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El tesoro de la Mercedes sigue sin restaurar y sumergido en cubos de plástico desde 2012

Monedas secas con abundante cristalización de sales

Peio H. Riaño

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Más de 300 cubos repletos de monedas sumergidas en líquido para evitar su corrosión y cristalización siguen a la espera de ser documentadas, estabilizadas y restauradas en el ‪Museo Nacional de Arqueología Subacuática (‬ARQUA) de Cartagena. Desde hace casi una década el tesoro aguarda en las cámaras acorazadas del museo estatal a la partida económica que lo libre del peligro de desaparecer. Según ha podido saber este periódico, un 61% del conjunto continua sumergido en cubos, tal y como fueron arrebatadas al fondo del mar. Únicamente un 7% del mismo ha sido restaurado y un 32% de las piezas están documentadas y estabilizadas pero pendientes de ser restauradas, tal y como figura en un informe del Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE). 

Los tribunales estadounidenses sentenciaron en febrero de 2012 que el Estado español era el propietario de las más de 500.000 monedas de oro y plata cargadas en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes y extraídas del fondo marino por la empresa cazatesoros Odyssey. Esta ‪había utilizado Gibraltar como base para saquear de forma clandestina el barco español, que fue hundido en 1804 por los ingleses a su regreso desde Montevideo a Cádiz. El tesoro regresó ‬dentro de 551 cubos de plástico en dos Hércules del Ejército del Aire desde Tampa (EEUU). 

Hasta el momento apenas se han restaurado 40.000 monedas, entre febrero y marzo de 2014, para su exposición en muestras temporales que presentaron el tesoro, por ejemplo, en el Museo Arqueológico Nacional. Otras 13.897, secas y restauradas, se exhiben de manera permanente en el ARQUA. Estas cifras son sólo un pellizco del total de 574.553 monedas (incluidas en 551 cubos de plástico), además de las contenidas en 114 botes cilíndricos y 127 “cajitas cuadrangulares”. En 2014 y 2016 se realizaron dos campañas de conservación para rescatar las que se encontraban en peor estado de conservación. Pero la mayoría del tesoro permanece sin intervenir y “continúa alterándose irreversiblemente debido a los procesos de corrosión activos”, explica en el informe Soledad Díaz Martínez, conservadora-restauradora del IPCE.

Un presupuesto de urgencia

Casi una década después, el Ministerio de Cultura acaba de aprobar la licitación de la adjudicación del contrato para la estabilización de la totalidad del conjunto en el que todavía no se ha intervenido. Estos 316 cubos contienen un número estimado de 106.070 bloques con monedas compactadas, 56.162 monedas separadas, 15.977 monedas adheridas a restos orgánicos (como los restos de la saca de algodón utilizada durante el transporte) y cuatro lingotes de cobre (producidos en las minas de Perú y México para abastecer la demanda de la Real Fundición de Sevilla). Cultura invertirá 600.000 euros en la intervención para la que prevé un año y medio.

Iván Negueruela, director del ARQUA, muestra su alegría a elDiario.es ante la inversión de la que no tenía constancia: “Es muy buena noticia para acabar el trabajo. Después de la batalla legal para recuperar las monedas y las tres campañas de rescate a 1.400 metros de profundidad no podíamos mantener ese volumen de monedas sin conservar”, explica Negueruela que se felicita por esta “victoria arqueológica”. 

Tal y como se puede leer en el informe del IPCE, los cubos de plástico han envejecido y algunos de ellos presentan roturas y fisuras por las que han perdido el líquido. “El mayor problema al que nos enfrentamos en este caso es la cristalización sin control de sales en la superficie de las monedas, con la consiguiente pérdida de los relieves numismáticos”, indica la experta. ‬La intervención es urgente. “Las monedas sumergidas en líquido básico están formando sales e hidróxidos dobles, esto aumenta la concentración de sal en la disolución debido a la presencia de agentes oxidantes”. ‬

Un secadero de monedas

Muchas de las monedas están unidas entre sí por la corrosión, otras presentan pérdidas en los bordes, anverso y reverso o están fragmentadas. Aunque se controla el índice de pH de cada cubo, “el medio líquido se está alcalinizando”‪. ‬

‬El equipo estará compuesto por tres restauradores-conservadores de bienes culturales con titulación oficial y experiencia en patrimonio metálico. Además habrá un documentalista experto en material numismático y dos ayudantes. El primer paso de su intervención será reducir al máximo el contenido de sales solubles presente en las monedas, para reducir la recristalización de las sales y la alteración de los sustratos metálicos. Las piezas se dejarán escurrir y se colocarán separadas unas de otras en las bandejas de la estufa con papel secante. El secado se realizará a una temperatura de 105 grados durante dos horas, para facilitar la eliminación de vapor de agua. Una vez secas, los restauradores asignan un número de inventario a cada una de ellas (después de fotografiar todas). “Dado el volumen de piezas numismáticas, resulta innecesario establecer analíticas unitarias de cada moneda”, explican. 

Las monedas recuperadas por completo se depositan en bandejeros, que constan de nueve bandejas con capacidad para 24 monedas cada una. Cada monetario alberga 216 monedas. El conjunto completo será custodiado en el ARQUA, del que sólo puede salir con orden firmada por el propio ministro de Cultura. El objetivo de la intervención, sin embargo, sólo es la estabilización de las piezas, no su restauración.

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