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Geoparque Villuercas-Ibores-Jara un destino por sí mismo en Extremadura

Geoparque Villuercas-Ibores-Jara

Pilar Armero

Nadie se ha inventado el Geoparque Villuercas-Ibores-Jara. De hecho, hay fósiles con más de 600 millones de años que prueban que este destino único en Extremadura lleva muchísimo tiempo ahí. Un incendio que tuvo lugar en la zona en el año 2005 fue el que sentó las bases de lo que es hoy un enclave privilegiado a nivel internacional, avalado por el sello Unesco, un destino sin parangón en la comunidad autónoma que muchos eligen como lugar que visitar expresamente.

Fue a raíz de ese incendio de hace 11 años, cuando se puso en marcha un plan de dinamización turística entre administración y empresarios y empezó a utilizarse el término geoparque, recuerda Javier López, subdirector.

“Se empezó a trabajar sobre un proyecto que tuviera proyección internacional, que no fuera en contra de los modos de vida de la zona, que no dificultara continuar desarrollando la agricultura, la caza... En definitiva, que no fuera un veto y que contara con la connivencia de vecinos, empresarios y administración”.

Ese entendimiento entre las tres bandas es, en buena medida, el éxito del geoparque, un buen ejemplo y modelo de gestión que se está copiando incluso fuera de las fronteras extremeñas.

Al Geoparque Villuercas-Ibores-Jara le concedió la Unesco su aval en 2011, que fue cuando entró a formar parte de las Redes Europeas y Global de Geoparques auspiciada por el organismo internacional, y se lo revalidó en 2015 con la consideración de Geoparque Mundial de la Unesco. Títulos muy valiosos para su proyección, sin ninguna duda, pero que requieren un mantenimiento arduo para que no les sean arrebatados.

“Esto no es un título que se consigue y ya está sino que hay que mantenerlo”, apunta López.

Los Apalaches de Extremadura

Lo que hace único al Geoparque de Extremadura es la diversidad de paisajes, relieves y formas que se extienden a lo largo y ancho de los 2.500 kilómetros cuadrados que ocupa y que abarcan hasta 19 municipios de las comarcas de las Villuercas, los Ibores y la Jara. Su silueta que recuerda a los Apalaches es lo que le concede el nombre de relieve apalachiense, uno de los datos que mejor lo identifican entre el público.

Un destino con actividades de naturaleza, gastronomía, lúdicas y científicas para todos los públicos en el que todo se acompaña de la conveniente explicación. Por ejemplo, si se va a hacer escalada, el guía contará que se está practicando en un pliegue de tal época que se formó por tal motivo y lo mismo pasará si se practica senderismo o cualquier otra propuesta.

“Los empresarios han entendido que no se puede hacer lo mismo que se está haciendo en otros sitios y el público lo agradece”, apunta López.

Un matiz diferenciador, sin duda, que está haciendo crecer la presencia de un viajero que viene expresamente para visitar el geoparque, que tiene buena formación y en muchos casos relacionada con la ciencia y la educación. Buena parte llega desde Reino Unido, Países Bajos, Alemania y Francia y lo hace en invierno, buscando un clima más templado que el de sus países, lo que aporta un dato muy a tener en cuenta por lo que supone de favorecer esa desestacionalización del turismo tan necesaria para Extremadura. Tan importante como el que revela que muchos repiten visita.

En ese visitante se fija la vista para seguir creciendo, de manera que el perfil del Geoparque de Extremadura como destino turístico relacionado con la educación y la ciencia, es una de las líneas sobre la que se trabaja, igual que sobre la que marca el desarrollo sostenible que es la base de su éxito. Se centra la atención, también, en el turista chino amante de la naturaleza, con un movimiento de viajeros impresionante y con capacidad económica sobrada, que tiene en el geoparque extremeño y en los cuatro de China un cordón umbilical que hay que aprovechar. De hecho, esta primavera la Diputación de Cáceres ha viajado al país para conocer sus cuatro geoparques y sentar las bases de un hermanamiento que, antes de que se materialice, ya ha dado sus frutos porque los gestores del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara han sido invitados a hablar allí.

Una primera inmersión

No hay que pasar la oportunidad de conocer el Geoparque de Extremadura y para los no iniciados, la recomendación de una primera visita -a la que seguramente seguirán otras- es que se pase por el Centro de Recepción de Visitantes de Cañamero, en el que se explica qué es el Geoparque; por la mina y el museo del Centro de Interpretación de Logrosán y los miradores de Cabañas del Castillo, el Risco de las Villuercas y el puerto de Arrebatacapas, perfectos para entender la historia del geoparque.

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