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La inflación se modera al 9% en septiembre, 1,5 puntos menos, por la caída de carburantes y electricidad

Un puesto de frutas en un mercado municipal de Madrid.

Daniel Yebra

29 de septiembre de 2022 09:02 h

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El Índice de Precios de Consumo (IPC) disminuyó seis décimas en septiembre en relación al mes anterior y recortó de golpe su tasa interanual 1,5 puntos, hasta el 9%, bajando de los dos dígitos después de haber encadenado tres meses consecutivos por encima del 10%, según los datos avanzados publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Electricidad y carburantes cayeron y ofrecieron cierto aliento a la economía, asfixiada en una crisis energética que se ha convertido en una crisis de inflación general que está dañando el crecimiento y, sobre todo, a las familias más pobres, que dedican una mayor parte de sus ingresos precisamente a energía y a alimentación.

Está en juego pasar frío en invierno y amenazada la posibilidad de llevar una dieta sana por la escalada de los precios, incluso el riesgo de generalización de situaciones más extremas, por lo que el dato del IPC de septiembre, tanto por su moderación en tasa interanual (la segunda mayor caída desde abril de este año) como en tasa mensual (la mayor caída desde julio de 2021), que deberá ser confirmada por Estadística a mediados del mes que viene, es una buena noticia.



Según el avance de septiembre, el IPC general es 1,8 puntos inferior al techo de esta crisis de precios por la invasión rusa de Ucrania, el 10,8% de julio, su nivel más alto desde septiembre de 1984, frente al mismo mes del año anterior. Con esta moderación de 1,5 puntos, la inflación suma dos meses consecutivos de descensos en su tasa interanual después de que en agosto bajara tres décimas, hasta el 10,5%.

Según el propio INE, la moderación del IPC interanual hasta el 9% se debe, principalmente, a la bajada de los precios de la electricidad y, en menor medida, al abaratamiento de los carburantes y del transporte. Fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos defienden que “la reducción de la inflación pone de manifiesto el impacto positivo de las medidas puestas en marcha para amortiguar el alza de los precios, especialmente las dirigidas a fomentar el transporte público”.

“A pesar de las tensiones en los mercados energéticos, la tendencia decreciente de la inflación se mantendrá en los próximos meses, en ausencia de nuevos acontecimientos”, continúan desde el Ministerio que dirige la vicepresidenta Nadia Calviño.

La caída de los carburantes y de otras materias primas, la descongestión de las cadenas globales de suministro, el final de la temporada alta de turismo, el incremento de los tipos de interés del BCE y la contención de los salarios son factores positivos para los precios en los próximos meses. La crisis tuvo su origen en la energía (gas, carburantes, electricidad...) en 2021, se exacerbó con la invasión rusa de Ucrania y se ha extendido ya a toda la cesta de la compra, con especial incidencia en la alimentación en los últimos meses.

Mayor caída mensual desde julio de 2021

En términos mensuales (septiembre respecto a agosto), el IPC registró un descenso de seis décimas, su mayor retroceso desde julio de 2021, cuando bajó ocho décimas.

Y todavía mejor noticia si cabe es que la inflación subyacente (el cálculo del IPC que excluye la energía y la alimentación no elaborado, y que se considera menos volátil) disminuyó en septiembre dos décimas, hasta el 6,2%, situándose casi tres puntos por debajo del IPC general.



Es el primer descenso que registra la inflación subyacente tras catorce meses consecutivos de ascensos, que llevaron a este índice a alcanzar el mes pasado su nivel más alto desde enero de 1993.

La inflación subyacente ofrece una visión más estructural de los precios. Su incremento en agosto hasta el 6,4%, tras el 5,5% interanual de julio, indicó la persistencia de las subidas de precios por una escalada generalizada de los costes de las empresas, en todos los sectores de actividad. El primer daño y el más grave es la pérdida de poder adquisitivo de las familias, que ven cómo sus salarios o sus rentas dan para menos cada mes. Sobre todo en el caso de los más pobres.

¿Efecto BCE?

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, anunció a principios de septiembre un aumento de los tipos de interés de referencia del 0,75%, el mayor de la historia de la eurozona, hasta el 1,25%. Otra subida tras la primera en julio del 0,5%, desde el 0%, un cambio radical de la política monetaria que se se había mantenido durante años para favorecer la salida de la Gran Crisis Financiera de 2008, primero, y para superar la pandemia, después. Lagarde adelantó que seguirá incrementado los tipos en los próximos meses.

Es la estrategia adoptada por el BCE, y se basa en enfriar la economía con este encarecimiento de los préstamos e hipotecas. Eso sí, se trata de una medida que encuentra distintas críticas. La primera, que el origen de esta crisis de inflación está en la energía. La segunda es que esta misma crisis de precios del petróleo, del gas natural y de otras materias primas se exacerbó por la invasión rusa de Ucrania.

Ni el crudo ni el gas van a responder a un endurecimiento de las condiciones de financiación. En última instancia, reaccionarán al hundimiento de la demanda, si la recesión profundiza, pero ni siquiera eso evitará la amenaza de cortes del flujo de gas desde Rusia o del recorte de producción de las dictaduras que producen la mayor parte del petróleo. Mucho menos afectará una subida de tipos a la guerra, una cuestión humanitaria y geopolítica.

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