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¿Más vale malo conocido?

Laura Vilanova

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Es irreal. Lo que vivimos en nuestras calles y plazas durante la campaña electoral me parece totalmente irreal. Personas que hemos visto por vez primera en un cartel pegado en una pared, en una farola, tirado por el suelo…nos prometen medidas para salir de esta crisis que ya dura demasiado. Otras, que hemos conocido tomando decisiones o diciendo que las toman…nos prometen lo mismo. Ahora. Me cuesta distinguir a unos de otros. A unos los conozco. A otros no. ¿En estos casos hay que hacer caso a eso de “más vale malo conocido”? Ni idea. Cada vez tengo más claro a quién no voy a votar. Lo malo es que esa lista se va engrosando según avanza la campaña. Y la otra… ¡sigue vacía! Como un lienzo en blanco.

El lunes, cuando volvía por la tarde de recoger a mi hijo del colegio y me iba contando que su profesor les había dicho que tenían que hacer muchos exámenes en dos días para pasar de tercero a cuarto de Primaria (reválida Wert), después de preguntarme por qué nosotros no hacíamos huelga para ir a clase sólo por la mañana si era lo que se había votado en el cole (había desayunado con la Cadena Ser puesta) y insistir en que le explicara el porqué de la negativa a implantar este tipo de jornada…(¡Si no vale dinero, mamá!)

Pues cuando estábamos en el fragor de esa conversación me encontré con un escenario urbano fiel reflejo del final de una época. En el barrio de Nuevo Babel, en Alicante, en una esquina luce la placa con el nombre de la calle: Alicante Club de Fútbol. ¿Lo recuerdan? El Club de fútbol histórico de la ciudad que dejó de existir el curso pasado acuciado por los problemas económicos. ¿Y saben qué había antes en esa esquina? ¡Una oficina de Bancaja! ¿Lo recuerdan? Esa caja de ahorros de Valencia, Alicante y Castellón…después Bankia y ahora… un local con la gran cristalera con el viso azul cubierta con papeles, cerrado y con un cartel de ‘Se alquila’. Enfrente: un solar abandonado donde iba a ir una completa urbanización ajardinada. Justo al lado de otro inmueble ya construido y con la mayoría de sus pisos vacíos, en venta o alquiler.

En la confluencia de cuatro calles contemplé desolada el escenario urbano del final de una época.

Pero cuando llegué a casa y escuché la radio, leí los titulares de la campaña electoral en los periódicos digitales, vi de pasada algún informativo de TV… ¿Adivinan? Vi lo mismo de siempre. Aunque algunos ahora lleven coleta, otros se suban en bici con la corbata puesta, algunos se presenten como nuevos después de más de 20 años en política y haya quienes intenten emular al Suárez de la transición mientras desprecian a los políticos de esa época. Si esto sigue así…creo que mi lista seguirá vacía el día 24.

Sólo una última reflexión. Esta vez sobre la vida real, no la de los carteles electorales. El padre de un niño de Costa de Marfil está en la cárcel por querer lo mejor para su familia. Pagó mucho dinero para poder traerse a España a su hijo. El pequeño hizo el viaje metido en una maleta. La imagen nos ha horrorizado a todos, pero el conocer la historia y saber un poquito más sobre las dificultades a las que se enfrentan muchas personas para conseguir la reagrupación familiar me ha hecho recapacitar y pensar ¿qué estaríamos dispuestos a hacer por estar con nuestros hijos? Change.org recoge firmas para liberar al padre de Abou. ¡Yo ya he firmado!

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