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Cuatro propósitos para 2020 que deberías repensar

Virginia Gómez

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Inevitablemente, conforme se acerca el final del año, nos da por hacer balance del año que dejamos atrás y pensar en cómo nos gustaría que fuera y qué querríamos conseguir para el siguiente. Y es aquí donde entran en juego los propósitos, más o menos realistas, para el año nuevo y que muchas veces nos ponemos como meta la consecuencia de lo que queremos conseguir antes que el cómo lo conseguiremos.

A continuación, os nombraré algunos de los que tocan el campo de la salud y les daremos una vuelta para que sea más probable conseguirlos y no dejar todo al libre albedrío.

1.- ¡Este año adelgazo!

Es la meta que se fijan algunas personas, pero ¿cómo llegar hasta ella? Este es un deseo muy goloso y que puede tirar mucho y precisamente este ímpetu por querer conseguirlo puede hacer que mucha gente desespere y se vaya a la primera “dieta de la alcachofa” que pille con internet (saldrá mal, ya te lo digo) o que decaiga a la primera o segunda vez que no coma “de dieta”.

Seguramente sea más factible que nuestro propósito sea “este año voy a comer mejor y a ser más activa/o”, ya que este propósito tiene en cuenta al menos del punto del que partimos: no todo el mundo come tan bien o tan mal como creemos; no todos tienen una forma física como para empezar a hacer crossfit; cada uno tiene un horario, unas condiciones y, en resumen, un contexto al que se adapta lo mejor posible. Es más viable proponernos, por ejemplo, no comer ultraprocesados entre semana, beber sólo agua y caminar 10.000 pasos que proponerse: “voy a perder 20 kilos”.

2.- ¡Este año me pongo Fit! (mejora de la composición corporal)

FitExactamente igual que en el caso anterior. Querer estar Fit (abreviatura de fitness) se podría traducir como el deseo de una persona de estar atlética, fuerte. De nuevo es mejor preguntarnos ¿cómo lo voy a conseguir? ¿es realista? ¿desde qué punto parto? Sin embargo, algo que sí está al alcance de la inmensa mayoría de la población es el propósito de: “Este año voy a trabajar en el hábito de hacer actividad física y ejercicios de fuerza con regularidad. La consecuencia de acabar teniendo un hábito tan saludable y beneficioso como este será una mejora de la composición corporal, de la salud, una mejora de la fuerza, agilidad, flexibilidad, resistencia… de aquello que entrenemos y, normalmente, esto repercutirá en una mejora de nuestra autoestima y autoconfianza, no por los resultados estéticos, sino por el hábito conseguido.

3.- ¡Este año voy a dormir 8 horas! (descanso)

Sedantes, somníferos o hipnóticos aparte. Este propósito no depende en tanto grado de nosotros como los anteriores. Puedes querer dormir 8 horas… pero si acabas de ser padre/madre… va a estar complicado (aunque seguro que lo deseas con todas tus fuerzas). Contexto a un lado ¿cómo lo vas a conseguir? Ahí es donde se debe poner el foco de atención. Hay algunos actos muy claros como: no estar en la cama con el móvil antes de dormir, no ponernos Netflix hasta las 3 a.m., o proponernos una hora fija tanto para irnos a la cama como para levantarnos. Otra idea nada desdeñable es dormir sin persianas o con las persianas levantadas; puede parecer una tontería, pero, si nuestra vida lo permite, levantarse (acostarse ya es otra cosa) cuando nos despierte el sol es de las mejores cosas que podemos hacer por nuestro sueño. En resumen: No pantallas antes de dormir, dormir a una hora fija y amanecer con el sol.

4- ¡Este año no me voy a estresar! Voy a tomarme la vida con calma

Quizá este punto no sea necesariamente el más difícil de todos, pero desde luego es el menos controlable, con diferencia. Para empezar, aclaremos que tener momentos puntuales de estrés o ansiedad es totalmente normal y no pasa nada, no hablamos de esto, hablamos del estrés crónico o también podemos hablar de un trastorno de ansiedad generalizada. En este último caso el propósito no debe ser “este año no tengo ansiedad”, el propósito debe ser: “Este año me pongo en manos de un/a psicólogo/a”. Sí, si lo puedes pagar, claro. Porque psicólogos en sanidad pública hay bien pocos y no cuentes con ello. A efectos prácticos, el mismo caso que cuando se necesita a una dietista-nutricionista. No estamos, por desgracia. Y respecto al estrés crónico o momentos de ansiedad que sin llegar a ser trastorno son más habituales de lo que nos gustaría, evidentemente la opción de la terapia no es nada descartable, pero quizá también pueda ayudarnos parar, planificar, hacer un listado (realista) de prioridades de las actividades que tenemos que hacer y no olvidarnos de que nosotras también importamos.

Espero que os sirva de ayuda y ¡FELIZ 2020!

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