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ENTREVISTA
Óscar Bayona, Salud Laboral de CCOO

“Proteger a los trabajadores del calor es como la prevención ante incendios: hay que hacerla antes o puede ser tarde”

Un obrero subido a un andamio en un edificio en construcción.

Laura Olías

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Cuesta poner un pie en la calle. En plena ola de calor, los termómetros escalan por encima de los 40 grados en numerosas regiones de España. Hay quienes no tienen otro remedio porque trabajan a la intemperie, también en días como estos. Los especialistas en Salud Laboral advierten de que en ocasiones es necesario interrumpir o posponer el trabajo ante temperaturas extremas, al igual que puede suceder con otras inclemencias climatológicas como una fuerte tormenta o una nevada. “Hay que incorporar este riesgo al día a día de la acción preventiva, porque además cada vez va a ser más frecuente con el cambio climático”, explica Óscar Bayona, miembro de la Secretaría de Salud Laboral de CCOO.

“Jornadas de calor extremo en nuestro país siempre se han producido. Lo que tenemos que ir asumiendo, si no lo hemos hecho ya, es que estas jornadas van a aumentar producto del cambio climático. Van a ser más frecuentes estas olas de calor y se van a prolongar durante más tiempo, con temperaturas más altas”, advierte Bayona.

Un vistazo a las noticias de este verano lo indican. Grecia en llamas, la ola de calor mortífera en Canadá, temperaturas récord en nuestro país... El experto en salud laboral llama a reaccionar desde una lógica de protección de los trabajadores ante un peligro en muchas ocasiones ignorado, o normalizado por frecuente (“en verano siempre hace calor”), pero que está demostrado que puede tener graves consecuencias en la salud. Y que va en aumento a nivel mundial.

“El principal riesgo es el estrés térmico. Puede producirse por frío, pero se suele pensar más en calor, sobre todo ahora con estas temperaturas. Los trastornos que produce el calor en la salud van desde fatiga, dolor de cabeza, mareos, calambres, vómitos... Luego pasaríamos a efectos de mayor gravedad, como el golpe de calor, que es bastante más peligroso porque incluye la subida de la temperatura corporal por encima de los 37 grados, aumento del pulso cardiaco, pérdida de conocimiento e incluso la muerte”, explica Bayona.

El calor excesivo puede también empeorar patologías previas de los trabajadores, recuerda el sindicalista, así como provocar accidentes laborales debido a que la persona trabajadora no se encuentre bien o no esté centrada debido a las excesivas temperaturas.

El jornalero Eleazar Blandón murió el año pasado en Murcia tras sufrir un golpe de calor. El trabajador, migrante de origen nicaragüense, fue abandonado en la puerta del servicio de urgencias del centro de salud Lorca-Sutullena. Ese día las temperaturas sobrepasaron los 40 grados en Lorca. Este verano, que se anticipaba de temperaturas récord, jornaleros de la región murciana levantaron la voz para que Blandón no quedara en el olvido. Para que no se vuelva a repetir la tragedia, que a menudo cae como un titular aislado. “Muerte por golpe de calor del trabajador que asfaltaba una carretera en Sevilla”.

¿Con estas temperaturas extremas hay que mantener el trabajo al aire libre? “Depende”, responde el experto en salud laboral, que considera que cada empresa debe evaluar los riesgos a los que se enfrenta, determinar diferentes escenarios que puedan suponer un peligro para la plantilla y, en función de estos, acordar las medidas que sean necesarias para neutralizarlos. En caso de que el riesgo sea muy alto, “nuestro consejo en CCOO es aplazar el trabajo”. Anteponer la salud del trabajador o trabajadora y derivarle a otras tareas o recuperar las horas en otro momento donde las temperaturas no sean tan peligrosas.

“En caso de que el trabajo no pueda aplazarse, la empresa debe implantar todas las medidas necesarias. Nosotros recomendamos que se dé un documento por escrito con los riesgos a los que se expone la persona, que los trabajos nunca se realicen en solitario y que incluso haya servicios médicos o un recurso preventivo para asistir a los trabajadores si es necesario”, detalla Óscar Bayona. En casos de calor menos extremo, pero aún así peligroso, es más factible mantener el trabajo con algunas medidas preventivas que protejan al personal.

Pero lo más importante, indica Bayona, es actuar con antelación. “Desde el punto de vista de salud laboral, insistimos en que igual que los incendios se previenen en el invierno, en esta situación de alta exposición a las altas temperaturas se tienen que tomar esas medidas de prevención antes de que se produzcan estas situaciones extremas. Antes de que sea tarde. Hay que incorporar este riesgo al día a día de la acción preventiva y que la gente esté preparada”, recomienda.

Mientras que en los centros de trabajo en interiores hay legislación muy detallada de las temperaturas a las que debe trabajar la plantilla –entre 14 y 25 grados si se realizan “trabajos ligeros”, por ejemplo–, no hay una regulación similar con los trabajos al aire libre, explica Bayona. “Por ejemplo en las fincas agrícolas, en áreas de construcción o industrias extractivas, en las que no tenemos esa referencia”.

“Lo que no se evalúa no se protege”

Desde Salud Laboral de CCOO recomiendan que el primer paso para proteger a los trabajadores del calor es “decidir un método para definir el estrés térmico de origen ambiental” en estos trabajos al aire libre. Es decir, en qué circunstancias el calor comienza a ser un riesgo. “Hay que tener en cuenta tres variables, la temperatura, la humedad y otra es la velocidad del viento. Nosotros solemos recomendar el índice de calor de la OSHA (pdf), la Agencia de salud laboral de EEUU, que establece un método sencillo con tablas en función de estas variables y determina cuatro situaciones de riesgo o peligro. Con cada una, se deberían implementar una serie de medidas”, afirma Bayona.

Elegido un sistema de evaluación, la medición del riesgo de estrés térmico debería incorporarse como un peligro más de los que las empresas deben proteger a los trabajadores, según exige la normativa de prevención de riesgos laborales. Las empresas que no protegen a sus trabajadores frente al calor se enfrentan a multas de hasta 819.780 euros en los casos más graves, recordaba recientemente el Ministerio de Trabajo. La Inspección de Trabajo ha desplegado este verano una campaña informativa para evitar los golpes de calor, que además incluye la prioridad de las denuncias por este motivo que se presenten ante la 'policía laboral'.

“Valoramos muy positivamente la campaña de la Inspección. Es importante que las empresas estén concienciadas y que los trabajadores sepan que pueden denunciar. Lo que no se evalúa no se protege muchas veces, así que es importante concienciar de que es un riesgo que tiene que medirse y prevenir”, añade Bayona.

“Hay que recordar que algunos de estos sectores más expuestos a este peligro son altamente precarizados, en los que hay baja presencia sindical e incluso con gran presencia en la economía sumergida. Ahí es difícil llegar para los sindicatos y establecer un control, por lo que es determinante contar con la Inspección de Trabajo”, prosigue.

El sindicalista también destaca la importancia de la formación de los recursos preventivos en las empresas, “que sepan detectar los riesgos y cómo actuar”, así como del conjunto de la plantilla. “Que los trabajadores sepan detectar los primeros síntomas si se encuentran mal”. Destaca que la formación de los trabajadores en “primeros auxilios” puede salvar vidas, tanto ante este como otros riesgos.

“Se puede actuar”

Una de las máximas del especialista en salud laboral es la capacidad de acción. Que estas situaciones extremas no tienen por qué pillar a nadie desprevenido, dada la información que brindan hoy en día los servicios meteorológicos, que permiten conocer la previsión del tiempo con una semana de antelación.

“Se puede actuar”, insiste Óscar Bayona. “Sabemos cómo y dónde va a haber temperaturas extremas y a qué horas. Lo podemos prevenir, se puede abordar en la negociación colectiva. Las medidas generales que puede programar una empresa son proporcionar espacios de sombra, espacios para el descanso de la plantilla, aumentar los descansos, el suministro de agua fresca, planificar el trabajo para evitar las horas de mayores temperaturas, suministrar ropa de trabajo específica para este tiempo, también con protección contra rayos UVA, ya que la radiación solar es un agente cancerígeno y hay que controlarlo...”, resume.

Bayona considera que aún hay “mucho por hacer” para prevenir frente al estrés térmico, aunque destaca que ya hay convenios colectivos en los que se abordan estas cuestiones en la negociación colectiva. Por ejemplo, convenios de la construcción en las provincias andaluzas para que no se trabaje a determinadas horas de mucho calor. “Hay que incluir estas cuestiones y luego, cuando se consigue, vigilar que se cumplen. CCOO en Andalucía denunció hace unos días que más de una veintena de empresas en Sevilla no respetaban los límites horarios”, recuerda. “Hay que mentalizar a la gente. Lo que no se puede hacer es trabajar en julio o agosto como se hace en marzo”, concluye.

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