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30 años de Photoshop: la historia tras la primera foto que abrió la puerta al retoque digital

Primera 'demo' de Photoshop

José Antonio Luna

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1987, en una playa paradisíaca de la isla Bora Bora (en la Polinesia Francesa). Jennifer y John Knoll son trabajadores de Industrial Light & Magic, una empresa de efectos especiales fundada por Lucasfilm, y disfrutan de un merecido descanso después de trabajar juntos durante 70 horas a la semana para la película ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988). De repente deciden inmortalizar el utópico instante. Ella posa de espaldas haciendo toples y él, cámara en mano, aprieta el botón del disparador. Ninguno de los dos imaginaba que aquella captura acabaría siendo la primera en pasar por un programa, por entonces ni siquiera inventado, que revolucionaría la edición digital: Photoshop.

“Fue un momento muy mágico para nosotros. Mi esposo me propuso matrimonio más tarde justo ese mismo día, probablemente después de esa foto”, recuerda Jennifer de aquel verano en un artículo de The Guardian sobre la historia tras la primera imagen photoshopeada. Cuando se repasan los hitos en el arte siempre se suele tener en mente qué o quiénes fueron los pioneros de una nueva forma de entenderlo.

Los pintores del Renacimiento que sentaron las bases de la perspectiva, El caballo en movimiento de Eadweard Muybridge que vaticinó la imagen movimiento en el cine… Todos ellos son logros que gozan de su propio apartado escrito con letras capitulares dentro de la historia visual. Sin embargo, quizá por cercanía en el tiempo, no se suele hablar tanto de la instantánea que abrió la veda del retoque digital sin la que hoy no sería entendido Internet.

Aunque actualmente cueste imaginar un mundo sin fotomontajes y sin memes, el pasado 19 de febrero se cumplieron 30 años de la primera versión de Photoshop. No es que la manipulación fotográfica fuera algo nuevo. Ya existían algunos como Superpaint, creado por Richard Shoup a principio de los 70 y utilizado ocho años después por la NASA para reproducir animaciones de la nave Pioneer en su misión al planeta Venus. Por entonces, la edición era todavía algo relegado a gobiernos o grandes corporaciones. O lo que es lo mismo: quienes podían afrontar los gastos de un superordenador. Pero eso cambiaría.

Todo fue gracias al interés de John Knoll por el Pixar Image Computer, un superordenador creado por Lucasfilm para escanear los negativos e incorporar efectos digitales al celuloide. Esta sería la división que más tarde interesaría a Steve Jobs y John Lasseter para fundar la Pixar que ahora conocemos. Pero por entonces no solo tenía la misión de producir películas, también la de fabricar equipos punteros que luego eran vendidos a grandes estudios de Hollywood.

Sin embargo, tenía un problema: costaba unos 122.000 dólares de la época. Estaba al alcance de muy pocos, y no solo a nivel económico. Era tan compleja que requería la presencia de un operador formado en ella para poder manejarla, siendo este uno de los muchos motivos por los que solo vendieron 300 unidades.

Pero la edición digital por ordenador acabó democratizándose (al menos, más que antes). La magia nació durante una visita de John a su hermano Thomas, que estaba investigando para su doctorado en centrado en visión artificial. Este había desarrollado un software similar al del Pixar Image Computer pero con una gran diferencia: se podía ejecutar en un Macintosh Plus, un ordenador mucho más barato que el de Lucasfilm.

A medida que fueron incorporando funciones, los Knoll se percataron de que su creación no era un producto cualquiera, sino uno con potencial suficiente para ser vendido a las mejores mentes de Silicon Valley. Pero antes tenían que demostrar sus virtudes, y para ello necesitaban una imagen digital sobre la que realizar modificaciones. En internet no habían muchas, así que, cuando visitó a unos amigos en las fábricas de Apple para usar sus escáneres, John echó mano de la imagen que tenía consigo en ese momento: la fotografía de su esposa en Bora Bora.

Una revolución llamada clonación

Tras tres décadas, nos hemos familiarizado tanto con el entorno de Photoshop que parece que siempre ha existido. Pero no. Las primeras pruebas dejaron boquiabiertos a los desarrolladores, que entrenaban con la imagen de Jennifer aspectos por entonces tan revolucionarios como la clonación.

Bastaba con seleccionar la figura de esta y, casi de manera automática, esta aparecía duplicada en la pantalla del ordenador. Ni siquiera existía la función de “capas”, que simulan a hojas de acetato apiladas y que hoy son tan necesarias para la edición. Pero sí que estaban otras herramientas que parecen tan actuales como la varita mágica, que permite seleccionar rápidamente zonas con colores homogéneos dentro de la imagen.

Se abrió una ventana de posibilidades hasta entonces inimaginables. De hecho, con motivo del 20 aniversario de Photoshop, el propio John Knoll volvió a recrear la primera demostración donde se aprecia cómo muchos de los principios básicos ya estaban disponibles entonces. Obviamente está a años luz de las últimas actualizaciones, en las que mediante el uso de IA, por ejemplo, se puede imitar a la perfección el desenfoque que obtendríamos con una cámara de fotos (con distorsión de lente incluida).

Pero antes de su debut con Adobe, empresa de la que hoy sigue siendo responsable, el programa de edición recibió un nombre por el que pocos le recuerdan: Barneyscan XP, incluido al comprar un escáner de la marca homónima. “Cuando John me enseñó la versión 0.35 ya era impresionante. Podías cambar las fotos de tamaño, suavizarlas, aclararlas, oscurecerlas, ajustarlas con curvas y una docena de transformaciones sorprendentes que nunca había visto, recuerda Steve Schaffran, confundador de Barneyscan, en la página especializada de fotografía PetaPixel.

No obstante, el programa acabó triunfando como software de edición independiente, razones suficientes para que Adobe se interesara por él hasta llegar a un acuerdo con los hermanos Knoll para licenciarlo y distribuirlo. El principio de una larga relación que comenzó de la forma más mundana: con la foto de unos turistas.

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