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La empresa estatal Equipos Nucleares sufre pérdidas millonarias por un siniestro en su planta de Cantabria

Ensa colabora de nuevo con laboratorios de USA y Alemania

Antonio M. Vélez

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La empresa pública española Equipos Nucleares, S.A. (Ensa), dedicada a suministrar componentes para la industria nuclear, encadenó en 2022 su segundo ejercicio consecutivo con pérdidas millonarias tras un “incidente extraordinario” ocurrido el pasado octubre en su planta de Maliaño, en Cantabria, que ha tenido un fuerte impacto en sus resultados.

Tal y como explica en sus cuentas de 2022, recientemente remitidas a la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE), en los dos últimos años el grupo “se ha visto afectado por una serie de acontecimientos que han supuesto la generación de pérdidas”.

Estas ascendieron a algo más de 10 millones en 2022, ligeramente por debajo de los 12,7 millones que perdió en 2021. En total, unos 23 millones de números rojos en dos años. La empresa atribuye los de 2022 a un cúmulo de factores.

“A la ralentización de los proyectos en curso habida en 2021 en un contexto de pandemia” y nuevas exigencias contractuales “en actividades inicialmente sin presupuesto” que, asegura, son ajenas al grupo “y están siendo reclamadas a los clientes finales”, se han sumado otros: el encarecimiento de la energía, “unos niveles de actividad por debajo del break point, la evolución negativa de determinados contratos que dan lugar a pérdidas futuras” y un percance en sus instalaciones que se ha saldado con provisiones millonarias.

Ensa se refiere en sus cuentas a un “incidente extraordinario ocurrido el 13 de octubre de 2022 tras la caída de un componente de un generador de vapor durante la maniobra de manipulación mecánica”. El suceso no provocó daños personales “ni daños apreciables en las instalaciones”. Pero ha tenido como resultado “el deterioro de la pieza fabricada y de los componentes suministrados por el cliente”. 

Esto “ha dado lugar al registro de pérdidas en este contrato y ha impactado en el resto de contratos produciendo retrasos y dando lugar a penalizaciones reclamadas por los clientes que han sido objeto de provisión en las presentes cuentas”.

En concreto, el grupo ha dotado provisiones e incrementos de costes por este incidente que han tenido un impacto en resultados de 3,897 millones. Preguntada por este asunto, Ensa no ha respondido a las preguntas de elDiario.es. Según explica en sus cuentas, formuladas el pasado 23 de febrero, “después del incidente la pieza aún no ha sido movida y el siniestro ha sido comunicado a la compañía de seguros”, para la tramitación del parte correspondiente. 

Causa de disolución

Las pérdidas de 2021 ya propiciaron que la empresa llegara a estar en causa de disolución, al situarse su patrimonio neto en menos de la mitad de su capital social. Esta situación se corrigió en 2022, con una reducción de capital de 23,4 millones que permitió restituir su equilibrio patrimonial.

Sin embargo, y a pesar de las circunstancias adversas de los dos últimos ejercicios, el grupo es optimista de cara al futuro y ha formulado sus cuentas bajo el principio de empresa en funcionamiento, gracias al apoyo de su principal accionista, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), “en el caso de que los recursos financieros de la Sociedad resultaran insuficientes”, y a su cartera de pedidos, de 384 millones al cierre de 2022, “que asegura una carga de trabajo a pleno rendimiento en los próximos años”. 

Y, pese a la política de apagón progresivo de los reactores nucleares que el gobierno español ha pactado con las eléctricas a partir de 2023, la sociedad estatal se felicita por la buena salud de este sector a escala global, con 57 reactores en construcción en la actualidad, según datos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), la inmensa mayoría, en países fuera del ámbito occidental.

“Dado que el Grupo opera en el ”renacido“ sector nuclear, se espera que el ejercicio 2023 y siguientes se obtengan nuevos pedidos que permitan volver a una senda de sostenibilidad”, dice Ensa. “Debemos poner en valor los doce años precedentes de beneficios sostenibles que hubo gracias a una razonable carga de trabajo, mix de producto y gestión eficiente de aprovisionamiento”, añade.

Presidida desde 2019 por el ingeniero industrial José David Gomila Benítez, Ensa es una empresa 100% estatal, participada en un 78,75% por la SEPI y en un 21,25% por la Dirección General de Patrimonio del Estado. Con unos 760 empleados, se dedica a fabricar y suministrar componentes nucleares y contenedores para combustible gastado, así como componentes pesados para instalaciones de energía, industria química y siderurgia. También se ocupa del mantenimiento, apoyo a la explotación, clausura y desmantelamiento de plantas de generación de energía.

Está especializada en la fabricación de grandes componentes como vasijas de reactor, generadores de vapor, tuberías del circuito primario de refrigeración, intercambiadores de calor, cabezales de elementos de combustible, contenedores para almacenaje y transporte de combustible y bastidores de combustible.

La empresa, de cuya creación se cumplieron 50 años el pasado 10 de julio, se fundó en los estertores de la dictadura franquista con dinero de inversores públicos y privados para satisfacer las demandas del programa nuclear civil español de fabricación de grandes componentes nucleares. Equipos fabricados por esta empresa operan en cerca de un centenar de centrales nucleares de Europa, América, Asia y África.

A principios de 2019 la SEPI decidió trasladar la sede de la compañía desde Madrid hasta esa localidad cántabra al sur de la Bahía de Santander y muy próxima a la capital que alberga su fábrica, que siempre concentró la inmensa totalidad de su plantilla.

Con una filial, Enwesa, que presta servicios a las centrales nucleares en actividades como montajes, gestión de combustible, reparación y mantenimiento de instalaciones o desmantelamiento, tiene como principal cliente a la estatal Enresa, la empresa responsable de la gestión de los residuos atómicos y del desmantelamiento de las centrales nucleares.

Pero Ensa también vende parte de su producción al exterior y participa en proyectos de gran envergadura como el ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional), un consorcio internacional que desde 1986 busca demostrar la viabilidad de la fusión nuclear como fuente de energía a gran escala.

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