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La España encerrada: así son las viviendas en las que el país sobrelleva la cuarentena

¿Cuántos metros cuadrados tiene cada vivienda en España?

Analía Plaza / Raúl Sánchez / Ana Ordaz

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Daniel pasa los días con su pareja en un pequeño piso de cuarenta metros cuadrados en Madrid. “Para dos personas acostumbradas a hacer vida fuera de casa, es ideal”, cuenta. “El agobio viene al tener que estar encerrados todo el día. Es un primero interior. Las ventanas dan a dos patios pequeños. Para leer, cocinar o realizar cualquier actividad, es necesario tener las luces encendidas”.

A no muchos kilómetros, en Arroyomolinos —uno de los municipios que más ha crecido en las dos últimas décadas—, la rutina de Rosana, su pareja y sus tres perros transcurre entre la buhardilla, las dos plantas, la bodega y el jardín del chalet. “Es mucho más fácil. En cuanto sale el sol, podemos salir al patio y movernos”, explica. “El fin de semana haremos barbacoa. Queríamos comprar una mesa de pin-pon, pero llevan días agotadas en el Decathlon”.


De qué tamaño son las viviendas, calle a calle

Tamaño de vivienda más habitual en cada sección censal según los datos del censo de 2011

Fuente: Censo de Población y Vivienda 2011


Los españoles llevan más de una semana encerrados en casa y el presidente, Pedro Sánchez, anunció este domingo que el confinamiento se alarga al menos 15 días más. Desde que el Gobierno declaró el estado de alarma, solo se puede salir para lo imprescindible (hacer la compra, ir al médico, al banco o al trabajo, excepción cuestionada desde los sectores no fundamentales para hacer frente al virus) y estamos obligados a pasar la mayoría de las horas en el interior. Es una situación anómala en todo el mundo, pero que variará por países según la tipología de sus viviendas.

Un ejemplo: por el clima, los españoles pasamos más tiempo en la calle que los ciudadanos de los países nórdicos. Así que es natural que nuestras casas estén menos preparadas para estar mucho tiempo en ellas.

“La respuesta fácil es: no. Las viviendas no están preparadas para esto porque es algo que, al menos en las últimas generaciones, no hemos vivido”, dice Lluis Comerón, presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España. “En las últimas décadas se ha puesto énfasis en la calidad del material de la edificación, pero no se ha protegido la calidad inmaterial. El entorno, público y doméstico. Una vivienda puede estar bien materialmente, pero debe tener espacios suficientes, buena iluminación y orientación... En otros países europeos se regula y en España es incipiente. Desde hace años, proponemos que se elabore una ley de arquitectura y calidad del entorno construido. Fomento dijo que iniciaría el proyecto este año”.

No hay muchos datos en España para evaluar la calidad del parque. Los más recientes son del censo de 2011, que se actualizará el año que viene. Son representativos porque apenas se ha construido desde entonces, pero carecen de detalles como si una casa tiene terraza o es interior. Sí nos cuentan los metros cuadrados, que utilizamos para crear el mapa de arriba: en él puedes ver qué tamaño de vivienda predomina por sección censal. Solo se incluyen viviendas principales, en las que vive la gente. 

“Nuestro parque de viviendas es más joven que en otros países”, continúa Comerón. “En ellos, la reconstrucción empieza después de la Segunda Guerra Mundial. En España, el boom es de los 60. Son edificios que tienen cincuenta o sesenta años ya. Deberíamos estar rehabilitándolos, pero tradicionalmente hemos ido por detrás de Europa, que rehabilita alrededor del 2% del parque anual”.

La rehabilitación toca aspectos como las fachadas, el aislamiento y la instalación de ascensores y calderas, un dato del que si el confinamiento hubiera sido hace unos meses no pararíamos de hablar. “Porque ahora hace bueno”, añade el arquitecto Fernando Caballero, director de la revista Urban Affairs, “pero en otro momento la gente se hubiera pelado de frío, sobre todo donde los muros no tienen aislamiento. En los barrios pobres es un tema importante”.

Los datos de calefacción del censo, que indican que el 14% de las viviendas no tiene y el 30% solo tiene “algún aparato” para calentar, sí corren el riesgo de estar desactualizados. 



Que el grueso de las viviendas españolas se construyera en los años 60 y 70 influye en cómo son muchas de ellas. En general, los arquitectos españoles han priorizado el salón frente a los dormitorios. “Muchos extranjeros se quejan, cuando vienen a España a comprar vivienda, de que los dormitorios son pequeños. No hacemos dormitorios grandes, ni grandes vestidores o baños”, explica Inmaculada Stanich, arquitecta y gestora de proyectos. “No tenemos la concepción de hacer vida en el dormitorio, sino en el salón”.

El conocido arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza, que antes de hacer obras como Torres Blancas y la torre del Banco de Bilbao trabajó para el Instituto de Vivienda madrileño, diseñaba pisos con “celdas mínimas” porque decía que el dormitorio era solo para dormir. La mayoría de metros iban al salón, el espacio social.

Con el tiempo, ciertas cosas han cambiado. Como los cuartos de los niños, a quienes el enclaustramiento afecta significativamente. “Ya no nos circunscribimos al dormitorio mínimo de seis metros cuadrados, que quizá era bueno para hace una generación”, continúa Comerón. “Ahora tenemos niños que miden 20 centímetros más y que tienen en su cuarto el escritorio, su puesto de trabajo”.

La España de las terrazas

Si hay un bien preciado estos días de encierro es la terraza, la azotea o el balcón. Lo sabe Naiara, que desde la azotea de su pequeño piso en Vallecas ve a sus vecinos salir a las suyas, a aplaudir a las ocho de la tarde o simplemente a estar. “Me resulta curioso que en estas zonas, que en algún momento estuvieron fuera de la ciudad, las casas tengan terraza”, reflexiona. “En el centro la gente está agobiada porque no hay luz. Estamos acostumbrados a hacer vida en la calle y, mentalmente, salir a la terraza es como estar en ella”.

Quienes vivan en un piso de los 60 o 70 probablemente disfruten de una, aunque en muchos casos los dueños las hayan cerrado. En este documental de 1972, producido por el Ministerio de la Vivienda, se ve cómo casi todos los bloques construidos en el franquismo las incluían. “A partir de los 60 se pusieron muchas terrazas”, añade Caballero. “Pero la gente las cerró para ganar una habitación y, ante la falta de demanda, dejaron de hacerse”.

Antes de las terrazas hubo balcones, presentes en edificios del centro de las ciudades. “Las fachadas de principio de siglo y de los años 20 tienen ventana vertical y un pequeño balcón”, prosigue Stanich. “Se hacían ventanas de suelo a techo para que entrara la mayor luz posible. El balconcito se ponía para que la gente pudiera salir, sentir la calle y hablar con los vecinos. Además, las estructuras de fachada de madera y ladrillo no daban la posibilidad de poner ventanas horizontales”.

Los balcones son ahora la envidia de estadounidenses y de nuestros vecinos europeos, cuenta Caballero, que vive y trabaja en Frankfurt. “En edificios antiguos de Alemania son anecdóticos por el clima. Pero ahora, que la gente los ve cuando hace turismo, se demandan. Edificios antiguos como el mío los están acoplando”.

¿Por qué dejaron de construirse grandes terrazas, que en muchas promociones nuevas solo están en los últimos pisos? Además de porque se cerraban, por una cuestión de precio.

“A partir de tres metros cuadrados, cerradas por más de dos lados, computan dentro las escrituras y hay que pagar impuestos por ellas. En algunas construcciones se buscaron soluciones que no computaran, como terrazas en voladizo, que no se pueden cerrar”, dice Stanich. Por otro lado, aunque el coste de construir no haya variado mucho desde los 70, el del suelo sí. “Aceptamos viviendas más pequeñas, sin terraza, por el sobrecoste que implican”, añade el presidente del Consejo de Arquitectos. “Eso nos lleva a viviendas que responden a un uso cotidiano mínimo, pero incapaces de responder a cambios de maneras de vivir”.

Las ciudades con más y menos espacio 

El censo de población y vivienda mide el número de personas por hogar y lo cruza con los metros cuadrados de este. Así, publica los rankings de los municipios con mayor y menor superficie media por miembro del hogar. Este dato puede haber quedado algo desfasado —ha habido variaciones en el número de personas por vivienda en los últimos años— pero, junto al mapa, nos permite hacernos una idea de dónde llevan el estado de alarma mejor.





Florida, en L'Hospitalet de Llobregat, es el barrio con mayor densidad de Europa. Son 0,38 kilómetros cuadrados en los que viven casi 30.000 personas. La gran mayoría de casas tienen menos de 60 metros cuadrados. L'Hospitalet es, junto a Ceuta, Melilla y otras ciudades obreras del área metropolitana de Barcelona, uno de los lugares donde menos espacio tiene cada persona para sobrellevar el encierro: de media, menos de 30 metros cuadrados.

En el otro extremo están municipios del extrarradio madrileño y Benissa, Jávea y Teulada, en Alicante, en los que cada persona dispone de una media de más de 50 metros cuadrados para sí misma en el hogar. Sin sorpresa, algunos —Boadilla del Monte y Pozuelo de Alarcón— también aparecen en la lista de municipios más ricos de España.

Otro dato curioso es el de viviendas por edificio. Esperanza vive en Benidorm, en el octavo de un edificio de quince plantas. Dedicó varios días a subir y bajar todas las escaleras antes de constatar que tampoco se puede salir a las zonas comunes. “Era para hacer algo de ejercicio, porque en casa no tengo espacio y es lo que peor llevo”, cuenta. “Aquí hay mucha azotea y circulan vídeos de vecinos que se montan reuniones ahí, pero ya he visto que está prohibido”.

Benidorm es, contra todo pronóstico, el segundo municipio de España con más viviendas de media en cada edificio. Pese a ser el sitio con más rascacielos del país, donde habrá gente confinada en las alturas —hay más de 455 edificios destinados a vivienda principal con más de diez plantas— el puesto se lo arrebata Badia del Vallès. Este pueblo catalán nació en los 60 como zona de viviendas de Barberá y Cerdanyola del Vallès. Sus bloques son típicos del desarrollismo franquista, con terrazas y entre 70 y 90 metros cuadrados. Es el hecho de ser un municipio independiente desde 1994, y no un barrio, el que le alza al primer lugar de la lista. 





Los pisos que no están preparados

Recluidos y conectados, mostramos y vemos las casas de nuestros conocidos más que antes. “Me resulta algo irreal ver en las redes sociales y en los medios tantos pisos con balcón, amplios y modernos”, resalta Marta, que vive sola en un pequeño piso que da a un patio interior. “Yo llevo ocho años viviendo entre Getafe y Madrid, en cinco pisos diferentes y solo uno era exterior. Y tampoco tenía balcón. Entre mis amigas hay pisos con balcón, pero también muchos bajos sin luz, casas minúsculas y buhardillas”.

Los pisos interiores y oscuros son de los peores preparados para pasar días enteros sin salir. “Las viviendas de principios del siglo XIX se metían hasta el fondo del edificio como si fueran serpientes. Tienen exterior el salón; el resto se distribuye en pequeños patios interiores”, apunta la arquitecta Stanich. “¿Qué han hecho los inversores para hacer vivienda nueva? Dividirlos. No son casas pensadas para ser de interior: los patios son muy pequeños, no son corralas. Suelen ocuparlas estudiantes o gente que pasa mucho tiempo fuera”.

Los patios interiores se siguen haciendo, aunque las normativas cambian. “Las normas de habitabilidad y salubridad garantizan unos patios que yo diría que son dignos para un uso cotidiano”, añade Comerón. “Pero hay una cuestión de mirada más larga, de sostenibilidad y ahorro de energía. Por ejemplo: es más eficiente una vivienda que pueda ventilar en sus dos fachadas. Eso requiere una transformación en la ciudad”.

Aunque los planes de ensanche de Madrid y Barcelona nacieran con la idea de ser manzanas con grandes y verdes patios en el interior, la realidad y el precio del suelo los convirtieron en algo más apretujado. En Madrid, por ejemplo, apenas quedan un par de manzanas del barrio de Salamanca con árboles dentro. Desarrollos contemporáneos, como los de los PAUs, sí se componen de urbanizaciones cerradas con piscina y jardín en su interior.

“Algo muy alemán, a diferencia de las ciudades españolas, son los árboles en patios interiores. También hay muchas casitas con jardín y barrios de baja densidad, que en España son de clase alta y en Alemania más transversales”, considera Caballero. “Aquí será más llevadero. Hay más contacto con la naturaleza. En los edificios de pisos ahora mismo la gente se tira de los pelos”. 

Todos los arquitectos consultados coinciden en que, si se prolonga, esta situación cambiará de algún modo la forma de diseñar viviendas en el futuro. “Si todo el mundo se sube al carro del teletrabajo, se replantearán cosas”, continúa Caballero. “Probablemente las casas empiecen a incluir un pequeño espacio de 'home office'. También hay una especie de consenso en urbanismo de que la ciudad compacta del centro es en la que más se socializa. Pero para pasar la cuarentena la ciudad poco densa es más llevadera”

“Hay que adecuar el parque a las necesidades no solo energéticas, sino funcionales y de calidad de vida”, concluye Comerón. “La renovación debe ser más profunda que cambiar fachadas. El reto es mayor. Una de las cosas buenas que quizá nos deje esto es que le empecemos a prestar mayor atención”.

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