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El escarabajo azul

Laura Vilanova

Hace un par de semanas, una amiga me dijo que a ver si en este nuevo año empezaba a imprimir un poco más de optimismo a mis artículos. Lo pensé, releí lo escrito desde octubre y decidí tomarme una semana de vacaciones para hacer una inmersión total en la magia de la Navidad, de Fin de Año y de los Reyes Magos.

Entre comidas, ferias, cines y reuniones familiares y de amigos me contaron una historia. La del escarabajo azul. Se trata de una leyenda que cuenta que los camellos de los tres reyes magos necesitan de la ayuda de tres escarabajos azules para ir más rápido y poder llegar con su ilusión a todo el mundo. El cuento relata que una Noche de Reyes uno de los escarabajos se puso enfermo y, por lo tanto, el camello de una de sus majestades iba a ir muy lento, tanto… que los regalos no llegarían a algunos hogares. Ante este problema, los Magos acordaron pedir ayuda a Papa Noël (su colega en el Polo Norte) que, esa noche, colaboró con su veloz trineo para que nadie se quedara sin regalo…

En medio de tanta magia y volviendo a casa después de la Cabalgata, con mi hijo a mi lado aferrado al juguete que el mismísimo rey Melchor le había entregado en mano, y todavía recordando las bellas palabras cargadas de ilusión que el regente recién llegado de Oriente había pronunciado en el balcón del Ayuntamiento de Alicante me sacudió la realidad. En tres portales de La Explanada, arropados con mantas, intentaban pasar la noche otros tantos indigentes… Unos metros más adelante, en Canalejas, cuatro personas se preparaban para afrontar la noche de reyes al raso. En Eusebio Sempere, también una mujer disponía sus ajadas pertenencias en un cajero de la avenida. Y cuando pasábamos por el lado de cada una de estas personas sentí cómo mi hijo apretaba mi mano y detenía su verborrea nerviosa. Entonces, me acordé del cuento y pensé que esa noche a los Magos les hacían falta muchos escarabajos azules porque tenían mucho trabajo si querían llegar con su magia a todos los rincones.

Y también pensé que la única magia que conozco en Navidad es la que debía hacer el señor Carlos Fabra para que le tocara la lotería tantos años consecutivos o la que hacen nuestros políticos con las cifras del paro o la que devuelve la mayoría absoluta cada cuatro años en nuestra Comunidad a los que ahora quitan la sanidad pública a determinados colectivos, disminuyen las becas de comedor o las ayudas para la compra de libros de texto. ¡Eso sí que es mágico!

¡Vaya!, mil disculpas, otra vez la realidad me ha desviado de la senda positiva. Definitivamente… ¡Necesitamos un escarabajo azul!

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