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Sobre este blog

A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.

Desigualdad

Pedro Gómez Damborenea

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Ni somos iguales ni podemos serlo. Más allá de la utopía entiendo que la igualdad plena es imposible, al menos en lo material. Lo que me importa es la igualdad que debiera ser real y a la que estamos obligados a aspirar, la igualdad de oportunidades. A día de hoy no es más que otra quimera y cada día está más lejana y parece más imposible. Voy a centrarme en España y en su marco jurídico constitucional que debe ser la garante de esta igualdad. Lo hago por ser práctico porque intentar hablar de igualdad de oportunidades comparando países es como para llamar a la autoinmolación. La brecha entre el rico Norte, aun en crisis, es inmensa respecto al abandonado Sur. La prueba más evidente es cómo reaccionamos ante el ébola cuando llega aquí y cuando sencillamente se queda allí, en la tierra de los inmigrantes ilegales sin futuro y sin derechos.

Pero vuelvo a nosotros, a nuestra España desgarrada y dividida por los que se sienten o no se sienten españoles y lo que es peor, entre los que pueden vivir como en teoría las leyes garantizan que debe vivir dignamente un español (un europeo) y quienes no pueden hacerlo. La frontera la tenemos en casa, en el vecindario, en la ciudad, en el parque... Nos cruzamos con ella todos los días y no la miramos porque si lo hiciéramos muchas veces nos veríamos incapaces de seguir andando.

España tiene como aspiración la igualdad de oportunidades. Todo el mundo debe poder acceder a la educación, la sanidad, la comida, el trabajo, la justicia... Hacerlo siempre ha sido complicado aquí y en la tierra del sueño americano, porque la estratificación social impide la movilidad y favorece la permanencia en el grupo, en la clase social a la que se pertenece. Todos sabemos que los colegios donde se acumulan hijos de padres con buena formación obtienen mejores resultados que donde este fenómeno no se produce.

Individualmente nadie puede renunciar a favorecer su situación y la de las personas que le importan, a darles oportunidades. Todos lo hacemos y lo seguiremos haciendo. El problema está en que debe ser el sistema, todos como colectivo, el que corrija los desequilibrios y el que abra la puerta de la igualdad de oportunidades a toda la población.

Estamos en tiempo de penurias y constantemente oímos a unos y otros defender y alabar el Estado de Bienestar; un concepto que empieza a parecer etéreo y que no sabemos lo que realmente significa. El Estado de Bienestar es una creación europea y para mí se sustancia básicamente en la igualdad de oportunidades. Pero hablo de cosas tan básicas como que cualquier ciudadano que viva en esta misma sociedad tenga las mismas posibilidades que yo para ser tratado de un cáncer, independientemente de su origen, su raza o su condición económica.

El otro día un amigo de edad madura, con dos hijos que están entrando en el mercado laboral, que está en paro y va a empezar a cobrar el subsidio, me decía, incluso con resignación: “Estamos aceptando todo”. Esta sencilla reflexión me ha hecho pensar un poco y ver que es cierto. Buscamos culpables a los escándalos, que los hay, pero nos encontramos que en el nombre de la crisis estamos aceptando todo y perdiendo mucho.

Es fácil pensar en los inmigrantes que habitan entre nosotros y creer que ellos son el problema y que han venido a vivir a nuestra costa, de nuestros recursos. Es un ejemplo fácil, pero directo. Ni ellos son los culpables de nada ni son peores que nosotros. No nos parecía mal que limpiaran nuestras casas cuando éramos ricos ni hicieran aquellos trabajos a los que renunciábamos. Pero ahora su sola presencia nos incomoda.

Son una buena excusa pero son pocos y no son el problema. Son, como cada uno de nosotros, parte del problema. El problema es ver cómo gente que tenía un jornal y una vida ha vendido su casa y consume sus ahorros. Se esfuerza en buscar un proyecto y no lo encuentra y, lo que es peor, colectivamente no le garantizamos nada.

Soy un convencido que el mayor bienestar, el garante del bienestar es el trabajo. Tener un empleo permite vivir y mantiene los servicios comunes, pero pensar que van a surgir los empleos de la nada es una mera tontería y un tema para otro artículo.

Lo que realmente me preocupa es ver a mi hermano, a mi vecino o al primo de mi amigo sin esperanzas. Hablo sin esperanza de futuro y sin oportunidades. Me revienta oír que todo el mundo se tiene que autoemplear. Hay algunos que pueden hacerlo pero otros no. Esa no es la igualdad de oportunidades a la que aspiro. Fríamente, ¿cree usted que en la España de hoy todo el mundo tiene las mismas oportunidades? Yo creo que no. No sé cuál es el camino, pero tengo claro que no es el que estamos tomando, que el camino debe ser colectivo, sin dejar a nadie en la cuneta. ¿Por qué nos desangramos diciendo que las gentes del sur de España se gastan lo que generan los del norte con el único objeto real de generar una mayor desigualdad de oportunidades? Para que viva yo mejor abandono a lo que vive peor. En fin.

Sobre este blog

A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.

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