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Las ONG culpan a las cuchillas de la valla de Melilla de la muerte de un inmigrante

Uno de los cortes producidos por la concertina de cuchillas que nunca se llegó de retirar de la parte marroquí / J. Blasco de Avellaneda

Jesús Blasco de Avellaneda

Nador (Marruecos) —

Durante la mañana de este martes, llegaban al Hospital Provincial Hassani de Nador, los primeros heridos tras el salto de un grupo de 150 personas a la valla de Melilla que tenía lugar de madrugada. Médicos y cooperantes confirmaban que los cortes de consideración en manos y brazos de al menos uno de los cuatro jóvenes atendidos de urgencia habían sido producidos por las cuchillas de las concertinas colocadas en superficie en la parte exterior del vallado fronterizo.

Del mismo modo, las organizaciones que trabajan con inmigrantes a ambos lados de la frontera hispanomarroquí sospechan que el chico que murió durante el salto tras descolgarse de la valla y caer de una altura de seis metros, según informa la agencia marroquí MAP, pudo haberse cortado de gravedad al desplomarse sobre estas mismas púas afiladas que cubren toda la superficie de la zona donde tuvo lugar el intento de entrada a Melilla.

La delegación del Gobierno en Melilla asegura que los inmigrantes saltaron por una zona donde todavía no se ha colocado la concertina barbada rematando la alambrada, aunque sí había puesta una muralla de alambre de cuchillas desde el suelo hasta casi los dos metros de altura en la zona marroquí.

40 subsaharianos, deportados

Poco después de las cinco de la mañana, un grupo de poco más de 150 subsaharianos –todos ellos varones de entre 16 y 32 años, en su mayoría procedentes de Malí– intentaba entrar a Melilla superando la triple alambrada metálica de más de seis metros de altura que separa Marruecos de su sueño europeo.

Tras caminar agazapados desde los campamentos del monte Gurugú durante ocho horas, algo más de un centenar conseguía pisar suelo español. Al menos cuatro quedaban heridos de consideración y uno de ellos moría en el intento. Prácticamente el resto, concretamente 40, eran capturados por las fuerzas auxiliares marroquíes y trasladados a la comisaría general de Nador. Allí permanecieron varias horas mientras eran identificados, desposeídos de todos sus bienes e interrogados por la gendarmería magrebí.

Finalmente, fueron deportados a Argelia, donde suelen ser abandonados a su suerte en zonas prácticamente desérticas entre Oujda y Jerada.

Huían del fuego y las razias

Según relatan algunos inmigrantes, el salto colectivo estuvo propiciado por la fuerte redada que tenía lugar en el monte Gurugú al caer la noche. Un gran número de militares y policías –al menos una veintena de patrullas, según testigos– peinaban las laderas del inactivo volcán destrozando todo lo que encontraban a su paso.

Algunos incluso creen que fueron las fuerzas auxiliares las que intentando quemar algunos de los campamentos de inmigrantes terminaron favoreciendo un indomable fuego que, debido a los fuertes vientos, todavía sigue sin estar controlado y está arrasando gran parte de la zona superior de este parque forestal.

Estas violentas incursiones militares y policiales no son algo esporádico. Desde que el pasado 15 de febrero un grupo de más de 500 inmigrantes se acercó a Melilla para intentar acceder a ella se vienen sucediendo con bastante asiduidad.

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