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El misterio del ‘unicornio’ Domestika: de captar cien millones de euros a echar a la mayoría de su plantilla

Un ordenador en la página web de Domestika.

Laura Olías

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Hace algo más de un año, Domestika era señalada como una historia de éxito de las empresas digitales españolas. En enero de 2022, tras una ronda de financiación que logró 110 millones de dólares (unos 97 millones de euros), la compañía de cursos online se convertía en 'unicornio', el club de las compañías valoradas por encima de la barrera de los mil millones de euros. En 2021, había crecido muchísimo, disparando su negocio, plantilla y estudios en el extranjero. Pero poco después de alcanzar este hito de inversión, “empezaron a desmantelarlo todo”, explican desde su plantilla en España, que afronta en estos días su segundo ERE en lo que va de año. Afecta a 89 personas, el 65% del personal de sus estudios de grabación de Madrid.

“Cerraron todas las sedes que habían abierto en el extranjero. Perú, Chile, Colombia... todas las de Latinoamérica y luego también las europeas: Reino Unido, Italia, Francia y Alemania. Algunas llevaban solo unos pocos meses abiertas. Después de invertir en hacer reformas en los locales, los cerraban, todo rarísimo”, explican a elDiario.es miembros del personal de Domestika, que piden guardar su anonimato. “Ha habido estudios con mudanzas durante el verano y que en septiembre estaban cerrando”, pone a modo de ejemplo una trabajadora. 

Domestika, start up española –que se llevó rápidamente su sede a California– comenzó como un foro de profesionales del diseño y la creatividad a comienzos de la década de los 2000, pero desde 2014 inició su actividad de venta de cursos online. “De 2014 a 2018 no tuvimos un duro”, decía el CEO de Domestika, Julio G. Cotorruelo, a El Periódico de España hace unos meses.

El directivo no ha respondido a las preguntas de elDiario.es, que no ha podido contactar con nadie de la compañía para este reportaje sobre los masivos recortes de personal.

Crecimiento “salvaje” que se evaporó en meses

Desde 2018, Domestika empezó a conseguir fondos en rondas de financiación y después disparó su negocio durante la pandemia, ante los confinamientos y cuando las medidas sanitarias limitaban el ocio y otras actividades y la gente pasaba más tiempo en casa. “Era algo temporal, coyuntural por lo que estábamos viviendo y todos lo veíamos”, explican varios empleados. “Pero la empresa inició un crecimiento salvaje, con aperturas de estudios en varios países simultáneamente”, continúan desde la plantilla.

Un crecimiento que sobre todo tuvo lugar en 2021, superado ya lo peor de la pandemia, destacan en la representación de los trabajadores que negocia estos días el ERE. Ese año el negocio se disparó, desde una facturación de unos nueve millones en las filiales españolas en 2020 hasta los 19 millones en 2021, según recogen sus cuentas, que sin embargo presentan un balance final de pérdidas, de unos 209.000 euros.

“El pico del crecimiento de empleados, de los estudios que se abrieron a nivel internacional, sucedió todo en 2021, a la plantilla no nos cuadraban los números”, apuntan.

“En una reunión el CEO nos dijo que habíamos estado viviendo en una situación en la que el mercado pedía crecimiento, que la inyección de los inversores querían ver esos crecimientos. Como que tenías que abrir una sede en Londres, porque eso es lo que pedía el mercado”, explica un miembro de la plantilla. “Ahora nos dice que el mercado ha cambiado, que pide rentabilidad”.

Los trabajadores y la representación legal de la plantilla en el proceso de ERE, a cargo de la cooperativa de abogados Colectivo Ronda, destacan el limitado periodo de tiempo entre una y otra estrategia empresarial. “La inversión levantada en esta última ronda de financiación nos ayudará a mantener este impulso y abrir camino en nuevos territorios”, afirmaba Julio G. Cotorruelo a Cinco Días tras lograr los casi cien millones de financiación de enero de 2022.

Pocos meses después, Domestika estaba cerrando oficinas y despidiendo personal en todo el mundo. Por ejemplo en abril, la empresa llevó a cabo decenas de despidos en España, el inicio del descalabro en el número de trabajadores del corazón de la compañía.

Dos (“o tres”) ERE en España

Los despidos de abril es lo que desde la plantilla se denuncia como el primer ERE en España, “un ERE encubierto”. La compañía tramitó los despidos de manera individual, pero un colectivo de una treintena de trabajadores se unieron y demandaron esta maniobra irregular a través de Colectivo Ronda, de la mano de la abogada Esther Comas. El conflicto concluyó con un acuerdo económico para los demandantes en la fase de conciliación previa para evitar el juicio. “Los despidos alcanzaron a más personas, calculamos que unas 70”, indican desde la plantilla.

Después de estas salidas, Domestika ha iniciado otros dos ERE más, en sus dos empresas en España: DMTSK y Estudios de Grabación Digital. DMTSK, más centrada en las finanzas, marketing, diseño de producto y programación de los cursos, ha sufrido un despido colectivo de “88 trabajadores sobre un personal de unas 140 personas”, explican los empleados. Es decir, más del 62% del personal se ha quedado en la calle.

La segunda, Estudios de Grabación Digital, con el personal creativo y audiovisual que produce los cursos, se enfrenta ahora a “89 despidos de un total de 135 trabajadores, el 65% de la plantilla”, explican desde la parte trabajadora que negocia el ERE. El periodo de consultas del despido colectivo finaliza el próximo 6 de junio, periodo en el que la plantilla intenta evitar la medida o, al menos, minimizarla. “No hay motivos que justifiquen el ERE”, defiende su abogada, Esther Comas, que subraya que Domestika “alega causas económicas, pero no presenta cifras de las cuentas oficiales”.

“En muchos casos en los que hemos tenido ocasión de asesorar a los trabajadores afectados -explica la abogada- las direcciones argumentan presiones por parte de los fondos inversores que han aportado capital para aumentar la rentabilidad por la vía de la disminución de gastos o la reducción del tiempo previsto para alcanzar un resultado positivo”. Pero Comas subraya que “ni Domestika ni ninguna otra start up puede utilizar los puestos de trabajo como si fueran un mero recurso susceptible de ser negociado con fondo inversores”.

Ante una plantilla “en la mínima expresión”, la abogada explica el gran temor de los empleados que se quedan por el futuro de la compañía. Varios miembros de la plantilla explican que hay mucho trabajo acumulado, de cursos grabados en el pasado, “pero el personal que se queda no podría con todo”. Entre los trabajadores, lo que más se repite es la sospecha de venta de la empresa, una vez que logró la insignia de 'unicornio'. “Hay una sensación de que esto no acaba aquí”, lamenta una trabajadora.

Se ha difundido también un discurso de sustitución de trabajadores por inteligencia artificial, con herramientas como ChatGPT, pero desde la plantilla indican que por el momento afecta a una mínima parte de las personas despedidas. “Parece que hay algo en traducción y tareas así, pero hay muchos puestos creativos y de audiovisual que no se pueden sustituir”, explican.

En el caso de que perdure la compañía, los trabajadores de Domestika destacan su inquietud por “la calidad de los cursos” tras este proceso de desmantelamiento de las plantillas que los elaboran. “A nivel económico puede que les funcione, pero a nivel del producto, ¿van a seguir siendo buenos los cursos de Domestika?”, se pregunta una trabajadora.

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