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Ambiente, niños y banca, el paradigma que impulsa un adolescente comprometido

José Adolfo Quisocala Condori, de 14 años, habla durante una entrevista con Efe este miércoles en Quito (Ecuador). Quisocala Condori logró que en Arequipa, en el sur de Perú, los niños tengan su propio banco, con tarjeta de crédito incluido, en un novedoso y portentoso proyecto que fue presentado por él mismo.

EFE

Quito —

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Conjugar la niñez y el cuidado del ambiente no parece una quimera, pero agregar un concepto bancario a esa fórmula asoma como un nuevo paradigma de las finanzas sociales, un concepto que defiende e impulsa el adolescente peruano José Adolfo Quisocala, director del “EcoBanco del Estudiante” en Arequipa.

Es el “banco de un niño creado para otros niños”, sustentado en un modelo cooperativista que busca que los infantes puedan cumplir sus sueños con base en el ahorro y en el cuidado del ambiente, según explicó el propio José Adolfo durante una conferencia en Quito.

Fue el orador principal en un encuentro organizado por la Caja Central Financoop, un gremio de cooperativas ecuatorianas de ahorro y crédito, para conmemorar sus veinte años de existencia apegada a las finanzas inclusivas y solidarias.

Con 14 años de edad, este adolescente arequipeño lleva la mitad de su vida con el proyecto, mediante el cual insta a los niños de su ciudad a cambiar residuos sólidos (basura para reciclar) por un pago en dinero que se queda en una cuenta bancaria como ahorro.

Sus clientes “traen los residuos sólidos, se pesa” y se calcula un valor de pago que se va acumulando en cuentas individuales hasta alcanzar o superar el monto del sueño; es decir, “cada niño ahorra para lo que quiera comprarse”, según explicó.

Por ejemplo, si un niño quiere comprarse una máquina para impresiones en tercera dimensión, un asesor financiero le ayuda con las mejores opciones de calidad y precio, pero sobre todo le sugiere el volumen de residuos sólidos que debería recaudar para lograr el valor suficiente y cumplir el sueño.

Pero no todo es ahorro, pues los menores también pueden disfrutar del dinero mediante tarjetas de crédito que pueden utilizar normalmente en cajeros automáticos o en tiendas.

Con este proyecto se ha conseguido, según relató, que los niños comprendan sobre el valor del ahorro y la responsabilidad en el uso del dinero para que no caigan en prácticas de despilfarro a las que sucumben algunos adultos.

Asimismo, agregó, los niños han logrado profundizar su noción sobre el cuidado del medioambiente y el poder del reciclaje.

“Muchas personas no creían en lo que estaba haciendo y creían que un niño normalmente no puede hacer lo que los adultos hacen. Eso es lo que quiero cambiar, ese pensamiento de minimizar a los niños y pensar que solo jugamos o que solo debemos estudiar, pero podemos hacer muchas más cosas”, apostilló José Adolfo.

Ahora, su empresa cuenta con 3.500 clientes en Arequipa y ya piensa en replicar la experiencia en Lima y en otras ciudades de Perú, aunque tampoco descarta difundir su idea en otros países como Ecuador.

Incluso Disney, una de las compañías de entretenimiento más importantes del mundo, ha hecho una propuesta para que el “EcoBanco” vaya a otros países, precisó este niño peruano que estudia a distancia y que la mayor parte de su tiempo, incluso cuando juega, piensa en cómo mejorar su emprendimiento.

Su éxito y visión han motivado a muchas empresas a apoyar su gestión y Disney ha realizado una película de su vida, que se estrenará a mediados de septiembre en Europa y que se proyectará en América en febrero próximo.

“Amo mi proyecto, pero siempre me gustaría que se mantenga la esencia de un banco de un niño creado para otros niños y que siga con la nobleza” de la niñez, remarcó José Alonso quien considera que si en algún momento tiene que retirarse del EcoBanco, continuará con proyectos que supongan procesos de inclusión y solidaridad.

“Tengo proyectos para ayudar a animales” o también apoyar “a abuelitos”, lo importante es “ayudar a otros”, subrayó al contar que hace algunos días, en una charla con un grupo de estudiantes, discutieron sobre los incendios en la Amazonía, y certificó la sensibilidad de los niños y jóvenes con el cuidado del medioambiente.

“A veces los adultos buscan sólo el rédito económico, el 'qué me toca a mí', porque esa es la presión social” que prevalece, pero “yo no quiero que eso suceda con los niños de mi generación”, sino “que sigan con la nobleza de ayudar” a los demás, insistió.

Además, subrayó que para él “lo mejor es ver la sonrisa de un niño al haber logrado alcanzar su meta, su sueño”, pero también ver al nobleza de los menores cuando se trata de defender los principios.

Relató el caso de niños, cuyos padres perdieron sus empleos, que decidieron apoyarlos con el dinero ahorrado en el “EcoBanco”, aunque cuando ya lograron recuperarse, pagaron los préstamos a sus hijos con intereses.

Ese nuevo concepto de banca ligado a principios es el que impulsa José Adolfo, quien recuerda que su abuela repetidamente le decía: “Los bancos despluman a la gente”.

“Yo no quiero eso, quiero que el único principio sea ayudar a los demás”, remarcó el niño banquero de Arequipa.

Fernando Arroyo León

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