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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La confluencia entre Sumar y Podemos, un imperativo del bien común

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz durante la presentación del pasado 2 de abril de su candidatura de Sumar a las elecciones generales en el polideportivo Magariños de Madrid.

Luis Alejos

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Comparten ideología, programa y candidata. Les separa el modelo de primarias, el marco de negociación y el momento de decidirlo. Esas dudas no pueden frustrar un acuerdo trascendental para el país. Está en juego la consolidación del avance social que ha posibilitado el Gobierno de coalición. Urge un compromiso firme que despeje cualquier incógnita. Esperar a los resultados del 28M sería un dramático error, pues esta convocatoria representa la primera vuelta de las elecciones generales. 

La trayectoria de la izquierda es interdependiente. Triunfos y fracasos se reparten. Cualquier maniobra de desgaste constituye un paso conjunto hacia el abismo. La catástrofe se puede desencadenar en cualquier parte. Enric Juliana, siempre atento a los vaivenes de la izquierda, advierte que el futuro gobierno de España se dirimirá en la Comunidad Valenciana en las elecciones de mayo. Toca asumir esa acuciante realidad: sin unidad de la izquierda previa al 28M, se corre el riesgo de perder el futuro y sufrir las consecuencias del fracaso colectivo, antes de las elecciones generales.

Primarias digitales y confluencias de siglas

Las primarias son un novedoso sistema electoral impulsado por Podemos. Su mayor virtualidad es que facilita la participación. Es un voto que apenas exige mayor compromiso que un “me gusta” en redes sociales. Es una elección basada en estímulos emocionales, gestionados por los medios de comunicación. Al carecer de conocimiento directo de la realidad interna, la gente inscrita opta por la sesgada versión que difunde la prensa. Si la ley d'Hondt es truculenta, no lo son menos las primarias mediáticas que imposibilitan la igualdad de oportunidades.

El objetivo de las primarias digitales es lograr la máxima adhesión con el mínimo esfuerzo. El voto con urnas de la era analógica tenía un carácter distinto: las personas que iban a depositar la papeleta se conocían, contrastaban sus opiniones. El acto de votar era un ejercicio de socialización. La participación efectiva, el compromiso real, sigue siendo la labor militante: intervenir en los debates, acudir a los actos públicos, asumir tareas logísticas: repartir octavillas, pegar carteles y mucho más.

Sumar no podía admitir las primarias conjuntas abiertas reclamadas desde Podemos. Si hubiese aceptado, entre IU y Podemos habrían acaparado las cabeceras de las listas. Podemos solo utilizó las primarias abiertas en las elecciones europeas del 2014. Ese sistema, idóneo para conseguir resultados apabullantes, no respeta la pluralidad, margina a las minorías. Ahora Podemos utiliza el método desborda, dejando margen para la representación de minorías cualificadas. No demonicemos a Pablo Iglesias. Mientras perteneció al núcleo dirigente de Podemos también Iñigo Errejón se benefició de las primarias centralizadas, colocando a gente afín en listas de territorios ajenos a su lugar de residencia. Esa fue la causa de la dimisión en bloque de la dirección de Podemos Euskadi antes de las elecciones generales de diciembre del 2015. 

Podemos no podía aceptar diluirse en la suma de siglas de 15 grupos que no quieren valorar la implantación territorial, la capacidad organizativa y la incidencia institucional. La acción política se basa en equilibrio de fuerzas. No vale el voluntarismo acrítico del café para todos. Hay grados de responsabilidad, diferencias básicas y oportunismos manifiestos. Si Podemos asumiese negociar sin condiciones con 15 organizaciones, casi todas de ámbito territorial limitado, los grupos minoritarios impondrían su criterio. Sin reglas de juego claras no se puede entrar en ninguna partida. 

Pese a la interesada polémica desatada por una prensa, nunca neutral, el pulso entre Sumar y Podemos queda en tablas. Sin que nadie gane ni pierda, por fin hay una candidata cuyo liderazgo es asumido por el conjunto de la izquierda. Pilar Garrido, Coordinadora de Podemos Euskadi, define así la nueva situación: “Yolanda Díaz es la mejor candidata y no veo un Sumar sin Podemos”. Mensaje ilusionante que choca con este otro: “Sumar sin Podemos no sería un fracaso”. Qué error usar una consigna tan adanista como “Hoy empieza todo”, salvo que en Magariños se representase el cuento de Blancanieves y los siete enanitos, con la madrastra ausente.

Tal vez la unidad de la izquierda, que todavía no tiene marca electoral, requiera prescindir de las siglas de las organizaciones que la integren

Toca negociar, con lealtad, sin exclusiones, estableciendo acuerdos realistas, viables. El proceso le corresponde dirigirlo a Yolanda Díaz. Tal vez acuda a las primarias con una imbatible lista plancha, asignando cuotas de representación a cada organización. Esa especie de democracia orgánica puede resultar un tanto impositiva, pero es que la democracia pura no existe. Hoy la legitimación se basa en el liderazgo personal.

Sumar, un edificio sin cimientos

Impulsar una campaña electoral exige disponer de estructura organizativa. Sumar carece de columna vertebral. El proceso de consolidación, sea cual sea su nombre definitivo, no diferirá mucho del de cualquier otra organización política. Comienza con vocación de movimiento y acaba adquiriendo forma de partido. Al comienzo Podemos utilizó la estructura de Izquierda Anticapitalista. Tenía escasa implantación, pero sirvió para arrancar. Yolanda Díaz podría usar el aparato del PCE – IU. Alberto Garzón se lo ha ofrecido. Aceptarlo supondría depender de un único proveedor. Mejor neutralizar cualquier influencia utilizando los recursos de todas las fuerzas implicadas.

El desencuentro entre Sumar y Podemos ha sido noticia durante meses. Para dar un vuelco a esa campaña de descrédito bastaría sellar el compromiso de unidad de la izquierda con un abrazo entre Yolanda Díaz e Ione Belarra. Por cierto, en Euskadi y Navarra las organizaciones interesadas en el proyecto Sumar concurren a las elecciones del 28M en candidaturas conjuntas. Es un paso en la buena dirección, un referente esencial para consolidar la unidad de la izquierda desde la base. Yolanda Díaz debería apoyar esas iniciativas participando en actos electorales unitarios.

Puede que esté a punto de comenzar una nueva fase del proceso de concienciación ciudadana que hace 12 años impulsó el movimiento 15M. Tal vez la unidad de la izquierda, que todavía no tiene marca electoral, requiera prescindir de las siglas de las organizaciones que la integren. No debería ser un obstáculo comprometerse a aparcar los respectivos nombres, cuando lo realmente importante es actuar como herramienta de transformación social. En cualquier caso, confiemos en que se haga realidad otra esperanzadora frase de la diputada Pilar Garrido: “Tenemos que atornillarnos a una mesa hasta pactar la confluencia para que Yolanda Díaz sea la próxima presidenta”.

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