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ENTREVISTA | Anabel Montes

La jefa de misión del Open Arms investigada en Italia: “Solo quieren echarnos, que nos vayamos por miedo”

Anabel Montes, jefa de misión de Proactiva Open Arms.

Icíar Gutiérrez

El mar es el entorno natural de Anabel Montes. Nació junto a él, en Asturias, hace 31 años. A él ha dedicado toda su vida profesional, desde que comenzó a trabajar como socorrista hace más de una década. Lo lleva tatuado en la piel, en forma de ancla, de timón, de olas. El mismo mar al que, en 2015, se lanzó para evitar que más vidas se perdieran en su intento de pisar suelo europeo. Hoy es la única mujer que ocupa el cargo de jefa de misión entre las pocas organizaciones que continúan rescatando a migrantes y refugiados en el Mediterráneo.

El pasado 18 de marzo, Montes dirigía una misión más del barco Open Arms cuando la Policía italiana se subió a la nave y exigió la documentación al capitán. La ONG de salvamento a la que pertenece, Proactiva Open Arms, asegura que habían recibido amenazas por parte de los guardias libios por no entregarles a las mujeres y los niños que habían rescatado.

Las autoridades italianas retuvieron el barco y ordenaron la apertura de una investigación por un posible delito de “promoción de la inmigración ilegal” contra Montes y el capitán. A las semanas, un tribunal italiano ordenó liberar el barco al no apreciar delito y, este jueves, la causa judicial por la cual se incautaba la nave ha sido archivada definitivamente. Sin embargo, según indican fuentes jurídicas de la ONG española, la Fiscalía puede seguir investigando a sus tripulantes debido al propio funcionamiento del sistema judicial en el país.

Montes ha visitado Madrid para participar, junto a la activista Helena Maleno –citada a declarar en Marruecos por sus llamadas a Salvamento Marítimo– en un encuentro organizado por La Casa Encendida y la Asociación de Mujeres de Guatemala. En él denunciaron la “persecución” que están sufriendo en varias partes de Europa quienes, como ellas, defienden los derechos de las personas migrantes y refugiadas.

Pero Montes no se amedrenta y solo piensa en cuándo regresar al mar. Lo hará, dice con tranquilidad, pese a la incertidumbre que supone la llegada al Gobierno italiano del Movimiento 5 Estrellas y la xenófoba Liga, con un marcado discurso antiinmigración. Mientras haya personas que se sigan ahogando en su intento de cruzar el mar, su mar, allí estará, adelanta la jefa de misión.

La justicia italiana ha archivado este jueves definitivamente la causa judicial sobre la incautación del Open Arms. ¿Cómo ha recibido el fallo?

Había dos investigaciones paralelas. Una era la investigación para la incautación del barco, que es la que se ha parado, porque tres jueces del tribunal de Ragusa han dicho que no hay indicios de inmigración clandestina. No se puede volver a retener el barco, a menos que quieran buscar más cosas.

Pero paralelamente, la investigación de la fiscalía sobre el capitán y sobre mí, sigue adelante. No hay acusación, solo estamos investigados. Es complicado, porque la justicia italiana funciona de forma diferente a España. El fiscal, independientemente de si el juez dice sí o no, puede seguir investigando. Primero tenemos que esperar seis meses. Después, pueden pedir prórroga de otros seis meses. Al año, si no recuerdo mal, ya se tiene que decidir si vamos a juicio o no, si no se ha parado antes.

Pero nada, estamos tranquilos sabiendo que, aunque fuera respecto a la incautación del barco, los jueces dijeron que no había indicio de ningún tipo de inmigración clandestina, lo que nos da todavía más seguridad.

¿Cómo han sido estos meses para usted?

La verdad que estoy llevando bien el proceso. Al principio no me lo creía, incluso me daba la risa. Pero es algo que suena muy fuerte, son acusaciones muy graves. Sí que pesa sobre los hombros, aunque nunca he tenido una preocupación real porque sabía que no tenía sentido por ningún lado, que no se sustenta bajo ninguna base legal. Al contrario, hay un montón de juristas y abogados que nos dan la razón. Estoy tranquila, esperando a que pase el tiempo. A ver qué ocurre.

En medio de este proceso, han sido absueltos los bomberos de Proem-aid acusados de tráfico de personas mientras colaboraban en tareas de rescate en Lesbos. ¿Fue también un impulso para ustedes?

Es una situación distinta, son cargos similares, pero su caso era más grave, porque llegaron a ir a juicio. Nosotros, ni siquiera eso. Que salieran totalmente absueltos, justo poco después de que nos pasara a nosotros, nos dio fuerza, porque está claro que esta criminalización que tratan de hacer no se sustenta en ninguna base legal. Nos dio todavía más seguridad.

Usted es la única jefa de misión que hay entre las ONG que continúan rescatando en el Mediterráneo. ¿Es un mundo todavía dominado por hombres?

Sí. El mundo de las emergencias está muy masculinizado. Es algo histórico. Esto no quiere decir que haya mujeres, porque cada vez hay más. Yo, cuando empecé a trabajar, siempre fui la única chica, cosa que me da muchísima rabia, porque anda que no hay. Y el mundo marítimo, es muy, muy masculino. Entonces, si se unen las emergencias y el mundo marítimo… Tienes que pelearlo, ¿eh? Cualquier persona, pero las mujeres más.

También te digo que desde la ONG no tengo ninguna queja, todo lo contrario. Siempre piden que haya más chicas, pero muchas no se presentan, cuando sí que hay socorristas. Habría que hablar de por qué hay menos mujeres, claro. Tienes que peleártelo mucho, cuesta bastante, nos cuesta más que a ellos (risas).

Desde que comenzó la causa judicial no ha regresado al mar. ¿Tiene previsto volver pronto?

No tengo la fecha todavía, pero sí. Obviamente, somos conscientes de que cada cosa que haga, yo y todos, cualquier movimiento, cualquier llamada, va a ser mirado para que no haya nada que se salga de lo que dicen que tiene que ser. Pero eso no nos va a frenar, de hecho tengo más ganas (sonríe).

Están preparando el Open Arms para salir en una nueva misión en los próximos días. ¿Qué previsiones tienen para verano?

Nuestros cuadrantes son un poco aleatorios. Quiero decir, es muy difícil planear. Planeamos a corto plazo, porque a largo plazo siempre hay algo que lo descuadra. Trabajamos en un medio muy hostil, el mar y una piececita te inutiliza el barco una semana. Con todo esto de los llamados “guardacostas” libios, de Italia...no sabemos qué puede pasar. La siguiente misión está programada para el 18 de junio, siempre contando con la posibilidad de que cambie todo de un día para otro.

Desde verano, varias ONG se han retirado del Mediterráneo, otra nave ha sido retenida, usted ha mencionado la criminalización... ¿Está librando Italia una batalla contra quienes rescatan vidas en el mar?

Hay que ir mucho más atrás, no solo a por qué ellos huyen de donde huyen, sino a por qué se ha llegado a este punto. Había una situación de necesidad en el Mediterráneo central, y este trabajo que hacíamos nosotros, ya lo hacía Italia en 2013, con la operación Mare Nostrum. Rescataban a gente del mar y los dejaban en Italia. Por el Reglamento de Dublín, tienen que permanecer en el país que pisan primero y no se buscó una solución efectiva. Les dejaban allí, en la calle y el proceso es extremadamente largo. Si les dejas en la calle desde 2013, la gente local –aunque es un discurso racista que por supuesto no comparto– dice: 'Estamos cansados'.

El problema está en la raíz de por qué no se mejoró el sistema cuando había necesidad para la reubicación dentro y fuera de Italia. Les dejas allí, sin posibilidad de trabajar y con poco dinero al día. Desde luego, la política xenófoba que hay ahora mismo con el nuevo Gobierno italiano, que quiere devolver a todos sin miramientos, no es una solución, es agravar el problema.

Luego, por supuesto, también está la negativa de Europa. Tras el naufragio de Lampedusa, en 2013, la UE tiró de las orejas a Italia para que hiciera algo. Italia se gastó millones de euros en rescatar a gente, piden ayuda a Europa y les dicen: 'No, es vuestro problema'. No hay ningún tipo de intención de solucionarlo. Es culpa del Gobierno italiano, pero sobre todo del resto de Europa que les ha cerrado las puertas y les ha dejado solos. Lo que hay ahora es una bola que se ha hecho gigante. Y no sé cuál es la solución. Pero desde luego, mientras quien tenga que buscar soluciones no lo haga, lo que no voy a hacer es dejar que la gente se siga muriendo en el mar.

Lo comentaba antes: no saben qué puede ocurrir con el nuevo Gobierno de aquí a las próximas semanas. ¿Tienen miedo de que interfiera más aún en su labor?

Ahora mismo estamos a verlas venir, expectantes. Nosotros trabajamos con el Centro de salvamento y rescate de Roma. No vamos con un barco y dejamos a la gente en Italia porque sí. Si nosotros somos traficantes, ellos también, porque hacemos lo mismo. En las últimas declaraciones, el nuevo ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, además de llamarnos “vicetraficantes”, ha dicho que no va a dejar a absolutamente ningún barco de ninguna ONG entrar a desembarcar. Ya veremos a ver qué pasa, porque nosotros vamos a ir mientras haya una necesidad.

Desde Proactiva son unas de las voces más críticas con las actuaciones de los guardacostas libios, con quienes han tenido varios encontronazos. ¿Se están encontrando cada vez más trabas?

Lo primero, no se puede hablar de guardacostas. Es un grupo armado que, según la Organización Marítima Internacional (OMI), no están aceptados como guardacostas. Son milicias, mercenarios, que, casualmente, después de los acuerdos con Italia, nos empezaron a atacar. Antes no hacían nada, navegaban y miraban cómo rescatábamos. No sabes quiénes son, llegó un momento en que todo el que tenía una kalashnikov era guardacostas.

Después de junio de 2017, casualmente, empezaron los ataques. Y cada vez van a más. Además, tienen antiguos barcos de la Guardia di finanza [cuerpo militar] que les ha regalado Italia y están siendo entrenados por Italia. Vamos a ver, ¿Italia está formando a unas milicias que atacan a las ONG? Sí, claro. Cuando reconocen al Gobierno libio, porque hay tres y ellos reconocen a uno, le están dando legitimidad a unos contrabandistas y a unos mercenarios, para que, además de lo que hacen allí, ataquen a barcos de las ONG europeas. Partiendo de la base de que les da igual eso, ¿cómo puedes pensar que les importa la gente que viene de allí? No.

¿Está cediendo Italia su control de los rescates a estos “guardacostas” libios?

Es complicado, porque es muy ambiguo y bastante secreto. Hace poco, el antiguo ministro del interior italiano, Marco Minniti, estuvo en Libia. No sabemos qué clases de acuerdos están haciendo. Sí sabemos que hay un acuerdo económico, que tienen los barcos y que los guardacostas han sido entrenados por Italia. Con esta demostración ya es bastante.

¿Qué va a pasar? Los supuestos guardacostas siguen refiriéndose a su zona SAR de búsqueda y rescate, que no ha sido aceptada la OMI. Pero las autoridades la están aceptando: en el momento en que te dicen “es coordinación de los libios”, están aceptando esta zona de rescate que no existe.

Nosotros vamos con la legalidad detrás, porque es la única manera de respaldar lo que hacemos. Seguimos trabajando con los guardacostas italianos, ha habido dos misiones más y se ha trabajado bien. Ha salido todo como siempre. Tenemos que ver qué sucede con el nuevo Gobierno, porque el ministro del Interior es la cabeza de los guardacostas. Son militares y deben obedecer órdenes.

¿Y qué ocurrirá si no las ONG no están, si consiguen expulsarles?

Si no estamos, va a pasar lo mismo que antes de que estuviéramos. Las personas llevan años y años ahogándose. Cuando se inició la operación Mare Nostrum, la gente llevaba años llegando y no lo sabía nadie. Yo no me creo que no lo supiera nadie, porque es uno de los mares más militarizados del mundo. Se sabía, pero no era público.

Si nos vamos, va a pasar lo mismo, van a seguir muriendo cientos de personas, pero el resto del mundo no lo va a saber. Y es lo que quieren. No nos quieren criminalizar porque sí. Simplemente quieren echarnos de una manera u otra: porque tengamos miedo y nos vayamos, que sería el camino fácil, o intentar acusarnos con penas, reteniendo el barco, difamaciones, quitarnos el apoyo popular, que es lo que no sostiene porque somos una ONG. Lo único que quieren es echarnos, a nosotros y a todas las ONG. Y se está viendo que cada vez lo están haciendo por, literalmente, cualquier medio.

¿Quiénes quieren echarles?

Es difícil. Esto fomenta unos intereses económicos y sociopolíticos no solo de Europa, sino de todo el mundo occidental. Te puedo decir que Italia porque es quien nos afecta y te lo dicen directamente. Pero puede ser Grecia, Francia...ya ni siquiera menciono países como Hungría o Serbia, que es salvaje. Quieren mantener los privilegios de quienes los tienen.

¿Cuál es su balance de todo este tiempo, ha merecido la pena?

Saco más provecho de lo positivo pero lo negativo es mucho mayor. Primero, que esté ocurriendo esto. En la parte profesional, esto no se ve en 20 años. Es día, tras día, tras día... A nivel personal, el crecimiento es inexplicable. Pero es la situación que es, vas allí porque se necesita y lo ideal sería que no pasara. En ningún momento me he arrepentido de dejar mi vida anterior. Son experiencias duras que te rompen, te tienes que volver a reconstruir en pedacitos. Ves la realidad, y la realidad es cruda. Pero merece la pena. Te ayuda a entender muchas cosas.

¿Recuerda en especial alguna historia de entre todas las personas a las que ha rescatado?

Recuerdo una en la que había dos barcas. En una venía el padre, y en otra la mamá y los niños. Se separaron. El hombre, cuando lo rescatamos, solo decía: “My wife, my wife” [Mi esposa]. Pero la mujer no estaba en el barco. Nos enteramos de que había otra patera, pero no la teníamos nosotros. Lo primero que piensas es que ha desaparecido, que se ha hundido.

Entonces, apareció un barco de la Armada irlandesa, nos transfirieron a un grupo de personas rescatadas. Había una mujer con dos niños que estaba buscando a su marido. Llegó un momento en que el niño vio a su padre fuera. Salieron corriendo para darle un abrazo. Y recuerdo mucho a ese niño corriendo, lanzándose a los brazos del padre. Solo por esto, merece la pena todo.

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