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Aire acondicionado y COVID-19: seguro en casa, no tanto en comercios concurridos

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Eva San Martín

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Coronavirus y aire acondicionado: lo que sabemos hasta el momento (y lo que no)

El coronavirus no solo se propaga por las gotas que desprende una persona contagiada al hablar, toser o estornudar. También viaja en forma de aerosoles o microgotitas por el aire, “un medio donde sabemos que el virus es capaz de subsistir tres horas y circular con las corrientes de aire”, explica Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y Familia (Semg). En un espacio exterior, como un parque o la calle, el contagio por los aerosoles del aire no supone mayor problema porque la posible concentración de coronavirus se diluye mucho, y la cantidad de partículas por metro cúbico (m3) de aire es muy pequeña.

Todo lo contrario de lo que ocurre en el supermercado, la farmacia, un comercio, una oficina, un local de restauración, un vagón de metro; sobre todo, si hay aglomeración de personas. En un local cerrado con gente hablando o con la posibilidad de que tosan o estornuden, el riesgo de que aumente la concentración de partículas con coronavirus del aire es mucho mayor; y con él, también se incrementa el peligro de contagio por inhalación directa de los aerosoles en el aire o por el depósito de estas gotitas en las superficies.

Encender el aire acondicionado en estos locales no mejora las cosas. “El coronavirus puede viajar, y de hecho viaja, por los conductos de aire acondicionado de los lugares públicos”, apunta el médico. No es el único experto que advierte de este riesgo. Maria dels Àngels Calvo, catedrática especialista en Microbiología de la Universidad Autónoma de Barcelona, explica que “puesto que el coronavirus puede mantenerse en aerosoles o partículas microscópicas del aire, también se propaga de este modo por el ambiente”. Y recuerda que diversos estudios recientes señalan “la posibilidad de que el coronavirus persista en el aire acondicionado y que, por tanto, se extienda o se propague a partir del aire que dispersan”.

Calvo se refiere, entre otros, al estudio realizado por un grupo de investigadores chinos que concluye que el sistema de aire acondicionado de un restaurante en la ciudad de Guangzhou diseminó las gotas con patógeno por el local, infectando a diez de las personas que estaban comiendo. Otro estudio afirma que el sistema de ventilación fue clave en la expansión de la enfermedad entre los trabajadores de un call center en la capital de Corea del Sur. “Además, estos estudios confirman que el nivel de contagio crece en los puntos hacia los que se dirige la corriente; y que el aire acondicionado tiene la capacidad de transmitir estas micropartículas con coronavirus durante horas”, apunta Armenteros.

Aumento de riesgo en sitios públicos

El hecho de que los estudios sugieran que el coronavirus viaja empujado por el aire acondicionado más allá de los dos metros de distancia de seguridad que ahora fija el Ministerio de Sanidad, hace que muchas personas se pregunten si deberían o no encender estos aparatos. Según Armenteros, “hay que diferenciar el aire acondicionado doméstico, en casa, donde el riesgo es mínimo, del que se usa en lugares con aglomeración de personas, como supermercados, comercios o restaurantes, donde el riesgo de infección es muy superior”. De hecho, estos últimos pueden suponer un peligro de dos modos distintos.

Primero, porque ponen en marcha una recirculación concreta del aire. Es decir, lo mandan hacia un punto determinado, “que sería el lugar más peligroso de todos”, según el experto. Otros sistemas mueven el aire en círculos para que las masas más frías se extiendan y climaticen todo el local. Pero también son peligrosos, porque activan recirculaciones complejas, afirma el experto, y esparcen las partículas en diferentes direcciones.

¿Entonces, qué hacemos? Mientras que los filtros no mejoren, “hay que llevar mascarilla en estos ambientes”, insiste el experto. De hecho, en opinión de Armenteros,“el uso de mascarillas debería ser obligatorio en estos ambientes cerrados donde pueda haber aglomeración de personas (aún no lo es, aunque sí ”altamente recomendable“), del mismo modo que ya hay que llevarlas por norma en el transporte público”. En este artículo te contamos qué tipos de mascarillas existen contra el coronavirus, cuáles protegen, cuáles no y cómo usarlas.

En casa es seguro en las primeras fases

En casa, la cosa cambia. Jesús Gonzalo, doctor y profesor del departamento de Microbiología, Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza nos tranquiliza, y explica que, en principio, el climatizador doméstico no tiene por qué implicar mayor riesgo, ya que lo usamos en un ambiente familiar y controlado. “Si dos personas conviven en la misma vivienda y están en continuo contacto, la posible transmisión del virus va a ser fundamentalmente por contacto”, afirma.

En otras palabras, puesto que ya tenemos contacto con nuestra familia durante el confinamiento, el peligro de contagio no aumenta por el aire que pongan en movimiento estos aparatos. Además, detalla Gonzalo, la supervivencia del coronavirus en los conductos del aire es limitada, “de unas horas, dependiendo del material”, y no se multiplica fuera de su hospedador. “No debemos confundir al coronavirus con algunas bacterias, como del género Legionella, que sí que son capaces de sobrevivir y multiplicarse en torres de refrigeración: el SARS-CoV-2 es un virus, no una bacteria, y por tanto no se multiplica fuera de su hospedador”.

Aun así, el peligro crecerá a medida que se apliquen las diferentes fases de la desescaladafases de la desescalada, cuando sí podamos recibir en casa a personas que no hayan vivido con nosotros durante el confinamiento, como amigos y otros familiares, “y la capacidad infectiva aumentará cuando se reinicien las actividades, y el coronavirus pueda estar presente en ambientes en los que ahora no está”, anota Calvo.

Evitar poner el aire a menos de 18ºC

Los expertos también ponen especial énfasis en que hay que intentar huir de las temperaturas muy bajas. “Bajar mucho el aire acondicionado puede reducir nuestras defensas locales, en la nariz, boca y laringe, y provocarnos cualquier otro tipo de infección respiratoria. Algo muy desaconsejable en el momento en que vivimos”, añade Armenteros. Aunque todavía la ciencia no sabe con certeza cuál es el límite de temperatura seguro o cómo influye la temperatura a la propagación del virus, como medida de precaución, el doctor recomienda no bajar de 18ºC.

Hay más: un estudio reciente llevado a cabo en Estados Unidos afirma que crear corrientes de aire natural es el mejor modo de ventilar, reducir la carga de patógenos y minimizar la propagación del virus en un ambiente cerrado. Así que los abuelos también tenían razón en esto: pongas el aire acondicionado en casa o no, no te olvides de abrir las ventanas.

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