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Puedes enviar tus quejas y sugerencias al defensor de la comunidad de lectores de eldiario.es, que es el encargado de recibir y analizar todo lo que llegue a través de ese canal y sopesarlo junto a la redacción para dar respuesta. El Defensor de la comunidad vela por que eldiario.es se mantenga fiel a sus principios editoriales. Nuestro defensor actual es José Cervera.

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Una pequeña despedida

Olga Rodríguez

Todo enfoque es una toma de partido. Lo vemos a diario en relatos que, con el disfraz de la equidistancia y una aparente imparcialidad, mantienen un posicionamiento continuo, a favor de las posturas oficiales e institucionales y en contra, muchas veces, de los derechos humanos.

Hay una escuela de periodismo que se sitúa, consciente o inconscientemente, a favor del statu quo. Este tipo de periodismo considera que los informadores tenemos que ser tan absolutamente asépticos que debemos abandonar todo empeño de compromiso con la justicia y con los derechos humanos.

Quizá por eso, quizá, he visto cómo en medio de una guerra algún que otro colega de profesión ha prescindido de toda empatía con las víctimas, atareado como estaba en alcanzar ese éxtasis de frialdad, 'imparcialidad' e indiferencia tan alabado desde algunas cátedras. Y quizá por eso, también, es habitual encontrar relatos periodísticos en los que se presentan las versiones de los agresores y las víctimas situándolas al mismo nivel y ofreciendo a unas y otras la misma credibilidad.

‘El lector es listo, sabrá sacar conclusiones’, dicen los defensores de esa presunta neutralidad periodística. Sí, los lectores son listos -mucho más de lo que piensan algunos editores- pero si se les presenta una realidad edulcorada por las justificaciones y versiones oficiales de los agresores y no se detalla que éstas no se corresponden con lo sucedido, podrán llegar a pensar que las víctimas no son víctimas y los verdugos no son verdugos.

Siguiendo la regla del periodismo que se disfraza con el eufemismo de imparcial, no nos correspondería a los periodistas cuestionar un gobierno ilegítimo surgido por un golpe de Estado, y ni siquiera podríamos denominarlo como tal. Tendríamos que exponer la versión de unos y otros, y que el lector sacara sus conclusiones. Y así, a lo largo de la historia, el periodismo ha llegado a legitimar auténticas atrocidades, en nombre de la presunta neutralidad de este noble oficio.

Las líneas rojas

La cultura de los derechos humanos siempre ha sido endeble, y más en un país como este, que vive de espaldas a su pasado más reciente. Por eso, quienes creemos en el periodismo como un servicio público y como uno de los pilares básicos de las sociedades libres y democráticas -porque una sociedad mal informada es fácilmente manipulable- entendemos que hay líneas rojas que no se pueden traspasar.

En este sentido, desde esta sección se ha procurado mantener un compromiso claro con la defensa de los derechos humanos, siguiendo la propia línea editorial de este medio, que se define así:

“Creemos en un periodismo riguroso, independiente y también honesto. Estamos con la libertad, con la justicia, con la solidaridad, con el progreso sostenible de la sociedad y con el interés general de los ciudadanos. Defendemos los derechos humanos, la igualdad y una democracia mejor, más transparente y más abierta.”

Esta ha sido una de las directrices más claras que desde este espacio se ha aplicado a la hora de analizar las quejas, las sugerencias, las críticas y también los elogios planteados por la comunidad de eldiario.es. Y a la vez los propios lectores, la comunidad, han actuado a menudo como “vigilantes” para que esta máxima se mantuviera.

Un año después

La defensora de la comunidad de eldiario.es nació hace doce meses. Ha sido un año divertido, lleno de retos y aprendizajes, de comunicación continua y directa con muchos de vosotros, a través del buzón de la defensora y de las redes sociales, de debates abiertos, de intercambios de puntos de vista con la redacción y con la comunidad. Y, sobre todo, ha sido un año de absoluta libertad.

No creo que haya muchos medios de comunicación en los que las personas de la dirección y de la redacción soporten tan honestamente -e incluso alegremente, diría yo- críticas y sugerencias como las que aquí se han planteado.

Esta sección se debe a los lectores, a la comunidad de eldiario.es, y no a los directores de este medio. Nunca trabajé en la redacción, sino desde casa. Esa distancia geográfica ha ayudado a mantener clara la delimitación entre el equipo de eldiario.es y la defensora de la comunidad.

Durante este año ni el director Ignacio Escolar ni los subdirectores y editores leyeron nada de lo que aquí se iba a decir hasta que ya estaba publicado y a la vista de todos. Nunca pusieron un pero, ni hubo una mueca de desagrado ante las críticas. Más bien al contrario. Tanto es así, que he llegado a la conclusión de que a los directores de este medio les “va la marcha”. Han abordado cada queja con receptividad, cada propuesta con interés, cada crítica, con voluntad constructiva y de mejora. Han entendido al cien por cien la función y la esencia de una sección como esta, y eso, en esta profesión, es algo menos habitual de lo que podáis pensar.

Cuando acepté este puesto hace un año, tanto Nacho Escolar como yo tuvimos claro que este tenía que ser un cargo de carácter rotatorio, para evitar ese momento en el que se cae en complicidades con la dirección. Mi turno llega hoy a su fin, por voluntad propia. Pero la sección continúa -de la mano de José Cervera, que mañana se presentará en este espacio- y seguirá enriqueciéndose y creciendo con vuestra ayuda.

Seguimos encontrándonos en eldiario.es, donde continuaré escribiendo análisis de política internacional, reportajes, y ahora también un artículo semanal -los miércoles- en Zona Crítica.

A mi sucesor, José Cervera, le deseo toda la suerte del mundo, aunque sé que no la necesita. Y en cuanto a la comunidad de eldiario.es, solo os puedo dar las gracias por haber puesto el listón tan alto. Vuestras reflexiones y análisis han sido, en muchos casos auténticas lecciones de periodismo.

Seguimos encontrándonos.

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