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8 de septiembre: dejar de mirar al mundo es hacer Extremadura más chiquinina

Protesta celebrada en marzo por los recortes de la Junta de Extremadura en el presupuesto de cooperación internacional para el desarrollo

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El 8 de septiembre se conmemora en nuestro país el día de las personas cooperantes, una maravillosa coincidencia que hace que los profesionales de Extremadura puedan celebrarse doblemente. A lo largo de los últimos años, cientos de jóvenes, y mayores se reconocían en esta profesión, probablemente una de las más bonitas del mundo, ahora en extinción como consecuencia de la Junta de Extremadura.

Desde 2015 se produjo un estallido de nuevas incorporaciones laborales mediante programas y proyectos que buscaban la profesionalización, la regeneración y la competitividad laboral de personas, sobre todo jóvenes, para fortalecer esta política que ahora está más en peligro que nunca. 'Berta Cáceres para Jóvenes Cooperantes', 'Jóvenes en Organismos Multilaterales', 'Jóvenes constructores de Paz' o 'Programa Mandela' son programas que hacían crecer una cantera numerosa con conciencia crítica, espíritu constructivo y conscientes de las problemáticas mundiales y el rol que Extremadura podía desarrollar.  

Ciencia, internacionalismo y justicia social han sido los grandes valores que todo este “ejercito de médicos del alma” ha ido sembrando durante años en más de 20 países del mundo. En ocho años, más de cinco millones, si, cinco millones de personas vieron cómo su dignidad era restituida, cómo sus oportunidades aumentaban, cómo su salud mejoraba, cómo su conocimiento y formación avanzaban, cómo la democracia de sus gobiernos se desarrollaba gracias a la SOLIDARIDAD EXTREMEÑA.

Pilar sufrió malarias en África llevando formación a mujeres en las tabankas agrícolas guineanas para que con la mejora de la agricultura y los beneficios económicos pudieran apoyar a esas escuelas que nunca llegaban, o lo hacían con dificultad, donde sus hijos e hijas crecían. Juan arriesga todavía su integridad, día tras día, en Líbano para ayudar a refugiadas de Siria que llegan solas con sus hijos de la mano. Luisa repartió, con temblores y el miedo de la familia en la distancia, vacunas del COVID en el Magreb masificado de migrantes que al mirar atrás solo veían un trayecto de muerte por la pandemia sumada a la ausencia de oportunidades. Los mismos que eran salvados por Laura desde el barco de rescate que patrulla constantemente por el Mediterráneo. Marisa sigue luchando en El Salvador para las mujeres puedan tener derechos al control de su propia sexualidad y su cuerpo en un país cada día más dictatorial. Toñi sigue robándole horas al día en la entrega de kits de supervivencia en la frontera de Colombia con Venezuela, recibiendo a las mujeres que huyen del hambre y el totalitarismo. Marina dejo su pueblo de la Campiña Sur para situarse al lado de las mujeres trans de Colombia, poniendo el cuerpo junto a sus cuerpos para evitar las torturas, la humillación y la desaparición mientras la paz sigue intentando abrirse camino en el país, contando con aquella ayuda que la Junta de Guillermo Fernández Vara le ofreció de la mano de las agencias grandes de Cataluña y País Vasco. Carlos desde la ONU en Nueva York no olvida aquella Junta de Extremadura que le dio la oportunidad de su vida, que insiste en devolver cada vez que puede, y hoy no es capaz de reconocer en este gobierno egoísta y ensimismado.

Hoy todo esto está desapareciendo. Hoy la cooperación extremeña esta en peligro de extinción. Una tierra que siempre miró al exterior para ver futuro, tiene hoy el primer gobierno de su democracia que solo se mira el ombligo constantemente, o en términos contemporáneos, mira su reflejo en ese ejército de mercenarios creadores digitales que ha sustituido a la nobleza de este otro que sembraba el bien en tantos países. Que una región como la nuestra renuncie a proyectar lo mejor de ella en el mundo es un suicidio muy poco inteligente, una política de corto plazo, o como se diría en nuestros pueblos: “pan para hoy hambre para mañana”. Hay que ser un gobierno muy infantil, muy irresponsable, muy necio o muy hipotecado por los totalitarios de extrema derecha para creer que se puede tener derechos y no tener obligaciones, incluso cuando éstas vienen recogidas en la última ley de la legislatura pasada que fue votada por unanimidad, incluido el Partido Popular que hoy niega la responsabilidad: Ley de Cooperación y Solidaridad de Extremadura.  

La política de cooperación internacional sigue avanzando en nuestro país. En los últimos años España ha triplicado su financiación. Una nueva ley más actualizada rige el rumbo de la solidaridad española. Instituciones como la AECID, Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, están a punto de ser renovadas y mejoradas mientras la AEXCID, la agencia Extremeña, anteriormente situada frente a frente contra Vox, agoniza a punto de desaparecer ante la incapacidad y la voluntad gubernamental de que así sea. Mientras las personas cooperantes de toda España se celebran con un Estatuto que regula sus derechos, y obligaciones, en Extremadura se temen despidos masivos de aquellos de más de 500 empleos durante aquellas dos legislaturas de avances se fueron creando, conscientes de un presupuesto récord que va a ver eliminado casi en su totalidad en menos de un año.

Pero este 8 de septiembre hay que celebrarse, y el valor de Pilar, de Juan, de Laura, de Marisa, de Marina, de Carlos merecen ser reconocidos, y con ellos los cientos que llevan la verde, blanca y negra por más de 20 países del mundo. Estos días escuchábamos que “la vergüenza cambie de bando”, y efectivamente ese feminismo al que siempre quiso aspirar la cooperación extremeña nos vuelve a enseñar el camino. ¡Cooperantes en pie con orgullo!. Sois lo mejor que esta tierra históricamente humillada tiene para que la vergüenza cambie de bando y se quede sola en la sede de la Presidencia de la Junta. Siempre habéis sido “nuestra mejor bandera en el exterior”. 

FELIZ DIA DE EXTREMADURA, FELIZ DÍA DE LAS PERSONAS COOPERANTES

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