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La Policía devuelve al CIE de València al venezolano con VIH que iba a ser deportado

Concentración por el cierre del CIE de Zapadores (València).

Lucas Marco

R. Y., el venezolano de 33 años con VIH y con pareja en España, sobre el que pesaba una orden de expulsión, no ha subido al avión con destino a su país de origen. El Defensor del Pueblo, según confirman varias fuentes, admitió a trámite este jueves una queja sobre la situación del inmigrante y el viernes por la mañana presentó un escrito recomendando al Ministerio del Interior la paralización de la expulsión. 

El ciudadano venezolano ha sido trasladado de nuevo al CIE de Zapadores, en València, de donde había salido la mañana de este viernes a las 9.25. “Me he negado a subir al avión, pero me han dicho que la orden de expulsión sigue”, señala R. Y. quien añade con resignación: “Seré deportado tarde o temprano”. El hombre, enfermo crónico, denuncia que su deportación es “una sentencia de muerte”

Su pareja, un ciudadano español, ha estado haciendo gestiones con abogados y con el Defensor del Pueblo para intentar paralizar la expulsión. El joven, desesperado, contaba por teléfono que no había podido comunicarse con su pareja al estar incomunicado. A media tarde de este viernes, por fin se ha sabido que R. Y. no ha subido al avión y que ha sido trasladado de nuevo al CIE de Zapadores en València, donde fue internado el pasado 13 de noviembre. Al hombre le han devuelto su pasaporte caducado, que estaba custodiado en el CIE de Aluche de Madrid.

Este diario ha contactado con la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana, que ha confirmado que el venezolano no ha sido deportado y que aduce que la orden de expulsión fue tramitada por la Subdelegación del Gobierno en Burgos con lo que el CIE de València simplemente “custodia” al joven venezolano. R. Y. critica que en el recinto de Zapadores “hay restricciones de todo tipo, la comida es una porquería, las celdas son asquerosas y no tienen calefacción, todo el mundo está resfriado”. 

La pareja española de R. Y. con el que lleva tres años y medio, se ha trasladado indefinidamente a València para seguir de cerca la situación. “No me puedo ir sin una parte de mi familia, se están conculcando derechos familiares y además Cruz Roja no hace nada dentro del CIE”, critica por teléfono. “Habrá que mover Roma con Santiago”, añade. Fue precisamente él, como contó ayer este diario, quien le proporcionó la medicación que necesita. Ambos temen que en breve la deportación se materialice de nuevo.

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