Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
19J, un horizonte que perseguir
Andalucía no es una Arcadia a la que regresar, sino un horizonte que perseguir. Yo no quiero volver a ser lo que fuimos, reivindico volver a ser lo que somos
Elecciones andaluzas un 19 de junio. Mientras escribo éstas líneas apenas quedan días para que se abran las urnas y los más de seis millones de andaluces convocados acudan, con diferentes grados de ilusión, a depositar su voto.
Desde que cumpliese los 18 años, éstas van a ser las primeras elecciones en las que no estoy censado en Málaga. No podré votar. Desgraciadamente formo parte de ese millón trescientos mil andaluzas que tuvimos que marchar en busca de un futuro porque, por desgracia, en nuestra tierra no nos queda mucho de eso.
Echar un vistazo a los datos, aún en la distancia, sigue siendo doloroso. Andalucía encabeza las listas del paro juvenil. Un año más, siete de las diez localidades más pobres de España están en Andalucía. Uno de cada cuatro parados de España es andaluz. Andalucía fue la tercera comunidad autónoma en la que más desahucios se ejecutaron.
En esas estamos. El cambio de gobierno de las últimas elecciones, que encumbró al PP y mandó al PSOE a la oposición por primera vez en la historia de la democracia andaluza, no ha cambiado demasiado la situación. Mitad por culpa de la pandemia, mitad porque al final la cabra siempre tira al monte, el gobierno de Bonilla se ha dedicado a recortar en educación y sanidad: 8.000 profesionales de la sanidad despedidas y cierre de aulas en colegios públicos; todo ello acompañado de bajadas de impuestos a los más ricos.
Y a pesar de eso y según la mayoría de las encuestas, lo previsible es que Bonilla repita gobierno. ¿Las razones? Variadas, sin duda, pero creo que podemos resumirlas en dos ideas:
La primera, que Bonilla no ha hecho otra cosa que seguir, paso a paso, buena parte de las políticas que el PSOE lleva aplicando desde el 2008 en Andalucía. Recortes en servicios públicos, bajadas de impuestos a los ricos y promoción de políticas culturales y sociales conservadoras. Además, como alumno aventajado del PP malagueño (cuyo alcalde lleva gobernando desde el 2000), lo ha hecho con un discurso y formas moderadas, eludiendo grandilocuencias y señalando al gobierno central cuando necesitaba un enemigo externo. Todo ello en mitad de una pandemia que, más o menos, ha podido salvar sin quemar demasiado su imagen.
La segunda idea: la absoluta falta de competencia. El PSOE andaluz, liderado por un candidato sin carisma, todavía no sabe ser oposición. Es normal: uno no pasa de gobernar cuarenta años a la oposición sin quedarse un poco tocado en el proceso. Ciudadanos, por su parte, sigue a toda velocidad y sin frenos camino a la desaparición, como en el resto de España. En cuanto a Vox, el partido, literalmente, apenas existe en Andalucía: prueba de ello es que han tenido que traer a una candidata foránea a la que, tras el primer debate, la campaña ya se le está haciendo demasiado larga.
En cuanto a la izquierda andaluza, todos hemos podido contemplar, porque tampoco han hecho intentos por ocultarlo, el bochornoso espectáculo que han protagonizado durante los últimos años. Podemos e Izquierda Unida maniobraron para expulsar a Teresa Rodríguez, sus afines y parte de su equipo del Parlamento andaluz. Por si fuera poco, en un claro ejemplo de tierra quemada y de voladura descontrolada, han intentado por todos los medios que el proyecto que encabeza Teresa Rodríguez, Adelante Andalucía, se quedara sin financiación y sin visibilidad. Por suerte para todas la Junta Electoral permitió a Rodríguez asistir al debate de candidatos del pasado 6 de junio: y es que si no, ¿quién hubiera silenciado a Macarena Olona?
Y el 19, ¿qué?
Abría éstas líneas con las palabras del escritor y andalucista Antonio Manuel en el tema de Califato ¾, 'Mençahe der Profeta'. Sobre la importancia de tener un horizonte que perseguir. Sobre la importancia de ser un pueblo que no se arredra ante las injusticias.
Durante años se ha adivinado cierto andalucismo cultural y activista, en ocasiones demasiado difuso y del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Un andalucismo que, ahora sí, se ha consolidado en una opción política que se presenta a las elecciones. Adelante Andalucía es ese proyecto netamente andaluz, especialmente una vez que tanto Podemos como Izquierda Unida han abandonado ese barco.
Además, y a pesar de que hay cosas de la propuesta que no comparto, sí tengo claro que es la opción que mejor encarna un proyecto nacional y popular en Andalucía. Dicho de otra forma, que en torno a la idea Andalucía aglomera la defensa de la gente corriente, los servicios públicos, el feminismo y la lucha contra la emergencia climática. Y que lo hace aunque eso suponga, a veces, entrar en conflicto abierto con fuerzas políticas, también de izquierdas, pero con sede en Madrid (o en otras partes del estado).
Y, de cara al futuro, que haya una fuerza andalucista organizada y con representación institucional a todos los niveles es clave. El estado español vive una crisis territorial de la que sólo puede salir, en un sentido democrático, a través de un proceso de recomposición y reorganización de su realidad territorial. Para ello es necesario que todos los pueblos y naciones que participan en él puedan formar parte de ese proceso. Y ahí el pueblo andaluz, como territorio más poblado y que sufre mayores desigualdades, deberá jugar un papel fundamental.
Todas las encuestas apuntan a que no habrá un cambio de gobierno en Andalucía: Bonilla seguirá en San Telmo, necesitando un poco más o un poco menos a Vox. Pero este 19J sí nos jugamos que Andalucía empiece a avanzar hacia ese horizonte que perseguir.
*Cristian Gracia Palomo es politólogo y andaluz en Euskadi.
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