“Las renovables deben ir más allá de la transición energética y generar impacto positivo en el territorio”
La transición energética tiene por objetivo frenar el cambio climático reduciendo a cero la emisión de gases de efecto invernadero. A este propósito se han sumado recientemente otros dos que la han hecho, si cabe, todavía más urgente. Por un lado, la guerra de Ucrania ha puesto en evidencia la necesidad de que Europa sea independiente energéticamente de Rusia y otros países conflictivos. Al mismo tiempo, España está en una excelente posición para aprovechar la reconversión del sistema energético y convertirse en una potencia suministradora dado el alto número de horas de sol y su generoso régimen de vientos. Sin embargo, el despliegue de renovables ha estado recientemente en el centro de la polémica por las diferentes formas en que se está efectuando en algunas zonas de nuestro país. María Malaxechevarría, directora General de Sostenibilidad de Endesa, explica cómo se debe transitar este camino que lleva al nuevo paradigma y cuál debe ser el papel de las empresas de más largo recorrido en el mercado energético.
¿Por qué hay movimientos y plataformas en contra del despliegue de renovables?
Existe una gran demanda social que exige escuchar las diferentes sensibilidades de los territorios. La clave es diferenciar entre los agentes que realizan adecuadamente el despliegue renovable y los que no lo hacen así.
¿No se trata solo de instalar placas fotovoltaicas y aerogeneradores?
No, ya que las compañías y sus objetivos pueden ser muy distintos. En nuestro caso, Endesa es una empresa industrial con una vocación de permanencia a largo plazo y comprometida con el territorio. Buscamos integrar nuestros proyectos en las zonas donde desplegamos renovables.
¿No es lo mismo que hacen otros operadores?
La gran diferencia es que Endesa no quiere especular, este punto es clave. Existen empresas que compran derechos de conexión para venderlos a terceros. Buscan una muy alta rentabilidad a corto plazo sin escuchar al entorno. Nuestro caso es totalmente distinto: queremos quedarnos a largo plazo y para ello necesitamos contar con el apoyo local. La clave es escuchar y analizar sus sensibilidades. Para permanecer, necesitamos convencer, demostrando con hechos que apostamos por una transición justa, que las renovables crean un beneficio en el entorno mayor que su impacto.
¿Cómo se consigue?
Desarrollando una estrategia basada en la creación de valor compartido. Así, el diseño de nuestros proyectos consta de cuatro fases fundamentales. La primera es de análisis del entorno socioeconómico, patrimonial y medioambiental. En la segunda, identificamos quiénes son los grupos de interés para establecer un diálogo temprano y escucharlos. En la tercera, desarrollamos conjuntamente una serie de actuaciones que creen valor para el territorio y la compañía. Finalmente, la cuarta fase es de medición y nos permite comprobar que el plan se está ejecutando adecuadamente y los resultados son óptimos para todas las partes.
¿Esto ocurre sobre el papel o ya hay ejemplos reales?
Esto ya está sucediendo. Un ejemplo es en Pego (Portugal). Y, sobre todo, nuestro proyecto en Andorra, (Teruel)
Allí había una de las grandes centrales térmicas de carbón de la compañía.
Así es. Ahora está desmantelada y se trata del proyecto más importante que tenemos como compañía, ya que ejemplifica cómo queremos acometer la transición energética de manera justa y cuidando el entorno. De hecho, queremos que sirva de ejemplo a otros operadores.
¿En qué consiste?
El proyecto tiene dos vertientes igual de importantes. Una es la innovación tecnológica de nuestro plan industrial y renovable para contribuir a la descarbonización. Y la otra la innovación de nuestro plan socioeconómico, que permitirá incentivar la actividad en el territorio y crear más oportunidades de prosperidad para toda la zona.
¿Y cómo será esta nueva planta de Endesa en Andorra?
La central tendrá una potencia de 1.800 megavatios procedentes de tecnología solar y eólica de forma híbrida —frente a los 1.100 que tenía la antigua instalación de carbón— y contará con un sistema de almacenamiento, así como otro de producción de hidrógeno verde para permitir descarbonizar sectores cuyo paso a la electricidad es más complicado.
Partiendo de la polémica que existe en algunas zonas de España, quizá interese especialmente el otro proyecto, el socioeconómico.
Ambos son igual de importantes. Esta segunda pata del proyecto busca, seguir generando riqueza y oportunidades, apoyar la diversificación de la actividad económica del entorno para poder crear empleo y fijar población porque se trata de un área que estaba muy vinculada a la producción energética de la central de carbón.
¿En qué consiste?
Durante los dos últimos años, hemos estado escuchando al entorno y formando alianzas con más de 30 agentes locales para desarrollar proyectos paralelos en los tres sectores productivos. En el terreno de las plantas renovables van a convivir tanto nuestra propia actividad como la del sector primario, incorporando agricultura, pastoreo, apicultura o planes de aprovechamiento de recursos endógenos del territorio.
¿Podría poner un ejemplo de esto último?
Apoyamos un proyecto llamado Apadrina un olivo, cuyo objetivo es la recuperación de olivos abandonados para la producción de aceite y la fabricación de conservas vegetales. De esta forma, se recuperarán 50.000 olivos y estaremos apoyando a una actividad fundamental en el entorno, pero que se encontraba en declive. La iniciativa fue impulsada por un agente local hace una década y ahora los consideramos socios de referencia. También vamos a desarrollar un olivar inclusivo de la mano de ATADI, una organización de referencia dedicada a la atención a personas con discapacidad.
¿Y en el sector secundario?
Integramos agentes locales en nuestra cadena de valor. Por ejemplo, tenemos alianzas con empresas como Pretersa para las torres de hormigón de nuestros parques eólicos o como Soltec para los seguidores solares, entre otras. Con este tipo de iniciativas fomentamos la creación de puestos de trabajo en el área de las renovables.
¿Cómo apoya Endesa al sector terciario?
Reforzamos actividades que ya estaban implantadas en la zona, como es el caso del Balneario de Ariño. También impulsamos el turismo en torno al sector de la apicultura y al senderismo. Para materializar todo esto, acompañamos las alianzas con un plan de formación de más de 300.000 horas, que se llevará a cabo durante los próximos tres años para mejorar la empleabilidad y que además nos sirva para que la industria encuentre a talento formado. Por último, son muy importantes las comunidades energéticas en los diez municipios de la zona implicados en nuestro proyecto se estima que se beneficiarán cerca de 3.800 familias
Otro de los temas que suele preocupar en el despliegue de renovables es la protección a la biodiversidad.
Efectivamente es una cuestión que no para de crecer en importancia. En el caso de Endesa, todos nuestros proyectos deben cumplir con las exigencias de una declaración de impacto ambiental. La protección a la biodiversidad se debe tener en cuenta desde el diseño mismo del proyecto. En nuestras instalaciones conviven ovejas con especies vegetales fundamentales para la apicultura, por ejemplo.
¿Oportunidad o necesidad?
Los dos conceptos son válidos. Por un lado, tenemos un reto existencial, el cambio climático que nos lleva a la necesidad de descarbonizar el sistema energético y productivo. Al mismo tiempo, se ha puesto en evidencia que los combustibles fósiles están en el centro de conflictos geopolíticos. Esto ha abierto la oportunidad, casi obligada, de traer esa necesidad aún más al frente y acelerarla en la medida de lo posible. En este contexto, España puede estar en la primera línea del paso hacia la independencia energética europea y, además, crecer industrial y económicamente gracias a ello.
¿Y cómo se implica a toda la sociedad?
Actuando desde todos los ámbitos. Todos podemos contribuir: ciudadanos, medios de comunicación, administración y también la empresa privada.
Sin embargo, existe el fenómeno del ecoblanqueo: ¿Cómo lo podemos evitar?
Es cierto que algunas empresas pretenden mostrarse como amigables con los criterios de la sostenibilidad sin tenerlos realmente en cuenta. Para que una compañía contribuya con la transición energética se debe implicar a todo el organigrama y además integrar la sostenibilidad en el modelo de negocio, de forma que cada proyecto se atenga, ya desde la fase de diseño a unos requisitos sostenibles.
¿Endesa predica con el ejemplo?
Sí. Tanto es así que contamos con un ambicioso Plan de Sostenibilidad aprobado por el consejo de administración con más de 130 objetivos cuantitativos medibles y con unos indicadores que nos permiten evaluar constantemente todo el proceso. Es una muestra de nuestro compromiso, real, con la sostenibilidad. No puede ser de otra manera: éramos una empresa ligada al carbón y ahora aspiramos a convertirnos en una compañía 100% renovable en el año 2040. Tenemos una hoja de ruta muy clara que conlleva abandonar también el gas, así como evitar, reducir y compensar —allá donde no podamos actuar directamente— nuestra huella de carbono.
¿Dónde no pueden actuar directamente?
A medida que avancemos en el cumplimiento de nuestra hoja de ruta, las emisiones de gases de efecto invernadero serán residuales y seguramente procederán únicamente de algunos puntos de la cadena de suministro, aunque ya trabajamos para que los socios, proveedores y colaboradores también midan su huella y tengan objetivos de reducción.
¿Ejerciendo de vehículo tractor?
Somos líderes en este sector y, si queremos predicar con el ejemplo, debemos ser sostenibles aguas arriba y aguas abajo. Trabajamos intensamente para que nuestros socios, proveedores y colaboradores respeten una serie de criterios básicos de sostenibilidad, desde medioambientales a la contratación de mano de obra local o incluyendo el cumplimiento efectivo de los derechos humanos. Se trata de acompañar a toda nuestra cadena de valor
¿Cómo imagina la situación del sector de aquí a 2030?
Creo que estamos ante una oportunidad única y entre todos podemos aprovechar este tren. Hay que abrazar este salto tecnológico y debemos hacerlo bien. En consonancia con un desarrollo territorial adecuado que atienda a la sensibilidad local, demostrando que somos agentes comprometidos que buscamos crear valor compartido con el entorno. Tenemos que ganar, por supuesto, todas las licencias administrativas, pero también la licencia social, la de las personas. La transición justa es una tarea de todos que las empresas tenemos que liderar con el ejemplo.