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LetterOne: el dinero procedente del petróleo ruso que tiene en sus manos el futuro del grupo de supermercados Dia

Mikhail Fridman, magnate ruso propietario de Letterone.

Diego Larrouy

Año 2013. Mansión de Vladimir Putin a las afueras de Moscú. La petrolera británica BP y el magnate ruso Mikhail Fridman sellan la venta de TNK-BP una de las mayores compañías de petróleo y gas del país a la petrolera estatal Rosneff. Por esta operación, Fridman capta unos 28.000 millones de dólares, con los que crea un gran fondo de inversión luxemburgués. Hoy, cinco años después, este fondo surgido de una de las mayores operaciones petroleras, LetterOne, tiene un papel protagonista en el futuro del grupo español de supermercados, Dia.

La cadena, que fue durante años propiedad del grupo francés Carrefour, camina sola desde el año 2011, cuando salió a Bolsa. Sin embargo, tras un crecimiento fulgurante durante los años de crisis, la compañía vive ahora una fuerte crisis, provocada por la fuerte presión competitiva y la dificultad de hacer rentable algunas de las adquisiciones realizadas en los últimos años. La empresa tiene su valor en Bolsa más bajo de la historia tras caer más de un 90% desde inicios de año y su nombre ya no figura en el selecto club del Ibex 35.

Y, a río revuelto, posible ganancia de LetterOne. El fondo es actualmente el primer accionista del grupo, con el 29% del capital. Está al borde del 30%, que obligaría por ley a lanzar una opa. En el mercado se da por hecho que esta operación podría llegar el próximo año, cuando Fridman tomaría el control del grupo.

Sin embargo, Dia es solo una de las inversiones del holding LetterOne. Nació en 2013, después de la venta de TNK-BP, creado por el grupo financiero ruso de Fridman, Alfa Group, para invertir en energía y telecomunicaciones, fundamentalmente. La empresa se registró en Luxemburgo, pero fue creada por una sociedad, Alfa Finance Holdings, radicada en las Islas Vírgenes Británicas, conocido paraíso fiscal.

Fridman dirige desde Londres este grupo empresarial, que depende de Alfa Group, el holding financiero con el que el magnate ha amasado su fortuna. LetterOne tiene 25.000 millones en activos, con una importante presencia en el sector energético. Adquirió en 2014 DEA, una filial de la alemana RWE, y recientemente ha anunciado una fusión con la filial de Basf de petróleo y gas.

Otro de sus negocios fundamentales es el de las telecomunicaciones. LetterOne es el propietario de algo menos del 50% de Veon, la antigua Vimpelcom, una compañía con operadoras de telefonía con importante presencia en Rusia, algunas de las antiguas repúblicas soviéticas, Bangladesh, Argelia o Pakistán. Además, tiene una participación en Turkcell, principal teleco de Turquía.

Además, LetterOne cuenta con inversiones concretas en startups. La más relevante es Uber, la plataforma de transporte de pasajeros, donde el fondo luxemburgués invirtió 200 millones de dólares en 2016. Pero también ha invertido en otras compañías como Freedompop, una teleco que también opera en España.

En el campo de la distribución, Dia no es la primera incursión del holding. LetterOne es también el propietario de Holland and Barrett, una centenaria cadena británica de alimentación saludable con presencia en Reino Unido, India, China o Países Bajos. Además, Alfa Group, el grupo propietario de LetterOne y presidido por Fridman, también es dueño de X5, uno de los principales distribuidores rusos.

La trayectoria de Fridman en estos sectores no ha estado exenta de polémicas. En energía, su alianza con BP en Rusia estuvo afectada desde el principio por cruces de acusaciones entre socios, que llevaron incluso a acusar a los británicos de incumplir las leyes rusas. Tampoco ha sido fácil la relación con Telenor, su socio en Veon. La inversión en esta teleco le ha llevado a sanciones millonarias de la SEC, la CNMV estadounidense, por pagos de sobornos en Uzbekistán. En los tribunales ha acabado otra de sus inversiones, en este caso en una empresa española. Vimpelcom, ahora llamada Veon, invirtió en Zed, del empresario Javier Pérez Dolset cuando se trasladó a Holanda. Ahora, el empresario español que el pasado año pisó prisión acusado de fraude, acusa a ING de actuar en connivencia con la teleco del magnate ruso para llevar a concurso de acreedores a la compañía. 

Aristocracia británica en la cúpula

Fridman ejerce en LetterOne como fundador, pero las funciones ejecutivas están en otras manos. El fondo cuenta con una doble presidencia, una ejecutiva y otra no ejecutiva. Ambas están en manos de dos lores británicos.

El primero es Lord Browne de Madingley, también conocido como John Browne. Fue presidente durante más de una década de BP, precisamente una empresa con la que Fridman estuvo enfrentado durante años por la compañía conjunta que tenían en Rusia y que dio lugar posteriormente a la creación de LetterOne. Es miembro en excedencia de la cámara de los lores.

El segundo de los aristócratas es el barón Davies de Abersoch. Mervyn, que es su nombre de pila, ejerce como presidente no ejecutivo y es caballero de la Orden del Imperio Británico, en reconocimiento a su trayectoria en el sector financiero. Fue consejero delegado del banco Standard Chartered y directivo de Citigroup. Además, ejerció como ministro durante algo más de un año de Comercio en Reino Unido, bajo el mandato del laborista Gordon Brown.

Desencuentros en Dia

Como primer accionista de Dia, LetterOne llegó a tener tres sillones en el consejo de administración del grupo. Sin embargo, en las últimas semanas han salido todos sus representantes, entre ellos Stephan DuCharme, hombre de confianza de Fridman, que ocupaba la presidencia temporal del grupo.

Todos ellos transmitieron a la empresa una argumentación similar. Que se retiraban para trabajar desde LetterOne en un plan de sostenibilidad de Dia. Sin embargo, se conoció a través de distintas informaciones, entre ellas el británico Financial Times, que el fondo transmitió por carta a la actual dirección del grupo su discrepancia con los planes para reflotar la compañía, que incluyen una ampliación de capital que provocaría que perdiese presencia en el accionariado.

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