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El Plan Camps deja Russafa a medias

Francisco Camps y Ricardo Costa durante el juicio de los 'trajes'

Voro Maroto

Francisco Camps intentó emular las medidas de estímulo económico del gobierno de Rodríguez Zapatero (el Plan E) con un proyecto de nombre pomposo (Plan Confianza, coloquialmente llamado plan Camps) que está resultando un fiasco mayúsculo.

El último ejemplo está en Russafa, uno de los barrios más dinámicos de Valencia. La constructora que estaba finalizando la reforma del barrio la ha paralizado, según comunicó la Generalitat a los vecinos. No cobra desde hace tiempo, aunque la Conselleria de Obras Públicas no ha cifrado la deuda.

Los vecinos, que llevan cerca de cinco años soportando obras, están indignados. La reforma de la calle Literato Azorín se aplaza sine die. Las obras de la Línea 2 del metro, que iba a unir el barrio con Nazaret, también está parada por falta de fondos.

Plan (Des)confianza

Éste es el penúltimo contratiempo causado por el Plan Confianza, impulsado por el entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps en 2009, antes de ser ganar por mayoría absoluta las elecciones autonómicas de 2011 y de ser defenestrado por su relación con la cúpula de la trama Gürtel.

El Plan Confianza era sencillo: invertir 1.020 millones de euros en dos años –hasta 2010- en obras seleccionadas por los ayuntamientos. Se pretendía reactivar la actividad en un momento de recesión y brutal destrucción de empleo y mejorar las infraestructuras.

El proyecto era “tan importante como la inminente llegada del AVE para la recuperación económica de España”, llegó a decir Camps entre los aplausos de su partido, que antes había criticado con dureza el Plan E del gobierno de España, al que consideraba poco más que enterrar dinero público en obras menores –rotondas, aceras- con fines electoralistas.

Casi cinco años después de su anuncio, el Plan Confianza es un fiasco. Sigue sin acabarse –el actual Consell prolonga hasta fin de legislatura las inversiones que se deberían haber acabado en 2010- y, por supuesto, sin pagarse en su totalidad. Con la administración autonómica quebrada, gran parte de las obras se han abonado con cargo a los fondos extraordinarios aportados por el gobierno central vía los planes de pago a proveedores.

Sencillamente, Camps impulsó un proyecto para el que no tenía dinero. Buena prueba de ello es que muchas de las obras que fomentó están o han estado paradas, casos, sin ánimo de ser exhaustivos, de un museo en Torrevieja o un centro municipal en Benidorm.

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