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“Nadie discute que el tabaco es nocivo, pero la información sobre el azúcar está manipulada”

Javier Guzmán en las jornada organizada en Bilbao.

Natalia González de Uriarte

El director de Justicia Alimentaria Global, Javier Guzmán, ha presentado en Euskadi la iniciativa “Alianza por el control del azúcar” a la que se ha adherido varios colectivos como la Federación Vasca de padres y madres- EHIGE-, Medicos Mundi Bizkaia, ENHE Bizkaia, o la Organización Vasca de Consumidores, EKA. Denuncia que la falta de regulación a nivel de comercialización, etiquetado y publicitario deja a los consumidores- con una propensión innata hacia el dulce- indefensos ante el fomento masivo del consumo de una sustancia perjudicial para la salud. Reclama medidas disuasorias como las aplicadas en su día con el tabaco e información veraz y no “manipulada” que permita al consumidor elegir con libertad.

VSF-Justicia Alimentaria Global insiste en establecer una relación directa entre el consumo de azúcar y el aumento de la obesidad. ¿Existen evidencias científicas que respalden esa teoría?

Nosotros basamos todas nuestras informaciones en estudios de la OMS, el primero de ellos ya se publicó hace diez años- que certifican que hay una relación directa entre el consumo de azúcar y la obesidad. No son informes de entidades privadas sujetas a interés privados. Son estudios del propio del organismo  de la Organización Internacional de las Naciones Unidas especializado en gestionar políticas de prevención, promoción e intervención en salud a nivel mundial. Las recomendaciones dietéticas de su último borrador hablan de reducir la ingesta de azúcares añadidos a un 5%, es decir, que no deberíamos tomar más de cinco cucharillas de azúcar al día o, lo que es lo mismo, 25 gramos.

Pero la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas asegura que el informe está lleno de falsedades y crea una alarma innecesria y desinformación en el consumidor. ¿Cómo se entiende esta disparidad de opiniones?está lleno de falsedades y crea una alarma innecesria y desinformación en el consumidor

Lo que está haciendo el Instituto de Estudios Documentales del Azúcar y la Remolacha (IEDAR) es decir que son falsas todas las elaboraciones científicas y documentos que maneja la propia OMS porque nosotros nos hacemos eco de las conclusiones de sus estudios y no de otras. Lo que ocurre es que durante los dos últimos años en que se ha desarrollado este debate sobre la recomendación de la OMS para bajar a 25 gramos el consumo diario de esta sustancia, el organismo ha sufrido una presión muy impresionante en la línea opuesta. No habían sufrido un 'lobby' tan fuerte desde la época del tabaco y así lo ha reconocido públicamente la directora general de la OMS, Margaret Chan. Se ha conocido y demostrado también que informes de científicos de universidades americanas habían mentido por indicación de la propia industria azucarera para contrarrestar las conclusiones y recomendaciones de la OMS.

Hablan de azúcar invisibilizado, ¿hasta qué punto?

El problema no es el azúcar de mesa o el azucarrillo del café, de hecho en los últimos 15 años hemos rebajado su consumo en un 20%. Esta tendencia demuestra que la gente tiene  interés en rebajar el consumo del azúcar de manera habitual pero poco pueden hacer ante el azúcar invisibilizado. Ese es el gran problema. Prácticamente el 80% del azúcar que estamos consumiendo está incorporado en productos que en principio la gente entiende que no llevan azúcar. Y a través del consumo de estos alimentos se ha aumentado el consumo de azúcar añadido, más de un 20%. Pocos productos se salvan. Está incluido en caldos, pepinillos, comidas procesadas, zumos o panes llevan azúcar.

Pero serán en cantidades muy pequeñas, ¿no? Cuesta creer que el azúcar añadido a un pepinillo sea alta.

Llevan más de lo que se imagina y la suma de varios productos azucarados es lo que produce el efecto perjudicial. Un ejemplo práctico, un desayuno infantil típico, en apariencia inocuo y nutritivo, compuesto de cereales y un vaso de zumo de tetrabrick supera casi los 180 gramos de azúcar.

¿Con qué objetivo se incorporan esas cargadas dosis de azúcar a los alimentos. Se trata de únicamente para potenciar el sabor?

También hay motivos económicos detrás. En los años 90 por ejemplo,  la industria alimentaria tomó la decisión de incorporar el azúcar a los alimentos no solo porque es un conservante barato y potenciar su sabor sino porque en aquella época en EEUU se registró un excedente enorme de producción de melaza procedente del maíz. Para darle salida decidieron incluirla en nuevos productos. La industria azucarera es un fuerte lobby, es un gran negocio mundial que mueve más de 50.000 millones de dólares y que está concentrado en siete compañías multinacionales que mueven casi el 80% de la producción mundial. Su interés es que se consuma cada vez más azúcar.

¿Crea adicción su consumo?

La adicción médica clínica no está comprobada pero si está comprobado esa inclinación, el gusto natural de los humanos por el dulce. La leche materna es una leche dulce y tenemos una cierta propensión a este tipo de sabor. Esa predisposición innata hacia lo dulce se aprovecha y se potencia. Ya desde pequeños se educa el paladar de los niños hacia ese tipo de gusto y esto provoca un rechazo hacia otros y  deseducar el paladar es muy muy difícil, no solo en niños sino en mayores.

Por su relato parece que haya una estrategia para garantizar la existencia de una clientela inagotable de consumidores propensos al dulce. Asusta un poco

Es así y de hecho uno de los públicos principales de la publicidad alimentaria es el infantil. Los niños deberían estar protegidos pero nada más lejos de la realidad. Cuatro de cada cinco anuncios de televisión  para pequeños son de productos alimenticios con alto contenido en azúcar.

El consumidor dispone en los propios productos de información sobre su composición. Desde Justicia Alimentaria Global se denuncia que esas etiquetas no son suficientemente claras. ¿Cuál es vuestra propuesta?

Estamos indefensos y esto lo han denunciado la mayoría de los consumidores. La cantidad de referencia óptima que aparece en las etiquetas es de 90 gramos y no sobre 25 como recomienda la OMS. La batalla de las etiquetas por presión del 'lobby' la gano la industria alimenticia. Por otro lado, las etiquetas son incomprensibles, casi el 70% de los ciudadanos que las lee no las entiende ni dispone de tiempo para descifrarlas. Nosotros proponemos el etiquetado semáforo como existe en Suecia o Inglaterra que perite decidir al cliente. A través de colores, rojo, amarrillo y verde se clasifica los productos por la cantidad que azúcar que llevan. Lógicamente los más azucarados con los que llevan el color rojo impreso. También pedimos la aplicación de  políticas fiscales: grabar aquellos alimentos más azucarados de forma que se desincentive el consumo. En Francia desde el año 2011 existe una tasa a las bebidas gaseosas y ha ayudado a bajar entre un 5 y un 7 % el consumo de estos productos.

Estas medidas disuasorias no causan el mismo efecto en todos los consumidores. Fíjese en el tabaco.

Sí. Partimos de una libertad individual. Cada uno debe decidir pero para poder ejercerla debemos facilitarle al consumidor una información veraz. Nadie discute que el tabaco es muy tóxico y nocivo para la salud pero la información sobre el azúcar está manipulada y se fomenta continuamente su consumo mediante la publicidad. Imaginemos si se emitiera publicidad sobre el tabaco a los niños, sería una aberración, pero con la publicidad infantil y el azúcar está pasando eso. No está regulada y además está potenciada mientras el Ministerio mira hacia otro lado.

¿No cree que la crisis también está detrás de ese aumento de la obesidad.  Las personas sin recursos no pueden acceder a alimentos de calidad y tiran de aquello que está a su alcance independientemente de su composición.

Claro y normalmente son productos procesados con alto contenido en azúcar. Es necesario y urgente que hacer accesible a la gente productos de calidad. En los últimos 20 años se han incrementado en un 30% los precios de los productos frescos. Frente a esta drástica subida los productos procesados y de comida preparada han bajado más de un 15 %. Las familias con menos renta están abocadas a comer cada vez peor. Cuando hablamos de tasa de obesidad, si España es el primer país en obesidad infantil en Europa  y el segundo del mundo, en las poblaciones con menos renta este índice es 8 puntos superior. Estamos generando una brecha alimentaria de clases con consecuencias no solo para la salud sino a nivel de desarrollo cognitivo, psicológico e intelectual.

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