Entrevista Filósofo

Jorge Urdánoz: “Ni la derecha ni la izquierda están preparadas para afrontar el problema de la inmigración”

¿Cuál ha sido la evolución de la Transición? ¿Cómo se justifican las voces a favor y en contra de ella? ¿Qué imagen se tendrá de esa época en el futuro? Estas son algunas de las cuestiones que analizarán este jueves y viernes, 30 de junio y 1 de julio en Donostia durante el Curso de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) 'Lecturas de la Transición a la democracia' dirigido por el ensayista y filósofo Jorge Urdánoz.

En el curso, cuyo objetivo es analizar la evolución de la Transición, dando voz a las diferentes interpretaciones que hasta la fecha existen sobre ella, participarán, entre otros ponentes, los políticos Juan Carlos Monedero y Óscar Alzaga, que pondrán en valor sus puntos de vista en un debate a tres que compartirán con Sophie Baby, profesora de la Universidad de Borgoña.

¿En qué se va a basar el curso 'Lecturas de la Transición a la democracia' que dirige?

Se centrará en las diferentes lecturas que ha originado el proceso de Transición de la democracia en España. Creo que es interesante porque a partir del 15M y la eclosión de partidos como Podemos o Ciudadanos y toda la reconfiguración del sistema de partidos, la Transición se pone en duda. Surgen voces que ponen en duda esa lectura oficial de la Transición pacífica que se consideraba un modelo en el que reflejarse.

La suma de muertos y de malos tratos durante la Transición arrojaron un número muy superior al de otras transiciones como la de Portugal o la de Grecia

¿Cuáles son las críticas que empiezan a surgir y que hoy en día existen en torno a la Transición?

La primera es que no es cierto que se trató de una Transición pacífica, algo que era considerado como su mayor virtud. Fue una época muy violenta por parte de ETA especialmente y del Grapo en menor medida, pero también, y eso es algo que oscurece la versión oficial, por parte de grupos de ultraderecha y por la Policía de Franco. La suma de muertos y de malos tratos arrojaron un número muy superior al de otras transiciones como la de Portugal o la de Grecia. Yo creo que hay que entender que durante la Transición todo el mundo tenía pavor a que se repitiera una Guerra Civil y por contraste con las atrocidades que hubo en la Guerra Civil uno puede imaginar que en año 1978 la Transición fue pacífica, pero si lo miramos 40 años después nos damos cuenta de que la época sí que era violenta y que una Guerra Civil en los años 70 era algo impensable que ocurriera.

¿Se debe o se puede cambiar la imagen actual que se tiene de la Transición?

Es responsabilidad de la academia cambiar la lectura actual sobre la Transición si descubrimos que la lectura actual está equivocada. Ahora, en lo que no hay que caer es en mitificaciones. El pacifismo de la Transición es un mito y los hechos lo desmontan. Otro tipo de afirmaciones pueden ser más discutibles. Hay que destruir los mitos, denunciarlos y empíricamente demostrar que realmente son mitos.

Durante el Curso de Verano va a haber una mesa redonda que reunirá en un debate a los políticos Juan Carlos Monedero y Óscar Alzaga. ¿Qué espera de esa conversación?

Lo que se pretende es poner en diálogo varias visiones de la Transición para que se puedan debatir, contrastar y para que las personas que acudan al curso se formen escuchando varios puntos de vista. He tratado de evitar llevar solo a personas que tienen una misma lectura. Entre Alzaga y Monedero habrá un debate muy rico porque los dos se identifican con lecturas encontradas de la Transición.

El problema con la inmigración va más allá de ideologías de derechas o izquierdas, no están preparadas para afrontarlo porque siguen ancladas en el Estado nación

En su último artículo para este periódico titulado '¿Deslealtad o control?' critica que se le tache de “desleal” a Podemos cada vez que se posiciona en contra Sánchez. ¿Qué opina al respecto?

España, a diferencia de otros países de Europa, no está acostumbrada a tener un Gobierno de coalición. En una coalición se pacta un programa de Gobierno en una legislatura y los socios tienen que ser leales a ese programa, pero eso no significa que no puedan estar en contra de alguna cuestión política que ocurra durante esos cuatro años. Tener un acuerdo de Gobierno no significa cancelar todas las diferencias ideológicas y asumir como una piedra de molino que estamos de acuerdo en todo. Eso es absurdo.

¿Se entienden las palabras de Pedro Sánchez sobre la tragedia de Melilla en un supuesto Gobierno de izquierdas?

No se entienden ni desde un Gobierno de izquierdas, ni desde uno liberal, ni desde un Gobierno que crea en los derechos humanos como quiero creer que creen la inmensa mayoría de los partidos políticos en los países occidentales. Es incomprensible y profundamente criticable que ni siquiera hubiera lamentado en un primer momento las muertes de esas personas. El problema con la inmigración va más allá de ideologías de derechas o izquierdas, es un problema mundial y del futuro y yo creo que ni la derecha ni la izquierda están preparadas para afrontarlo porque siguen ancladas en el Estado nación. Por tanto, cada vez que ocurre un drama de estas características se utiliza para hacer electoralismo barato.

¿Considera que esa actitud tiene algo que ver con el hecho de que se esté celebrando la cumbre de la OTAN en Madrid?

No tengo ni idea, no te puedo responder a eso porque ni siquiera tengo una hipótesis.

¿Qué debe esperar España de esa cumbre?

Prefiero no responder porque lo cierto es que no estoy preparado.

Los acuerdos de Minsk dibujaban una esfera de posibilidad y de ausencia de guerra que todo el mundo habría deseado que se hubiera mantenido

“Rusia es un viejo imperio que busca su lugar en el mundo, que se siente ninguneado y despreciado y ha encontrado en Putin su redentor”, es una frase de otro de sus artículos. ¿Ese orgullo herido es la razón por la que comenzó la invasión de Rusia en Ucrania?

Las razones son muchas. Lo que cito en el artículo es una charla del intelectual estadounidense John Mearsheimer y la opinión de Kissinger y de muchos analistas e incluso republicanos estadounidenses que dicen que la OTAN y occidente han jugado demasiado a provocar a Rusia o a no medir las posibles consecuencias que podrían tener sus acciones. El orgullo puede influir en las cuestiones de relaciones internacionales como también influye la percepción que tiene cada uno de lo que es su nación. Los acuerdos de Minsk dibujaban una esfera de posibilidad y de ausencia de guerra que todo el mundo habría deseado que se hubiera mantenido. Creo que elementos de la OTAN intentaron ir más allá y no vieron lo que podría ocurrir. Sin embargo, la responsabilidad política de la invasión es de Putin y de Rusia, una cosa no quita la otra.

De hecho, en ese artículo, a modo de conclusión, admite que a pesar de que occidente no tenga la culpa de la tragedia de Ucrania “no hemos estado a la altura de las circunstancias, que podrían haber sido muy distintas si se hubiera hecho política de otra manera”. ¿De qué manera?

De una manera realista que valorara las consecuencias reales de los actos que uno lleva a cabo. Es decir, los avisos durante años por parte de los analistas de que ataques como este podrían ocurrir no se han querido escuchar, no sé muy bien por qué razón. Cada uno tiene que asumir la responsabilidad de sus acciones, hacer algo de autocrítica y no refugiarse en el moralismo.

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