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La olímpica Leire Olaberria denuncia discriminación en la Federación de Ciclismo: “La maternidad en el deporte es un problema”

Leire Olaberria con su hijo.

Ana Requena Aguilar

Hay un antes y un después en la carrera deportiva de la ciclista de alto nivel Leire Olaberria. Bronce en Pekín, campeona de España y del mundo, ese punto de inflexión podría haber sido una lesión, un bajón anímico, un problema personal. Sin embargo, Olaberria se encontró con la misma losa que tantas mujeres en tantos otros sectores: la discriminación por maternidad. La ciclista acaba de denunciar a la Federación Española de Ciclismo ante la Unión Ciclista Internacional por el “trato discriminatorio que está sufriendo como consecuencia de su maternidad”. Una situación que también ha puesto en conocimiento del Consejo Superior de Deportes y del Ministerio de Igualdad.

Olaberria llegó “tarde” a la competición profesional, al final de la veintena. Su mejor resultado, la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín, lo consiguió a los 31. “Yo me he entregado siempre en cuerpo y alma a mi trabajo, nunca me planteaba mi género. Pero esa etapa de grandes resultados coincidió con la edad en la que me planteaba la maternidad. Hemos crecido en una cultura deportiva que hace creer que la maternidad es algo que tienes que hacer al final de tu carrera. A mí me hacía plantearme una gran pregunta, ¿voy a poder ser madre y mantenerme en el circuito?”, explica la ciclista. Con esa pregunta martilleándole la cabeza siguió adelante con su carrera y cosechando éxitos.

En 2016 la temporada empezó mal: un virus le impidió comenzar la competición y eso le restó unos puntos que le impidieron acudir al Europeo. Su remontada hizo que optara a clasificarse para los Juegos de Río, pero finalmente se quedó a diez puntos del logro. “Entonces, sentí que era el momento. Dije: voy a hacer mis juegos olímpicos personales, esos que hasta ahora no he podido hacer. Así que decidí ser madre con la incógnita de saber si podría volver a la pista”.

En diciembre de 2016 nació su hijo y cuatro meses después Olaberria había vuelto a la competición nacional. A los cinco ya estaba en el circuito internacional. Sin plan ADO (su no clasificación para los Juegos hizo que se quedara sin beca), su apoyo fue un equipo creado con la ayuda de la diputación de Guipúzcoa. “Se me planteó volver para competir a nivel internacional y ayudar a jóvenes talentos. Me pareció un reto. No sabía como iba a ser tener un hijo, la lactancia, el cuidado. Pero ahora puedo decir que he podido volver con la misma calidad en la competición”, dice.

Los buenos resultados volvieron. En septiembre de 2017, el seleccionador nacional, Raúl Mena, la convoca para una concentración en Mallorca y ahí empiezan los problemas. Puesto que las tres ciclistas que tenían que viajar eran de su misma zona, Olaberria plantea que la concentración sea en Guipúzcoa y así facilitar la conciliación. “Se me dice que tiene que ser en Mallorca. Así que voy para ya pero soy yo la que tengo que correr con los gastos de mi hijo y de la persona que me acompaña. Era la única forma de conciliar teniendo un bebé de unos meses, pero la Federación no se hace cargo de esos gastos”, apunta.

Sus demandas de conciliación, dice, producen cambios. El seleccionador la convoca para participar en el campeonato europeo, pero sin su pareja habitual, con la que ha cosechado sus triunfos. “Se me plantea ir pero con una pareja con la que no he trabajado y sin ambiciones de ganar. Y teniendo que correr yo con los gastos si quería llevar a mi hijo. Así que dije que en esas condiciones no iba”. Aunque Leire Olaberria pronuncia sus primeras quejas, la Federación le asegura que todo se debe a criterios técnicos. Resultado: “Desde entonces nunca más me han convocado”.

Olaberria sigue considerada como deportista de alto nivel por el Consejo Superior de Deportes. Ella y su pareja de competición consiguieron el 70% de los puntos que permitieron que la selección española de ciclismo estuviera en las copas del mundo en ese tipo de prueba. En su poder tiene cartas de técnicos reconocidos que certifican su nivel de forma y la ausencia de conflictos con otros entrenadores. Pero la respuesta por parte de la Federación sigue siendo que se trata de problemas técnico deportivos y no de discriminación.

Denuncia ante la UCI

Este jueves, su abogada, María José López, presenta ante la Unión Ciclista Internacional una denuncia por trato discriminatorio contra la Federación Española. Se está produciendo, aseguran, “un trato discriminatorio de los que está tipificado en el Código Ético de la UCI”. “Hemos recabado todo tipo de pruebas que evidencia estos hechos. Teniendo en cuenta su condición de deportista de Alto Nivel, su trayectoria y su reincorporación con buenos resultados, una vez fue madre. De hecho, tenemos informes de técnicos acreditados que avalan su estado de forma en su reincorporación”, dice un escrito que la abogada remitió a la Federación hace días para avisar del procedimiento y exigir una reacción.

El presidente de la Federación, José Luis López Cerrón, insiste a eldiario.es que “no existe caso Leire Olaberria”: “El comité de competición dictaminó que es un tema deportivo. Ella pidió una habitación aparte en la concentración y se le concedió, aunque luego decidió ir a un apartamento. El problema empieza cuando el seleccionador le plantea competir con otra compañera”. Sobre si la Federación se hizo cargo de los gastos de la ciclista asegura no saberlo con certeza, así como tampoco si cuentan con medidas de conciliación o que prevean la posibilidad de que algún o alguna deportista esté de baja o solicite su derecho a conciliar. “Seguramente porque hemos firmado protocolos de todo tipo, también de acoso”.

López Cerrón asegura que el criterio que vale es el los seleccionadores. ¿Aunque pueda implicar discriminación o prejuicios? “Siempre hay protestas cuando un seleccionador convoca a unos y otros no. Nunca hemos tenido ningún problema con ninguna ciclista”, zanja.

Para la abogada de Olaberria, se trata de un caso claro de “discriminación por motivos de maternidad y conciliación”: “Es un tema de derechos fundamentales, no técnico deportivo disciplinario”. Las federaciones, dice, no tienen previsto los embarazos, las bajas ni la conciliación. “El mundo deportivo no tiene solventado que una deportista sea madre y quiera conciliar. Este tipo de procederes se deberían adecuar al siglo XXI, la Ley de Igualdad parecen ni conocerla. Estamos hablando de una deportista que ha dado muchos triunfos a este país, lo mínimo es escucharla y que la reciban”, reclama la letrada.

Un problema generalizado

El caso de Olaberria se suma a otros, como el de Blanca Manchón o como el de futbolistas que han denunciado cláusulas antiembarazos o la falta de contratos profesionales, que muestran que el deporte profesional sigue ciego a la igualdad. “Las deportistas sabemos que desde el momento en que digamos algo sobre ese tema vamos a tener problemas. Por eso, yo solo me dedicaba a entrenar como una burra y decirle a todo el mundo que donde había que hablar era con las piernas en la pista. Hasta que me dí cuenta de que para nosotras eso no es suficiente”, dice ahora la ciclista.

La presidenta de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional, Mar Mas, asegura que cuesta mucho que las deportistas denuncien o hagan públicos este tipo de discriminaciones por miedo a dejar de competir. “Sus mejores años de vida deportiva coinciden con los años en los que muchas se plantean su maternidad. Si deciden hacer las dos cosas, el sistema las expulsa porque suponen un problema”, dice Mas. Le legislación, prosigue, no protege suficientemente a las mujeres deportistas y el tejido federativo “carece de perspectiva de género y sigue dominado por hombres”.

Olaberria confirma que las condiciones de trabajo de las ciclistas de élite están lejos de la profesionalidad. Como sucede en otras disciplinas, “los convenios colectivos son solo para hombres así que no todas las ciclistas tienen contratos profesionales”, con las consecuencias que eso conlleva para sus derechos laborales. La maternidad, las bajas o los derechos de conciliación sencillamente brillan por su ausencia en lo que a las deportistas se refiere.

“Siento que me se ha discriminado. No he tenido las mismas condiciones que mis compañeros ni que muchas compañeras. He llegado a pensar que yo había hecho algo mal, pero mucha gente me animó a pelearlo porque esto no estaba bien. Lo más sencillo hubiera sido dejarlo, pero si hacía eso la siguiente se iba a encontrar con el mismo muro”, concluye.

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