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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La Desfachatez

Isabel Díaz Ayuso junto a Florentino Pérez.

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El gobierno de coalición es el gran problema de este país porque no atiende los problemas de los ciudadanos, dedicado como está a dinamitar el pacto constitucional que los españoles nos dimos hace muchos años. La derecha mediática, mentirosa y maleducada como una adolescente consentida, nos sermonea mañana, tarde y noche con esa letanía desde sus numerosos púlpitos. La desfachatez. El gran problema de nuestro país es la desfachatez. No el gobierno de coalición, sino la desfachatez. La desvergüenza de los dirigentes que se preocupan tanto por la familia, la religión, la unidad de la patria, la seguridad de nuestras fronteras y las buenas costumbres, pero que, a cambio de dinero, entregan el gobierno de su territorio a los constructores, a los especuladores, a los entrañables personajes que tienen por costumbre darnos diarias lecciones de democracia desde los medios de comunicación que gobiernan.

Un ejemplo de este comportamiento lo tenemos muy reciente: el día quince de este mes expiraba el proyecto “estrella” de Isabel Díaz Ayuso en Madrid con la Ciudad de la Justicia. Minutos antes que expirara el plazo la obra fue adjudicada a la empresa de Florentino Pérez, poniéndose en marcha, así, el mayor pelotazo urbanístico en España con una adjudicación de 2.557 milones de euros, a los que habrá que sumar los sobre costes para un proyecto faraónico iniciado por Esperanza Aguirre sin la necesidad, al parecer, de que Isabel Diaz Ayuso apruebe los presupuestos de su gobierno para financiarlo. No es este un país que resulte fácil de entender. Tenemos cierta tendencia a liamos a garrotazos en defensa de ciertos conceptos abstractos -ya saben, dios, la patria, el fútbol- pero no parece importarnos demasiado que nuestros dirigentes nos roben, nos insulten, nos mientan, nos destrocen la educación, la sanidad pública, nos tomen por tontos o beneficien con sus decisiones a quienes obtienen descomunales ganancias subiéndonos los costes de la hipoteca, la gasolina, la electricidad, las matrículas universitarias y los alimentos.

La vida diaria de los ciudadanos de este país no se resuelve con banderas españolas ondeando al viento sino con medidas sociales que procuren el bienestar de la ciudadanía, pero esto es algo que a la derecha mediática, medieval y manipuladora como la madrastra de un cuento infantil, no le interesa demasiado, ya que su prioridad es contabilizar las veces que el presidente del gobierno utiliza el Falcon o las canciones de cuna que Irene Montero susurra cuando sostiene entre sus brazos a la hija de una compañera de partido. La corrupción se fomenta con dinero. En esto no hay discusión ni darwinista ni bíblica. Nadie en nuestro país tiene tanto dinero como los constructores. Nadie. Ni los bancos. Ni la Iglesia.

Muchos de los periodistas que nos relatan las miserias, los sucesos, los cotilleos o las mentiras nuestras de cada día trabajan a sueldo de las grandes empresas constructoras que a su vez subvencionan a los partidos políticos de nuestra derecha medieval para obtener, mediante comisiones ilegales, las licencias de obra pública. La desfachatez. El gran problema de nuestro país es la desfachatez. La desvergüenza de quienes se dedican a vender las instituciones de nuestra democracia a los constructores, a los especuladores, a los entrañables personajes que gobiernan la mayoría de los medios de comunicación, mientras nos sueltan sentidos discursos patrióticos acerca de la desintegración de la patria propiciada por Pedro Sanchez, Yolanda Díaz, Ione Belarra, los malvados vascos y catalanes y, como no, por el peor de todos: el diablo reencarnado en Pablo Iglesias.

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