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¿A qué se enfrenta Calviño? Fortalezas y debilidades de sus rivales en la carrera por la presidencia del Eurogrupo

La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y el ministro de Finanzas irlandés, Paschal Donohoe.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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¿Esto va de familias políticas? Si fuera así, el irlandés Pascal Donohoe (PPE) partiría con 8 votos; Nadia Calviño (S&D), con 5; y Pierre Gramegna (liberales), con 4. Pero la ecuación no es tan sencilla. Si la cosa fuera de igualdad, Calviño es la única mujer de la sala: los 19 responsables de Finanzas de la zona euro. Si tuviera que ver con quién tiene más experiencia en las instituciones comunitarias, Calviño ha trabajado en el pasado en Bruselas y su perfil está más marcado por eso que por la familia socialista, en tanto que ni es militante del PSOE ni se ha presentado nunca en sus listas. Por el contrario, el irlandés Donohoe, recuerda en su carta de motivación que lleva siendo elegido representante público por las urnas desde 2007, proceso por el que nunca ha pasado Calviño.

Entonces, ¿esto de qué depende? ¿A qué se enfrenta Calviño, además de a dos países amigos de las rebajas fiscales para las empresas?

Familias políticas: el eje ideológico

Ahora mismo en la zona euro hay ocho países con Gobiernos populares, como el irlandés. En consecuencia, podría pensarse que tiene la partida ganada o al alcance de la mano. Pero no es tan sencillo, porque, entre otras cosas, el muy conservador Gobierno griego, por ejemplo, ya ha dicho que está con Calviño. Igual que el ministro de Finanzas alemán y del SPD, Olaf Scholz, y vicecanciller de Angela Merkel (CDU/CSU).

El ex ministro de Mariano Rajoy Luis de Guindos bien sabe que hay multitud de ejes cruzados: él mismo cayó ante el socialista holandés Jeroen Dijsselbloem en 2015. El mismo Dijsselbloem que dijo que los países del sur gastaban el dinero “en alcohol y mujeres”.

Además, Irlanda está apostando en paralelo por la presidencia de la Organización Mundial del Comercio, para la cual ha postulado a su comisario europeo, Phil Hogan. Y si quiere el apoyo europeo para ese puesto, para el que también suena la ministra de Exteriores española, Arancha González Laya, difícilmente podrá auparse a la presidencia del Eurogrupo.

Es verdad que la UE está cuidando mucho a Irlanda a consecuencia del Brexit, pero todo no puede tener.

El PP europeo tiene el principal cargo europeo, la presidencia de la Comisión Europea, en la persona de una exministra de Merkel, Ursula von der Leyen; y cuenta con acceder a la presidencia del Parlamento Europeo en la segunda parte de la legislatura.

Por otro lado, dentro de los acuerdos tácitos entre familias, la presidencia del Eurogrupo debe durar al menos dos mandatos: cinco años. Y el portugués y socialista Mário Centeno sólo ha estado dos años y medio. Desde ese punto de vista, Calviño puede parecer una continuidad en un mandato inacabado: otra persona del sur, adscrito a la familia socialdemócrata pero sin carné.

Pierre Gramegna es de la única familia política que nunca ha presidido el Eurogrupo, la liberal. Pero es verdad que el principal líder liberal, Emmanuel Macron, parece inclinarse más por Calviño. Y también es verdad que, aunque Luxemburgo es un país tan pequeño en la UE como grande en instituciones comunitarias que alberga, haber ocupado recientemente la presidencia del Ejecutivo comunitario entre –2014 y 2019– y el Eurogrupo –2005-2013– juega en contra de Gramegna.

Lo que puede alimentar su candidatura es una guerra frontal entre conservadores y socialistas que hagan presentar a Gramegna la síntesis superadora, algo que ya no ocurrió hace dos años y medio, cuando perdió ante Mário Centeno.

¿Más para el Benelux?

Además de que Jean-Claude Juncker acaba de salir de Berlaymont –edificio de la Comisión Europea–, a donde llegó tras haber presidido ocho años el Eurogrupo, el Benelux tiene un representante en la presidencia del Consejo Europeo: el ex primer ministro belga Charles Michel.

Y el propio Dijsselbloem, quien presidió el Eurogrupo entre 2013 y 2018, era holandés.

Gramegna, en sí mismo, parte con pocas posibilidades de inicio, salvo que sea visto como una solución de compromiso.

Corrientes económicas: el eje fiscal

Es curioso. Porque tanto Irlanda como España y Luxemburgo firmaron una carta el pasado 25 de marzo pidiendo eurobonos. Es decir mutualización de la deuda en la zona euro, algo anatema no ya para los autodenominados frugales, como Holanda y Austria, sino para Angela Merkel, que en la pasada crisis zanjó el debate: “Por encima de mi cadáver”.

Sin embargo, los dos países con más PIB per cápita son Luxemburgo e Irlanda, y esta última pertenece al club de los defensores del rigor fiscal en la UE, la Nueva Liga Hanseática, compuesta por ocho países, algunos de los denominados vikingos o de las tierras del “mal tiempo”, pero no sólo: Finlandia, Suecia, Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania, Holanda, Irlanda, República Checa y Eslovaquia –República Checa, Dinamarca y Suecia no son del euro–.

Ese es un lobby con recorrido, si realmente ejerciera como tal en bloque en la votación para el Eurogrupo, y no se dividiera el voto con Gramegna. O que la propia Finlandia, de Gobierno rojiverde y liberal, no apostara por Calviño.

En este sentido, Calviño estaría dentro de los llamados amigos de la cohesión, opuestos a los frugales –Austria, Dinamarca, Suecia y Holanda–, pero en los que hay algún hanseático también y familias políticas diversas, lo que rompería ese eje en perjuicio de Donohoe y Gramegna, porque suman la mitad más uno de una sola vez: Chipre, Estonia, Grecia, Letonia, Lituania, Malta, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia y España –además de Bulgaria, República Checa, Hungría, Polonia y Rumanía, que no están en el euro–.

Cuestión de género

El Eurogrupo, ahora mismo, es una habitación con 18 hombres y una mujer. El curso de los tiempos, en los que hace exactamente un año se apostó por la primera mujer para presidir la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la primera mujer para presidir el Banco Central Europeo, Christine Lagarde, allana el camino para la primera presidenta el Eurogrupo: Nadia Calviño.

Otra mujer, la búlgara Kristalina Gueorguieva, está al frente del Fondo Monetario Internacional, que ya dirigió la propia Lagarde.

El eje geográfico

Es un momento de pugna entre el norte y el sur. Y de pugna enconada entre parte del norte y el sur. Por el fondo de recuperación y por el presupuesto plurianual de la UE. En ese sentido, ser del sur podría ser visto como un actor de parte que aspira a ponerse el traje de árbitro. Pero lo mismo podría verse con alguien del norte y hanseático, como el candidato irlandés.

Pero, en el caso de Calviño, tanto el eje geográfico como el ideológico son más complementarios que poderosos, porque en Bruselas se ve a Calviño como miembro de la familia comunitaria, más allá del lugar de nacimiento o de las siglas de su Gobierno.

En ese sentido, ¿ayuda o resta que un miembro del sur, tan necesitado en esta crisis, ocupe un papel relevante en una institución económica europea? Esa pregunta no es tan sencilla, por tanto, de aplicársele a Calviño sin matices. Es más, hay quien puede pensar que, precisamente, elegir a Calviño es una manera de asegurarse que España se desvíe poco de la ortodoxia económica.

Estabilidad interna

Es verdad que el Gobierno español arrastra los presupuestos de Cristóbal Montoro, de mayo de 2018. Pero también es verdad que la investidura se ganó hace seis meses y que el Gobierno ha ido superando cada 15 días la prueba de la prórroga del estado de alarma.

¿Habrá presupuestos? De momento, hay que saber qué tipo de fondo de recuperación aprueba la UE para, a continuación, poder elaborar unos planes de reforma, una senda fiscal y, después, unos presupuestos. Nadie sabe qué puede pasar, pero lo que sí se sabe es que Calviño lleva en su puesto desde hace dos años y que el Gobierno no se ve muy frágil desde Bruselas.

Por el contrario, Donohoe, de 45 años, está en un Gobierno en funciones desde el pasado mes de febrero, cuando se celebraron las elecciones generales en las que se impuso el SinnFein. Pero el partido de Donohoe, Fine Gael, está negociando con el centrista Fianna Fail y el Partido Verde una gran coalición.

Gramegna es desde 2013 ministro de Finanzas de Luxemburgo en el Gobierno de coalición, de nuevo, encabezado por su formación política, el liberal Partido Democrático. Revalidó su cargo en 2018, después de que se reeditase esta coalición tras las legislativas.

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