Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La diáspora vasca, aliada de la Euskadi Global
“En 1995, se celebró en Gasteiz el primer Congreso Mundial de Colectividades Vascas. Las diferencias entre los catorce países que enviaron delegados eran considerables. Pero curiosamente lo que tenían en común era más importante que aquello que les distinguía. Los comentarios provenientes de entrevistas mostraban respuestas similares tanto en emigrantes uruguayos de quinta generación, en australianos de primera generación o en belgas de segunda generación: ‘Somos vascos que vivimos lejos de nuestra tierra, pero no por eso menos vascos’”.
La cita pertenece al libro ‘Diáspora vasca comparada’, de Gloria Totoricagüena, nacida en Boise (Idaho, EEUU) en 1961. Durante siglos, salimos al mundo y atravesamos mares y montañas en búsqueda de nuevas oportunidades y de una vida mejor, fuera como consecuencia del mayorazgo, de la necesidad económica, o huyendo de la guerra y la represión. Pero además de la audacia y el inconformismo, hay un rasgo que caracteriza la presencia vasca en el exterior: la férrea voluntad de mantener nuestra identidad colectiva, y la capacidad de construir comunidad.
Quienes ya se habían asentado prestaban apoyo a quienes llegaban y más lo necesitaban, porque nadie podía quedar en la calle. Compraron parcelas en los cementerios para que todas y todos pudieran tener un entierro digno. Pusieron en marcha Euskal Etxeak y centros vascos, espacios para reunirse, compartir y mantener viva su cultura y sus costumbres, costeándolos de forma colectiva y solidaria. Supieron integrarse, ganarse el respeto de la sociedad que les acogió, manteniendo sus raíces y sin dejar de ser lo que eran. Evitaron lo que parecía un destino inexorable como pueblo y cultura minoritaria: ser asimilados por el ‘melting pot’.
El devenir de la comunidad vasca en América y, concretamente, la de Boise, lo ejemplifican muy bien. La mayoría de quienes llegaron allí en el siglo XIX se dedicaron al pastoreo, aguantando meses de aislamiento y temperaturas extremas, durmiendo en un pequeño carromato, con una dieta de subsistencia, y protegiendo sus rebaños de coyotes y lobos. Fueron capaces de prosperar empezando de cero, conservar su acervo, y dejar un legado. Hoy, en Boise también se habla y se enseña el euskera. Se estudia la cultura vasca en la universidad. Hay ikastola y udalekus. Se baila, se escucha nuestra música, se cantan bertsos, se juega al mus, se degusta nuestra gastronomía.
Allí se celebra dentro de unos días Jaialdi, la principal fiesta de nuestra diáspora a nivel mundial. Esta octava edición cobra una especial significación porque han pasado diez años desde la última -la de hace cinco años no pudo realizarse a consecuencia de la pandemia-, y por el momento que vive el mundo. Miles y miles de vascas y vascos de los cinco continentes volveremos a reunirnos para reafirmar y celebrar que pertenecemos a un Pueblo, y queremos construir nuestrofuturo en libertad, democracia, paz y justicia junto al resto de naciones con las que compartimos estos valores, sin sentirnos más que nadie.
En tiempos de polarización y pesimismo, renovaremos con ilusión y alegría los lazos identitarios, emocionales y culturales que quienes nos precedieron supieron conservar con tanto mimo frente a las dificultades o la distancia. Festejaremos y haremos comunidad, reivindicando sin complejos el valor del folclore entendido en un sentido amplio. Todo ello hace de Jaialdi una celebración muy singular y que despierta atención mundial; no es de extrañar que National Geographic la haya destacado recientemente como uno de los mejores eventos a los que viajar este año.
La visita del Gobierno Vasco a Estados Unidos obedece a un propósito claro: seguir avanzando en el despliegue de la estrategia ‘Euskadi Globala’ que presentamos en enero. Además de participar en Jaialdi, mantendremos distintos contactos con representantes universitarios, políticos y agentes de la diáspora. Asimismo, dando continuidad al objetivo de fortalecer las relaciones trasatlánticas que nos llevó en marzo a Nueva York y Washington D.C., estrecharemos la colaboración con los principales representantes institucionales de Idaho, y exploraremos nuevas posibilidades de trabajo compartido: económicas, culturales, políticas o ligadas al conocimiento.
El éxito de Euskadi pasa por seguir creciendo en el contexto internacional, detectando y aprovechando todas las oportunidades que éste ofrece, como hemos hecho a lo largo de la historia. Por enriquecer y profundizar las relaciones internacionales que ya tenemos, y trenzar nuevas alianzas y vínculos que nos aporten valor en todos los ámbitos. La clave, antes y ahora, reside en el factor humano y relacional. En las personas. Y ahí entra en juego la diáspora del siglo XXI, cuyo rol debemos revitalizar, porque necesitamos más que nunca el apoyo y las antenas de una comunidad vasca global activada, conectada y dinámica para seguir creciendo como País y en bienestar desde nuestra base europea.