Sánchez Adalid: “La dificultad, cuando es vencida, hace crecer a la humanidad”
El escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid, a quien el confinamiento le ha concedido un tiempo “más reposado y reflexivo” para elaborar su última obra, “Las armas de la luz”, considera que “la dificultad -en alusión a la pandemia- es vencida, hace crecer a la humanidad”.
“Deseo que esta situación pase y que muy pronto sea solo un mal recuerdo, pero, al mismo tiempo, sé que aprenderemos mucho, pues siempre ha sido así”, ha expuesto el también sacerdote en una entrevista concedida a EFE.
Su última novela, que califica como su “mejor obra”, consideración que, no obstante, deja al criterio de sus lectores, surge en un momento en el que, a su juicio, la cultura atraviesa “momentos difíciles”, pero se muestra esperanzado ante el hecho de que la lectura haya aumentado un 30 por ciento durante la pandemia.
Este confinamiento le ha permitido investigar una arista de algunas de sus novelas anteriores, pues entre las crónicas islámicas que consultó en su día “apareció” una de esas historias que “esperan a ser escritas” para ser conocidas: los catalanes saquearon Córdoba en los inicios del siglo XI, coincidiendo con el poder del Califato.
“Las armas de la Luz”
“Es un hecho histórico impresionante, pero inexplicablemente desconocido”, apunta Sánchez Adalid, que ha abordado este hecho histórico de forma fiel a lo ocurrido y sostenido con un “gran relato”, una novela con una estructura “sólida” en la que todo lo que sucede encuentre su sentido.
“Las armas de la luz” aborda lo ocurrido justo después de la muerte de Almanzor, que en el año 985 había saqueado y destruido Barcelona. “Los condes catalanes de la época nunca olvidaron el atropello, como tampoco el hecho de que los francos no les ayudaran, lo que supuso una ruptura con la monarquía franca y el comienzo de su nueva andadura”, ha explicado.
Su ocasión de “venganza” llegaría con la guerra civil que sufrió el califato cordobés, cuando los catalanes, tras reunir un gran ejército, descendieron a Córdoba para saquear “la que aún seguía siendo la ciudad más rica de Occidente”.
“He buscado que el lector sienta, piense y se emocione; mi intención es que se encuentre con una obra apasionante, como las novelas de toda la vida”, afirma el escritor.
A pesar de los saqueos, venganzas y conflictos bélicos por lo que se mueve la obra, Sánchez Adalid incluye en su relato “un mensaje: la paz es siempre la mejor opción, y la cultura y el conocimiento son la luz frente a la guerra”.
De hecho, remarca que esta novela es “un homenaje a los hombres pacíficos, buenos y conciliadores que siempre hay en todas las épocas frente a los violentos, belicosos y codiciosos”.
A su vez, esta novela, que pone fin a tres años sin publicar nada, permite al lector adentrarse en el perfil de numerosos personajes, como si de “una coral de múltiples protagonistas” se tratara, pues cada uno vive circunstancias y realidades diferentes.
Entre los personajes de la novela figuran dos mujeres, Ermesenda de Carcasona, quien cogobernó condados catalanes, y la condesa Ermengarda de Vallespir. Sánchez Adalid reconoce admiración por las mujeres de aquella época que estuvieron asociadas al gobierno, la administración y la cultura.
También aparece Riquilda, hija del “vizconde de Guillem de Castellbó”, quien representa en la novela, según el escritor, la “autonomía de la conciencia, la libertad y la búsqueda del propio itinerario vital”, algo que “era difícil para una mujer por aquel entonces, pero no imposible”.
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