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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Ahora, más que nunca, hay motivos para la rebelión

Isabel Camacho

A menudo, cada vez con más frecuencia, sientes que en cualquier momento vas a caer como un boxeador noqueado sobre la lona y esta vez no habrá árbitro que cuente hasta 10. Porque, realmente, lo que estás buscando es quedarte ahí, y no saber nada más. Aunque sea solo por un rato.

Puedes ser alguien que empezó a currar en cuanto se lo permitió la ley o un licenciado con mil horas de estudio y cien títulos en la maleta; quizá lo tuyo tiene que ver más con ese azote que ha dejado a los que andan por los 50 a la espera de un milagro –como en las viejas películas de Navidad- o eres de esos que se llevan varios miles de euros al mes por lamer el ego a un necio. Incluso, puedes estar en la cima de la dicha y ser un triunfador de la vida.

Pero, en todos los casos, si miras a tu alrededor, si lees lo que a diario acontece en este país, que no es solo de pandereta sino de miseria y miedo; si estás vivo, es imposible no sentir, al menos durante unos minutos al día un golpe de tristeza.

Estos tiempos envueltos en tinieblas dejan sin aliento. Y hay ocasiones en que de poco sirve que recites como un mantra las bonitas plegarias de libros de autoayuda o creas en la bondad de los desconocidos, como la Blanche DuBois de 'Un tranvía llamado deseo'.

Sin embargo, estoy a favor de la alegría. De disfrutar de la vida y no de recorrerla con un botín de penas a la espalda. A pesar de que los neoliberales que nos gobiernan solo quieran gozar ellos -y, por lo que gastan, deben hacerlo a raudales-. Decimos que la risa es revolucionaria y tratamos de reírnos hasta de nuestro descenso por el tobogán de la mala suerte. Aunque, a veces, vertamos lágrimas negras.

Y, por ello, a pesar de Mariano Rajoy y sus huestes; de los malditos del Banco Monetario Internacional y de tanto profanador de libertades que nos rodea. Precisamente por eso, tenemos obligación de reberlarnos.

¿Cómo no hacerlo? ¿Cómo escondernos en la resignación? Escuchó a la gente continuamente decir “así es la vida”, “qué vas a hacer”. Pues, no someterte, desobedecer. Vivir con dignidad.

¿Cómo no rebelarse a cumplir una ley injusta? ¿Cómo no hacerlo ante la usurpación de derechos humanos fundamentales? ¿Ante el abuso laboral? ¿Por la muerte de esos padres sin recursos y su hija de 14 años por intoxicación? ¿Cómo estar callado ante la xenofobia emergente o el creciente número de pobres en España? Siempre hay motivos para la rebelión y ahora, más que nunca. Y, como en la revolución, empieza por uno mismo.

Lo más dramático es que frente a tanta ignominia, en el otro lado del espejo mirando con desdén están los otros: quienes gobiernan o les precedieron; y su caterva de amigos. Conocemos sus nombres y sus tropelías, sus gastos desorbitados a cargo de la arcas públicas; gente sin escrúpulos ni moral, capaz de desembolsar miles de euros en vino, viajes, comidas o fiestas infantiles sin que les tiemble el pulso mientras a su alrededor el pueblo se derrumba.

Claro que habría que actuar. Sin embargo, no es sencillo. Aunque, nadie dijo que lo fuera. Ya escribí en mi último artículo sobre lo que pronto será la Ley de Seguridad Ciudadana, que tanto recuerda a los tiempos de la dictadura de Franco. ¿Cómo no responder a unas normas que prohíben la libertad? Da alas a la Policía y, ahora ya lo sabemos, también a guardas de seguridad, para molerte a palos o partirte la cara; o ambas. Y, además, sin pruebas, porque también se prohíbe grabar a los guardadores de la ley. Me temo que la actitud de muchos de ellos va a alcanzar límites históricos de prepotencia y, lo que es más peligroso, de violencia. Con pistola, revestidos de poder y sin cámaras que delaten. De momento, el Ministerio de Interior se ha gastado casi medio millón de euros en un camión que lanza chorros de agua contra los manifestantes.

Leo en las redes una frase atribuida al escritor Julio Cortázar y lo resalto, no vaya a ser que cualquier autoridad con competencias me acuse de apología. “Es muy importante comprender quién pone en práctica la violencia: si son los que provocan la miseria o los que luchan contra ella”. Zorionak eta urte berri on. Las mejores Navidades para todos.

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