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Desolación ante el cierre de Vestas en León: “Soy mayor para encontrar trabajo y joven para prejubilarme”

Trabajadores de la fábrica de aerogeneradores

Mónica Martín

Los trabajadores de Vestas se han manifestado este jueves en León contra el cierre definitivo de la fábrica situada en Villadangos del Páramo, ya anunciado por la compañía danesa de aerogeneradores. El ERE extintivo se presenta este viernes.

La clausura supone la pérdida de 370 empleos directos y 2.000 indirectos en una zona ya de por sí azotada por el desempleo. La compañía justifica el cese con motivo de “un ajuste a la demanda regional”. Los sindicatos temen que se lleven la producción a países como China o La India.

Tras dos meses de huelga indefinida, y después de que tanto la Junta de Castilla y León como el gobierno central hayan reclamado a la empresa reconsiderar su postura, los trabajadores esperaban retomar las negociaciones. Pero lo que se han encontrado ha sido una carta de ERE y la comunicación del cese de la actividad del centro.

Fuentes de la compañía afirmaron en la última movilización de los trabajadores, el pasado mes de julio, que hasta diciembre de 2018 se garantizarían los empleos fijos. Ahora plantean el cese de la actividad y cerrar una instalación fabril que ha recibido quince millones de euros en ayudas públicas que ya no pueden reclamarse. 

Además, el fabricante danés de aerogeneradores tiene sobre la mesa más de 90 millones de euros en reclamaciones de la Agencia Tributaria por impuestos de los ejercicios 2006 a 2009.

“Hemos luchado para que nos garantizaran el trabajo hasta 2019”, sostiene Juan Francisco García, presidente del comité de empresa y empleado de la planta. El representante de los trabajadores añade que no quieren indemnizaciones “sino soluciones”.

Incertidumbre laboral

García tiene 54 años y formaba parte de la plantilla de Vestas desde hace 11 años. “Me he implicado al 100% con la empresa y ahora estoy en tierra de nadie”. Le preocupa no volver al mercado laboral. “Soy joven para prejubilarme”. A Paz, operadora logística de Vestas desde hace una década, le ocurre lo mismo: “tengo 56 años, me veo mayor para volver a encontrar un trabajo y joven para jubilarme”, destaca.

Tanto García como Paz ven un futuro “complicado y oscuro”, sobre todo por la edad. Explican que la situación industrial en León no es la más idónea en materia de oportunidades laborales. “Hemos pasado de ser la fábrica de Vestas número uno en el mundo a no ser nada”, subraya Paz haciendo referencia a la calidad y modelos de producción de la compañía. Añade que plantea mudarse ante la incertidumbre e inseguridad laboral que ha provocado el ERE.

Daniel García, electromecánico de Vestas desde la apertura de la planta hace más de 12 años, se siente “engañado”. Tiene 44 años y cuenta que esperaban este ERE a pesar de los “intentos de negociaciones”. Es padre y marido de una mujer pensionista por incapacidad. Ambos están a cargo de dos hipotecas y su posibilidad de traslado es nula por motivos familiares.

Rubén Sánchez, empleado de la fábrica desde hace 10 años, cuenta a eldiario.es que se trasladó de Guadalajara, su ciudad natal, por la despoblación y la falta de oportunidades y ahora “la historia se repite”. Tiene que pagar una hipoteca y ha paralizado sus planes de ser padre.

Toda la plantilla mantuvo “la ilusión hasta el final”. Ahora, intentarán “defender” la fábrica para que se quede en León aunque esté clausurada: “hay una inversión de más de 100 millones de euros de maquinaria por parte de la Junta de Castilla y León”, indica Sánchez.

“Vestas nos ha utilizado y a las instituciones también”, sostiene García. El cierre de la planta del grupo danés en León ha movilizado al Gobierno central y a la Junta de Castilla y León, que han criticado la “deslealtad institucional” de la multinacional por presentar el ERE de extinción de empleo justo antes de reunirse con las Administraciones, y tras recibir millones de euros en ayudas públicas.

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