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La historia de Silya Ziani, la primera mujer detenida en las protestas del Rif

Sonia Moreno

Alhucemas (Marruecos) —

Se llama Salima Ziani, pero le gusta que le llamen Silya, porque es un “nombre bereber”. Tiene 23 años y, cuenta su padre, “sufrió por no tener dinero para pagar los libros” durante sus estudios. Aparcó su último año de carrera universitaria en el noreste de Marruecos para defender los derechos de la población de su ciudad natal, Alhucemas. Es la primera mujer detenida hasta la fecha en el Movimiento Popular del Rif (MPR) o Hirak.

No se perdió ni una sola manifestación en Alhucemas desde la detención del líder Nasser Zafzafi porque, dijo en una entrevista concedida a eldiario.es un día antes de la detención, es su “deber”. Se sentía “orgullosa” de ello. “Nuestra lucha es una lucha de principios, aunque detengan a los líderes seguiremos luchando”, aseguró.

Lo habitual era ver a esta joven con el micrófono o el megáfono en mano. Cuando no se lo requisaba la policía, lanzaba alguna de esas consignas que acababan multiplicándose: “El Rif entero cree en la libertad, en la humanidad, y la justicia social”. A las peticiones sociales, se añadieron en las últimas semanas otras políticas, “libertad para los presos políticos”, “no nos rendimos”, “Todos somos Nasser” y “Zafzafi somos todos”.

Silya atendía amablemente a los medios de comunicación, pero siempre después de finalizar las protestas en la plaza del grifo en el barrio Sidi Abid de Alhucemas. “Estoy preparando la manifestación, hablamos después”, contestó a la última llamada de eldiario.es. “No tengo miedo, seguiré en la lucha”, aseguraba solo dos días antes de su detención.

“Luchó por los derechos de los rifeños”, presume orgulloso su padre. “Está en la cárcel por pedir una universidad, un hospital, carreteras, e infraestructuras para nuestra región”. Considera que “si estuviera en un país democrático la premiarían por defender los derechos humanos”.

A Silya le quedaban pocas asignaturas para terminar sus estudios en cultura amazigh cuando murió el vendedor de pescado Mohcine Fikri aplastado en un camión de basura protestando porque la policía le había requerido su mercancía. “Fue una muerte que nos movió a todos”, admitía la activista. Entonces, comenzaron las reivindicaciones en la región del Rif y optó por modificar sus planes. Decidió quedarse en Alhucemas y no viajar a Oujda, donde estudiaba en la universidad.

“Pasé un año en blanco porque estaba sufriendo [por las protestas del Rif] y decidí quedarme en Alhucemas, y salir a la calle a pedir una universidad para no tener que volver a Oujda”, detalló Silya. Las cinco horas entre ambas ciudades marroquíes y el coste del trayecto le empujaron a tener que decidir.

“Sabe lo que es estudiar fuera y por eso salió a la calle”

Los estudios de Silya se sostenían con un gran esfuerzo de su familia, relata el padre de la activista detenida. Entre 2.000 y 3.000 dírhams (de 200 a 300 euros) al mes, calculaba la joven. La cuantía supera el salario mínimo en Marruecos (2.334 dírhams, en 2013). A pesar de las dificultades en casa, la familia pagó sus estudios. “Es la pequeña. Sufrió porque no tenía para pagar los libros y el material, por eso sabe lo que es estudiar fuera y salió a la calle”, explica su padre.

Silya también es cantante y actriz. Su padre recuerda que “ya de niña le encantaba el teatro y la música”, y de hecho tiene una hermana poeta. Sus conciertos entonaron la melodía de las fiestas en homenaje a Mohcine Fikri, el vendedor de pescado cuya muerte hizo estallar las protestas.

La artista defendía las peticiones del Hirak. Se quejaba de que había muchos policías en Alhucemas, como si fuera un “lugar colonizado”, describió. “Es una zona militarizada cien por cien, y es que no son solo militares, son fuerzas de represión. Nos asfixian”.

“Hay muchos 'zafzafis' aunque los detengan”

Esta joven es una de las 86 personas detenidas en Alhucemas, desde el pasado 26 de mayo hasta la semana pasada, por participar en el Movimiento y reclamar los derechos de los ciudadanos del Rif y pedir la liberación de los presos. “Hay muchos 'zafzafis' aunque los detengan”, defendía la joven en referencia a Nasser Zafzafi, el líder de las protestas, detenido a finales de mayo.

Fue arrestada tras la manifestación de la noche del 5 de junio cuando salía de la ciudad en un taxi colectivo, junto a otros militantes, para acompañar a los padres de Zafzafi al juicio de su hijo en Casablanca. No le dio tiempo. La detuvieron a las afueras y la trasladaron a la comisaría local, aunque no se pusieron en contacto con la familia “hasta doce horas más tarde, al mediodía del martes”, explica el padre. Cuando su hermana se acercó al cuartel, “la trataron mal”, añade.

Su familia y uno de los abogados mantienen que Silya sufrió “maltrato” en la comisaría de Alhucemas. A su hermana también le contestaron mal cuando acudió a preguntar por ella, “vete a buscarla a otro sitio, a ver con quién está durmiendo o pasando la noche, y lo qué está haciendo”, recuerda el padre.

Fue transferida como todos los cabecillas del Movimiento a la sede central de la Brigada Nacional de la Policía Judicial (BNPJ) en Casablanca, declaró el jueves ante el fiscal general y juez de instrucción, y se encuentra en la cárcel de Oukacha en Casablanca. La joven “está bien”, según explicaron los abogados al padre, que el lunes pudo reunirse con ella en el Tribunal de Apelación de Casablanca.

Uno de los letrados, Mohamed Ziani, explica a este medio que están buscando “si ha recibido dinero del extranjero porque quieren acusarlos de financiación de una potencia extranjera enemiga en contra del Estado de Marruecos”.

Una fuente de Interior que se puso en contacto con este diario aseguró que las detenciones se produjeron “a partir de que las manifestaciones dejan de ser pacíficas”. Sin embargo, los ciudadanos salen diariamente a la calle con velas, flores, o símbolos que representan la paz, a pesar del fuerte despliegue policial existente en la ciudad de Alhucemas, con alrededor de 25.000 militares instalados en campamentos provisionales. El Gobierno solo está dispuesta a dialogar con autoridades locales, que han sido designadas a dedo en los últimos meses con el fin de terminar con las reivindicaciones ciudadanas.

'Marcha de la dignidad' en defensa de los presos

“El pueblo no se cree el embuste por eso salen a la calle a decir que esto no es verdad, si hay que juzgar, que lo hagan con libertad”, aseguró el letrado Ziani durante la 'Marcha de la Dignidad' en Rabat el domingo.

Encabezada por los padres Zafzafi, contó con el apoyo de miles de ciudadanos en solidaridad con el Rif y los detenidos. El padre de Silya no asistió debido a problemas de salud, pero se alegró de saber que muchas personas portaban el retrato de su hija y pedían la liberación de todos los presos del Rif. “Esperamos que el gobierno se ponga manos a la obra y satisfaga lo que pedimos porque son derechos básicos”.

Silya es un ejemplo de la nueva generación de militantes bereberes que ha asumido la defensa de su cultura y se ha implicado a fondo y activamente en el Movimiento rifeño. Rachid Raha, presidente de la Asociación Mundial Amazigh, durante la caminata en Rabat confesó que “es una pena que se encarcele a una cantante con el único motivo de reivindicar lo que la mayoría de sus paisanos y paisanas piden pero que no tienen voz”. Este legendario defensor de la cultura amazigh en todo el mundo admira a Silya por esa “implicación” y a sus padres porque “la apoyan fuertemente en la lucha por estos derechos”.

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