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El BCE sube los tipos de interés otros 0,25 puntos, hasta el 4%

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE).

Daniel Yebra

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El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves subir los tipos de interés oficiales otros 0,25 puntos, hasta el 4%, un máximo de 2008, para luchar contra la inflación. El consejo de gobierno de la institución ha aumentado el 'precio' oficial del dinero por octava vez consecutiva desde su reunión de julio del año pasado y avisa de más aumentos. “No hemos llegado a la meta”, ha asegurado literalmente la presidenta Christine Lagarde. El euríbor (el índice respecto al que se calculan las hipotecas) roza el 4%.

“La inflación ha estado bajando, pero se prevé que se mantenga demasiado alta durante demasiado tiempo”, arranca el comunicado del BCE. Concretamente, según las proyecciones macroeconómicas de junio, “los expertos del Eurosistema esperan que la inflación general promedie el 5,4% en 2023, el 3% en 2024 y el 2,2 % en 2025”, continúa. E incide en que las presiones de los precios estructurales [sin tener en cuenta la energía] siguen siendo sólidas, “aunque algunos muestran signos tentativos de moderación”.

“Las anteriores subidas de tipos se están transmitiendo con fuerza a las condiciones de financiación y están repercutiendo gradualmente en toda la economía”, prosigue. En la actualización de sus previsiones, ha rebajado ligeramente las expectativas de avance del PIB de la eurozona, pero sin esperar una caída o una recesión profunda, ni en 2023 ni en 2024.

“Los costes de las hipotecas y los préstamos han aumentado considerablemente [lo que beneficia directamente a los bancos] y la concesión de crédito se está ralentizando [que está perjudicando menos a los entidades financieras de lo que están elevando sus ingresos por cobro de intereses]. El endurecimiento de las condiciones de financiación es una de las principales razones por las que se prevé que la inflación siga disminuyendo hacia el objetivo, ya que se espera que amortigüe cada vez más la demanda”, explica.



Así, el BCE sigue agravando el ciclo de endurecimiento de la política monetaria más agresivo de la historia de la eurozona como “única” estrategia para contener la inflación. El golpe es de 4 puntos porcentuales desde el 0% de hace menos de un año. Y la institución todavía no puede asegurar que las subidas de precios se vayan a moderar hacia el objetivo del 2%. “Y se encuentra con una economía resistente en la que además las turbulencias financieras de hace unos meses [la amenaza de colapsos bancarios como ocurrió en Estados Unidos y en Suiza] no han ido a más”, observa José Manuel Amor, socio director de AFI.

“Las futuras decisiones del consejo de gobierno garantizarán que los tipos de interés oficiales del BCE se lleven a niveles lo suficientemente restrictivos para lograr que la inflación vuelva oportunamente al objetivo a medio plazo del 2% y se mantengan en esos niveles durante el tiempo que sea necesario”, amenaza el comunicado del BCE de este jueves.

Este miércoles, la Reserva Federal (Fed) decidió frenar encarecimiento de la finanaciación en Estados Unidos, exactamente en el rango del 5%-5,25%, con los precios aumentando al 4,1%. Aunque afirmó que el daño a la economía todavía no es suficiente. Y justificó “la pausa” en la necesidad de ver cómo evolucionan los datos en las próximas semanas, según continúan trasladándose las consecuencias de las subidas de tipos acumuladas, en su caso desde el 0%-0,25% de marzo de 2022. Es decir, si definitivamente ahogan el consumo de las familias y meten en problemas a las empresas y al mercado de trabajo.



Mientras, la inflación se moderó al 6,1% en mayo en la eurozona, y hasta cerca del 3% en España. Y efectivamente se espera que siga reduciéndose, principalmente por el abaratamiento de la energía respecto al año pasado. Y aunque la actividad económica ya se ha estancado en Alemania y en el conjunto de la eurozona, el empleo sigue resistiendo más de lo que le gustaría al BCE, porque está siendo el principal soporte de las rentas reales de las familias y de las subidas salariales, tras dos años de una histórica pérdida de poder adquisitivo.

Objetivo del BCE: ahogar la economía

Menos consumo, menos inversión, menos gasto... menos inflación. Estos son los objetivos del BCE y del resto de bancos centrales con el endurecimiento de la política monetaria. Porque, según defienden, son más dañinas las subidas de precios durante meses y meses que una recesión (una caída de la actividad), como ya está ocurriendo en Alemania o en el conjunto de la eurozona, aunque finalmente conlleve destrucción de empleo.

El análisis del BCE parte de que las economías están “sobrecalentadas” desde 2021. Se basa en varios factores: por un lado, en la explosión de demanda de la salida de la pandemia, tras meses de hibernación por los confinamientos y las restricciones. Por otro, en los históricos estímulos fiscales (con el Plan de Recuperación como mayor ejemplo) y monetarios (las adquisiciones masivas de deuda del propio BCE). Por último, en el “shock de cantidades” por los cuellos de botella y el impacto de precios de la energía por la invasión rusa de Ucrania.

“La eurozona se ha mostrado mucho más resistente de lo esperado ante unas perturbaciones sin precedentes”, según enfatiza Frederik Ducrozet, director de análisis macroeconómico de Pictet WM. Con economías como la de nuestro país que incluso están creciendo por encima de su potencial (el Banco de España sitúa este potencial en el 2% con el Plan de Recuperación y BBVA Research estimó este martes que el PIB avanzará un 2,4% en 2023).

“De hecho, es muy poco probable que el BCE revierta su rumbo de ajuste mientras el desempleo se mantenga cerca de mínimos en este ciclo”, advierte Frederik Ducrozet. “La situación del mercado de trabajo actualmente es muy positiva”, confiesa un alto funcionario de España, que trabaja en un organismo internacional y que prefiere no ser citado.

¿La única manera luchar contra la inflación?

Los bancos centrales insisten en que no hay otra herramienta para moderar la inflación que las subidas de los tipos de interés. Pero su estrategia choca con distintas realidades de esta crisis de inflación. Por un lado está la necesidad de proteger a los más vulnerables y a los salarios en general de la pérdida de poder adquisitivo. Por otro, no se ha tenido en cuenta el éxito que han tenido medidas como el tope al gas para frenar la escalada del precio de la electricidad.

Y, por último, esta política monetaria tiene el riesgo último de provocar una recesión profunda y no tiene en cuenta ni el origen geopolítico del shock energético ni tampoco la relación de su segunda fase, la actual, con los beneficios de las empresas (la inflación por avaricia o expansión de los márgenes de ganancias, al trasladar todo o casi todo el aumento de los costes al consumidor).

Fin de las compras de deuda

Los bancos centrales están luchando contra la inflación en dos frentes: con las subidas de los tipos de interés oficiales (su herramienta más visible por su impacto en el encarecimiento de las hipotecas y del resto de préstamos) y con la extinción de las compras de bonos de deuda pública (de los estados) y corporativa (de las empresas no financieras) en los mercados, que es otra forma de aumentar los costes de la financiación.

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