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Albufera Valencia: Una joya natural donde el arroz simboliza desarrollo rural

Albufera Valencia: una joya natural donde el arroz simboliza desarrollo rural

EFE

Madrid —

No hay ni 20 kilómetros de distancia, pero el giro paisajístico entre estos dos puntos es copernicano: supone cambiar el asfalto de la tercera ciudad española (Valencia) por el verdor del Parque Natural de la Albufera, una joya en la que el cultivo del arroz es símbolo de progreso y desarrollo rural.

Adentrarse en este entorno natural de lagunas, lagos, marjales, bosques mediterráneos o manantiales -habitados por una rica fauna y flora- permite observar cómo conviven en armonía la naturaleza y la actividad arrocera, hostelera y turística, formando un conjunto eficiente y sostenible.

El arroz de la albufera es el cultivo estrella de la zona y, en torno a su producción, transformación y consumo, hay toda una estructura empresarial de la que dependen muchos puestos de trabajo y, por tanto, el futuro de este territorio.

En estas semanas, el agricultor Vicente García realiza distintas labores del cultivo de arroz, una tarea a la que se dedica “desde que dejé de estudiar; toda una vida”, asegura.

Este agricultor se afana en cuidar su cosecha, imprescindible para el desarrollo de la producción arrocera valenciana.

Vender calidad es uno de los requisitos para consolidar el crecimiento de la zona y el posicionamiento en los mercados; y ese fue uno de los motivos por los que se creó la Denominación de Origen “Arroz de Valencia”.

Su gerente, Santos Rodríguez, pone en valor los esfuerzos que se realizan no sólo para asegurar la calidad sino para conseguir un desarrollo sostenible que beneficie a todo el territorio.

Hay una parte del arroz, recuerda Rodríguez, que se cultiva en zona declarada como Parque Natural, espacios “muy sensibles” donde el cultivo ayuda a mantener el ecosistema gracias a tratamientos muy controlados.

Un sello de calidad que, según remarca, beneficia al entorno rural de los pueblos de la Albufera.

La industria arrocera, por su parte, ayuda con sus puestos de trabajo a fijar población en el territorio: es el caso de la empresa “La Campana”, en Catarroja.

De esta empresa depende, por ejemplo, que cada año haya más arroz con sello DOP, ya que están incrementando progresivamente su volumen de producto certificado, así como colaborar en el mantenimiento de la actividad de más de 2.000 agricultores con los que trabajan, explica su gerente, Isidoro López.

Una parte importante de su producción se destina a la restauración, un área de negocio de importancia, ya que refuerza el binomio entre gastronomía y turismo.

En el restaurante “Nou Racó” (El Palmar), vinculan el producto, el arroz, con el disfrute culinario -gracias a su oferta gastronómica-, y con el turismo de naturaleza, al proponer a sus clientes paseos en barca por la Albufera.

Su director comercial, Jesús Barrachina, apuesta por seguir reforzando estas sinergias y la empresa ya se plantea la posibilidad de abrir algún alojamiento turístico en el que puedan pernoctar los turistas.

Ejemplos todos ellos de cómo los eslabones de una cadena alimentaria pueden engarzarse, enriquecerse unos a otros y lograr que el beneficio y el crecimiento llegue a todos: desde el productor, pasando por el industrial y acabando en el empresario hostelero, con la repercusión que esto supone para consolidar los cimientos del desarrollo rural de la albufera.

Por Juan Javier Ríos

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