conejero. La propuesta ya de por sí era algo diferente: el diálogo que se establece durante la Guerra Civil en una cárcel del norte entre un preso republicano, a la postre amante de Federico García Lorca, y un chico, poco más que adolescente, que milita en el ejército franquista. Dos actores y un camastro que conseguían hacer del conflicto algo más humano como son las relaciones de empatía que pueden surgir entre dos personas que políticamente están en universos muy alejados. Quizá con un punto algo lacrimógeno en su final que hacía bajar tímidamente su nivel, la obra se sale del choque de frentes, aunque sin obviar las responsabilidades que tuvieron los franquistas para desencadenar aquella guerra. Se estrenó en enero en el CDN y volvió con fuerza en septiembre y aún debería seguir girando por toda la geografía.

'Desde aquí veo sucia la plaza', de la compañía Club Caníbal. Estrenada en el Frinje en julio.

En España aún quedan tradiciones como la del toro de la Vega que cada año se convierten en un foco mediático casi ensordecedor. Este simpático montaje abordaba tales cuestiones sin soflamas propagandísticas y haciendo de la risa el mejor instrumento para la denuncia. Porque en España somos como somos, unos cabras, venían a contar los actores. Divertido, sin caer en el maniqueísmo y con varios ‘zascas’ a nosotros mismos, es una obra con la que el público reía a carcajadas y sin alzar ninguna pancarta. Otro de esos pequeños descubrimientos –una vez más tres actores, una mesa y unas sillas- que merecen estar de nuevo en cartel.

'Escenas de la vida conyugal', de Ingmar Bergman. Estrenada el 1 de octubre en el teatro Tívoli de Barcelona

Un montaje delicioso de Norma Aleandro basado en la obra de Ingmar Bergman que ya contaba a priori con dos bazas seguras: los actores Ricardo Darín y Érica Rivas. Ha sido una de las obras que más han entusiasmado a la crítica y el público, pese a que la temática podía ser monótona y aburrida: el fin de una relación porque ya nos conocemos todos los detalles del otro y más de uno no nos gusta, nos cansa y hasta nos molesta. Sin embargo, el montaje no cae en la tristeza ni en los sentimientos de culpa sino que en él brotan escenas cómicas que se agradecen y que, al fin y al cabo, hasta los fines de algo los tienen. No se hacen las sombras en el después, sino la luz. Y por eso se merece un aplauso y casi más doble por Darín y Rivas.

'La clausura del amor', de Pascal Rambert. Estrenada el 23 de julio en el festival Grec de Barcelona

Si en la anterior obra se relataba un fin “pacífico”, este texto supone todo lo contrario: el momento álgido del adiós porque todo resulta insoportable. Es la destrucción total del amor. Montaje intensísimo y rabioso en el que brillan los dos actores protagonistas, Israel Elejalde y Bárbara Lennie. Ambos dejan al espectador casi sin palabras y con el aliento contenido. Un chorreo de palabras que hace que te remuevas en la butaca pero que se convierte en un artificio teatral impresionante. En Francia ya fue un montaje muy exitoso y la versión española no se ha quedado atrás después de pasar por el Grec de Barcelona y el Festival de Otoño de Madrid.

'Naciendo', de Las Poderosas. Estrenada el 27 de octubre en Nave 73

La compañía Las Poderosas rompe con lo establecido: se trata de un grupo de mujeres guatemaltecas que han sufrido la violencia machista y que ahora llevan sus reflexiones y su lucha por todos los escenarios del mundo. En Madrid hubo oportunidad de ver su último montaje, Naciendo, en Nave 73, en el que hablan de la sexualidad femenina como, por ejemplo, el orgasmo, y donde señalan que hay muchas mujeres de su país que nunca lo han experimentado. El montaje se basa en sus propias experiencias, es su relato, al que le acompañan imágenes y canciones. Una obra de denuncia, diferente y que pone el ojo en las mujeres más silenciadas por el machismo, que les ha negado hasta el disfrute de su propio cuerpo.

Nada que perder, de la cia Cuarta Pared. Estrenada el 26 de noviembre en la Cuarta Pared

Si a alguien se le habían olvidado los crímenes de los últimos cuatro años esta obra de te los hace recordar uno a uno y sin vendas. El montaje se estructura como una especie de interrogatorio en el que se trata de hallar un culpable. Por esa sala desfilan los recortes en educación, los desahucios, la corrupción política en forma de sobres y el destrozo que todo ello ha provocado en muchas familias. Es una obra sobre la crisis, sí, pero que funciona mejor como recordatorio que como retrato de una realidad. Trazada con buen ritmo, no escatima en intensidad. Y los tres actores, que enseguida meter en situación al público desde el primer minuto, consiguen la proeza: olvidemos los discursos vacuos, aquí se escribió un crimen.

'Rinoceronte', de Ionesco. Estrenada en el María Guerrero

La fábula de Ionesco se estrenó por primera vez en 1959, pero este montaje no está nada alejado de la actualidad. El tema, los totalitarismos, no perece. El interrogante que se hacía Ionesco era el de si es posible salirse de la masa, del rebaño, del pensamiento único y si quizá no es más confortable vivir y pensar como todos los demás. Como todos aquellos que se convierten en rinocerontes. Identidad individual o colectiva. Este montaje lo firma Ernesto Caballero y es el mejor desde que es el director del CDN. Por el ritmo, por los actores (hasta 14), y porque era también muy divertido. Y, además, era gran teatro, de ese de mucha tramoya. Espectacular, que son las ventajas que debe aprovechar un teatro público (siempre que sea buen teatro). Se estrenó a finales de 2014, pero su vida teatral llegó hasta finales de febrero de 2015.

'El alcalde de Zalamea', de Calderón de la Barca. Estrenada el 16 de octubre en el Teatro de la Comedia

Probablemente no es el montaje más cuajado de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), pero tiene gran relevancia: con él se abrió, después de más de una década de obras, el Teatro de la Comedia de Madrid. Y se pretendió hacer a lo grande. Un gran elenco con Carmelo Gómez a la cabeza y la dirección de Helena Pimenta. El texto no tiene discusión; la puesta en escena, tampoco. Quizá sí el ritmo, ya que va perdiendo fuerza. Y algunos actores como Joaquín Notario, salen mejor parados que otros. Pero, en definitiva, uno de los momentos álgidos de este 2015 en el que por fin se pudo disfrutar otra vez de este coliseo.

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