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Santa Teresa de Jesús era muy moderna

La poeta Noni Benegas explica la carta astral de Teresa de Jesús. Centro Conde Duque, 2015. Foto: Ruth Toledano

Ruth Toledano

  • Se publica en España Teresa, amor mío (Paso de Barca, 2015), relato biográfico sobre Santa Teresa de la filósofa, lingüísta y escritora Julia Kristeva

Noni Benegas se declara atea pero asegura que leer a Teresa de Jesús le ha “cambiado la vida” y que, de haberla conocido, no habría dudado en irse con ella a un convento. Benegas, autora de siete poemarios, ha reunido en El ángel de lo súbito (FCE, 2014) su poesía esencial. Como antóloga, realizó la selección de poetas españolas contemporáneas y el ensayo preliminar de Ellas tienen la palabra (Hiperión, 2008), una antología imprescindible que va por su cuarta edición.

Ana Rossetti afirma que lo primero que hay que hacer con la santa es, precisamente, quitarle una aureola “que le ha hecho mucho daño”. Rossetti ha publicado, entre otros, los poemarios Los devaneos de Erato (1980, Premio Gules), Indicios vehementes, Devocionario (Premio Internacional de Poesía Rey Juan Carlos I), Yesterday, Punto Umbrío y Llenar tu nombre.

Fascinadas con su escritura, su pensamiento, su acción y su experiencia mística, ambas presentaron recientemente en Conde Duque un acercamiento a Teresa de Jesús que incluyó sorpresas inéditas, como la carta astral de la santa. En 'La Noche de los Libros' realizarán en CentroCentro un recital poético teatralizado con textos procedentes de Vida de Santa Teresa de Jesús, Las Moradas, Camino de perfección y Cartas, así como poemas de la mística.

¿Santa Teresa de Jesús es realmente conocida en España o se ha desvirtuado su figura?

Ana Rossetti: Llamarse así le ha hecho mucho daño. Lo primero que hay que hacer es quitarle la aureola. Estuvo perseguida por la Iglesia, incluso presa, denunciada a la Inquisición. Sus libros estuvieron prohibidos, no se pudieron publicar hasta después de su muerte. Todo el mundo la ve ya canonizada, pero antes estuvo, como dice Josefina Molina, “en el umbral de la hoguera”. No olvidemos que la Iglesia canonizaba para desactivar un mensaje distinto.

Noni Benegas: San Francisco de Asís, san Francisco de Borja, san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús fueron los cuatro santos de la Contrarreforma española, algo que interesaba a Felipe II. Pero los poemas de san Juan de la Cruz se publicaron en Flandes porque aquí estaban prohibidos.

¿Por qué la persiguió la Iglesia?

AR: Porque era sospechosa de alumbrada, que era una herejía, de erasmista. El Concilio de Trento se puso a fijar dogmas. Frente a ello, Ignacio de Loyola y Teresa de Jesús querían hacer una reforma dentro de la Iglesia. Ignacio también estuvo preso.

NB: Ignacio de Loyola era un soldado del Renacimiento que se convierte. Su reforma consiste en crear un sistema de lenguaje, de ejercicios espirituales. No deja de ser un entrenamiento, solo que espiritual. Inventa la “composición de lugar”, una revisión nocturna de lo que te ha pasado durante el día. Como soldado, pone en escena la batalla. Roland Barthes dice que es un escenógrafo. Y Teresa, a su modo, hace con su escritura un sistema que es también un lenguaje, pues escribe para sus monjas.

AR: Ese sistema de un trato con dios sin intermediarios dejaba de lado a la Iglesia. Estaba el peligro del protestantismo y el empeño entonces era vigilar a los fieles. Para que nos hagamos una idea: solo después del Concilio de Trento empiezan a registrase los matrimonios. El censo era una forma de control.

NB: Ese nuevo sistema de comunicar directamente con dios obvia a los sacerdotes, elimina a los intermediarios, contra los que luchó después Nietzsche. La Iglesia era la intermediaria, la que se beneficia.

¿Cuáles eran los orígenes familiares y sociales de Teresa de Jesús?

NB: Su familia era judía conversa, aunque ella era tan inteligente que logró ocultarlo toda su vida, incluso hasta el siglo XX, pues llegó a engañar a Franco. Su padre y sus hermanos lucharon durante años por ser renocidos hidalgos, porque el abuelo, José Sánchez de Toledo, se había tenido que inculpar ante la Inquisición para que no le pasara algo peor: que lo quemaran. Se declaró cripto-judío, que significaba que en privado seguía manteniendo la liturgia judía.

AR: Por eso el padre de Teresa era más papista que el Papa: libros de devoción, ritos reverenciales, temor de dios etc. Sin embargo, la madre, Beatriz de Ahumada, tenía la despreocupación de ser cristiana vieja y se dedicaba a leer libros de caballerías. Teresa heredó esas dos tendencias y las mezcló de una manera maravillosa: pudo ser una gran mística, con esa capacidad de elevación a otro plano, y al tiempo ser tan divertida, tener esa gran psicología en el trato social.

NB: Ella hereda, por un lado, la fantasía, el lenguaje materno del romance y el amor, y por otro lado tiene el superyó del padre, el de exigirse, el de ser la primera.

¿Por qué entró al convento?

NB: Teresa había sido preparada para el matrimonio, pero ve que su madre muere con 33 años después de tener diez hijos. Muere de parto, revienta. Ella mezcla aquel romanticismo de la madre con la religiosidad del padre y se propone enamorarse de alguien que le sea fiel toda la vida y que además sea el más poderoso. Cuando el arzobispo de Toledo no le quiere autorizar una fundación porque el que va a poner el dinero es un converso, ella lo dice: “Usted va a tener que dar cuenta después, porque mucho poder tiene quien me manda”.

AR: Ella reconoce, lo dice, que entra en el Carmelo por un matrimonio de conveniencia.

En el convento enfermó.

NB: No quiere tener un marido ni reventarse con diez hijos, pero está llena de deseos sensuales. Era muy guapa, muy seductora, una gran conversadora. Por eso cuando entra al convento de la Encarnación (que ella decía que era la Babilonia porque cada una hacía lo que le daba la gana, dentro tenían hasta servicio y esclavas) la mandan constantemente al torno a conseguir limosnas de los hombres y las mujeres que vienen de fuera. Esos devaneos la perturban.

AR: Cuenta en la Vida que no le permitían el recogimiento que quería. Da muchos detalles de sus padecimientos, que médicos y psicólogos han estudiado después.

NB: Es que, como escritora, tiene una enorme capacidad para explicar sus síntomas. Se vuelve anoréxica. Deja de comer, vomita.

AR: Rechaza de tal manera las cosas de fuera que no le entra ni agua.

¿Cómo empezaron sus éxtasis?

NB: Vuelve a la casa del padre a curarse. El padre llega a llevarla a una curandera, que tampoco funciona. Entonces visitan a un tío, un hermano del padre, que era muy devoto y leía todas las novedades y los best-seller de la época. Acababa de publicarse El tercer abecedario, del franciscano Francisco de Osuna, que hablaba de la oración de contemplación. Hasta ese momento solo se oraba con la boca, se pronunciaba, era vocal, pero no intervenía la mente. El tío le explica que hay otra manera, mental, de entrar en un diálogo con lo divino. Teresa entra así en la oración de contemplación, cuyo equivalente hoy día sería la meditación. Era una mujer apasionada, vehemente, ardiente (“yo amo ardientemente”, dice) y empieza a tener cambios, arrobamientos, éxtasis.

AR: Y desequilibrios, porque de repente no puede manejar el mundo de energías en el que se ha metido.

Decís que su relación con los confesores era como en el psicoanálisis.

NB: Sí, la confesión era como un psicoanálisis. Teresa llegó a tener veintitrés confesores. Los primeros, que eran franciscanos y carmelitas, se aterrorizaron con lo que les contaba, creían que estaba embrujada, poseída por el demonio. Acabó dando con un jesuíta que la sacó de ese quietismo en el que se quedaba embobada (“embobecida”, dice ella), de esa contemplación en la que se podía quedar arrebatada hasta ocho horas. Se activa, hace el trabajo de la batalla y empieza a sentirse viva.

¿Cuándo aparece su escritura?

NB: Uno de esos confesores insta a Teresa a escribir sobre esos estados de ánimo que la confunden, sobre sus visiones, sobre sus éxtasis. Y se pone a escribir. Era 1559 y el Índice de Valdés le quita todos los libros, los prohíben, los queman. El de Osuna, el de Ignacio de Loyola, todos. Entonces ella escucha esa voz que le dice: “No tengas pena, yo te daré libro vivo”. Cuando empieza a escribir se cura porque analiza sus estados y los explica. Es un psicoanálisis a través de la palabra.

AR: Hace y rehace el libro de la Vida, lo construye como una escritora, con la estructura de una obra. Y habla sin tapujos de sí misma.

Y, curiosamente, con la escritura llega la acción.

NB: Empieza la idea maravillosa de la pasividad activa.

Fundó diecinueve conventos. ¿Dónde conseguía el dinero para tantas fundaciones?

NB: Era una gran ecónoma, manejaba a la perfección las letras, las hipotecas, las finanzas. Como su familia. Vio que los conventos no funcionaban porque no había orden ni concierto, era un cachondeo, todo el día hablando con unos y con otros en el locutorio, comiendo dulces, probándose vestidos. Ciento ochenta mujeres allí que no hacían nada. Así que decide pedir dinero a su hermano y a una amiga rica para construir su primer convento.

AR: Era una estratega. Hizo creer a todos que era cosa de su hermano, que se estaba haciendo una casita.

NB: Empezó la reforma. Teresa cogió una mula y cuatro monjas y se fue a Medina del Campo porque allí estaban los ricachones como su abuelo, los judíos conversos. Estaba la feria internacional europea y conoció a los mayores comerciantes, entre ellos Simón Ruiz, que inventó la letra de cambio. Era gente que no podía mandar a sus hijos a los conventos de prestigio porque les pedían estatuto de sangre, y Teresa, muy viva, les dice que ella no pedirá eso a nadie, porque “la honra la da dios”. Superó una discriminación de la época. Los convence de que la limosna es un intercambio. Ella aborrecía el dinero, solo lo quería para fundar, por eso tiene esa temeridad, la de los grandes jugadores. Y los comerciantes la admiran porque en el fondo la consideran de su misma calaña, una de ellos. Era un siglo en el que lo que importaba era la salvación, y ella tenía el producto. Dice en las Cartas: “Estoy cada día más negociona y baratona”.

¿Era una feminista adelantada?

AR: Sí, fue protofeminista. Porque lo que hizo Teresa fue brindar un proyecto de vida a esas mujeres que estaban allí sin hacer nada, que se metían ahí porque no se querían casar o no podían casarse porque no tenían dote. Hasta Marañón dice que fue la persona más libre que se pueda imaginar. Fue muy consciente de los problemas que tenía por ser mujer. Incluso increpa a dios porque a nada de lo que hacen las mujeres en el mundo se le da valor.

NB: Hizo lo que le dio la gana. Fue una emprendedora que arrostró todos los peligros porque creyó en sí misma. La carrera de obstáculos que sorteó toda su vida es aún una lección, sobre todo para las nuevas generaciones. También fue muy moderna porque era una andariega, una vagabunda.

Pero no admitió a cualquiera en sus conventos.

AR: Teresa rechazó a muchas mujeres que querían entrar, hacía casting. Lo que quería es que tuvieran talento, inteligencia, incluso si no eran letradas. Ana de San Bartolomé, por ejemplo, era analfabeta; Teresa le enseñó a leer y a escribir, la convirtió en su secretaria y llegó a ser escritora ella misma y editora en Flandes.

NB: Y nada de cilicios, todo abstracto. De alguna manera, era una mística judía. No quería melancólicas, depresivas: “Mejor no fundar que llevar melancólicas que estraguen la casa”. Después de la cena todas se ponían a charlar, a ver qué tal les había ido el día, como en una terapia de grupo. ¡Era muy moderna!

Fue acusada de lesbianismo.

NB: Le cayó la censura encima. Con sus monjas tenía un idilio místico y los censores lo llamaron “sospechoso amor”. Pero no había nada de eso. De hecho, ella realiza el amor cortés a partir de los seseta años con el padre Gracián, un jovencito de treinta.

AR: Teresa habla abiertamente de ayudarse, de apoyarse entre las monjas. Si hubiera lesbianismo no lo haría de una manera tan explícita. Con Gracián tuvo una enorme complicidad, tenía su mismo sentido del humor, era también un gran conversador, inventaron un código personal y se enviaban cartas cifradas. De hecho, casi acaba en la hoguera en Sevilla (feudo de los calzados) porque tres monjas resentidas la acusaron de practicar orgías con la priora y con Gracián.

Hablen de su escritura.

NB: Absolutamente extraordinaria. Renueva la teología mística, pues incorpora lo psicosomático al hablar de los estados corporales, que no disocia del alma. Hace la introspección e inaugura para la literatura española la psicología del yo, como hizo Montaigne treinta años después. Para Kristeva, ella inventa un nuevo tipo de escritura. Sus comparaciones son más que metáforas, ella encarna la imagen. Lo que hará después Kafka, que se convierte en la cucaracha de La metamorfosis. Teresa lleva la mística en prosa a la mayoría de edad, como san Juan de la Cruz hace en poesía. De alguna manera, es la madre de la novela psicológica.

AR: Y ya no en latín sino en romance. Y lo hace en femenino.

NB: Antes de Cervantes.

AR: Construye una teología del cuerpo.

NB: Una ficción teológica. Crea un género nuevo. Por eso es un placer tan grande leer Las Moradas. Y hay otra cosa muy moderna: la escritura es un tema de Teresa, el proceso de la escritura está dentro del texto. Dice “esto está mal expresado”, “esto no sé cómo ponerlo”, “dejo esta comparación porque no encuentro otra mejor”...

AR: Además, aunque sea prosa, Teresa escribe como una poeta. Y con el humor de llegar a escribir que le disculpen si se repite pero no tiene tiempo de releer.

NB: Es un flujo, un fluído. La palabra es acción, no un símbolo de otra cosa. Revive los éxtasis cuando los escribe, vuelve a entrar en arrobamiento a través de la escritura.

AR: Lorca dijo que estaba “enduendada”.

NB: Y leerla es como tenerla al lado.

¿Por qué no fue una mística individualista y se empeñó en fundar?

NB: Porque cuantos más seamos y más amemos, mejor. Es la mónada de Leibniz: entre todos formamos el Universo. Por eso se decía que un Carmelo descalzo era una central de energía espiritual.

AR: Los carmelitas han pretendido activar espiritualmente el mundo. Por eso abrieron un convento en Auschwitz, para limpiarlo de sufrimiento a través de la oración contemplativa. Rezan para “sobrevivir a la adversidad”, para soportarla, para poder con ella.

NR: Es la única orden que busca la potencia mental y de corazón para limpiar el mundo. “El perfecto amor quita el temor”. Medina del Campo estaba llena de dinero, de corrupción, y Teresa quiso limpiarla.

¿Qué puede aportar ese discurso a la actualidad?

NB: A mí, que soy atea, leer a Teresa de Jesús me ha cambiado la vida. He entendido lo que es la alegría de vivir. Yo era de San Juan de la Cruz y de Miguel de Molinos: la nada, el vacío, la negatividad, muy siglo XX, Becket. Y de golpe no puedo soportar más la melancolía. Esa serenidad, esa calma de las Cartas de Santa Teresa, esa sabiduría de vivir.

¿Cómo es posible todo eso sin la fe de Santa Teresa?

AR: Es un cambio de actitud.

NB: Se puede al revés, es decir, el hábito hace al monje. Yo nunca había sentido tanta felicidad como en los meses que llevo sumergida en la lectura de la obra de Teresa de Jesús. Como Kristeva, una lingüista feminista. En un programa de televisión le preguntan cómo es posible que, siendo atea, le haya dedicado seis años a la escritura de un libro sobre la santa, y Kristeva responde, “porque estoy embobada, es una potencia”. Y habla de las beguinas, de las melancólicas, sea por la castración, sea por no tener la palabra. Teresa las supera con su obra interminable. Escribió hasta el último momento. Se calcula que redactó entre 15.000 y 25.000 cartas. Como poetas, nos fascina su capacidad de creer en su vocación y de llevarla adelante.

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