El lince K2 apareció en un olivar a dos kilómetros de donde dejó de funcionar su radiotransmisor
El radiotransmisor del lince K2 dejó de emitir en la finca la Atalaya, en Valencia de las Torres, sin embargo su cuerpo apareció el 26 de agosto en la otra punta del pueblo, en un olivar situado a unos dos kilómetros, según ha podido conformar eldiarioex.
El agricultor que encontró el cuerpo del felino y que denunció los hechos creyó que el animal había muerto atropellado, ya que tenía una herida en la cabeza y otra en una pata. Sin embargo, la guardia civil sospechó desde el principio y por ello mandó realizar un análisis forense de los restos. Como ha venido informando eldiarioex, el análisis forense confirmó la muerte por envenenamiento utilizando como cebo un concejo.
Rastreando con perros
Nada más confirmarse el envenenamiento, la Guardia Civil rastreó la zona con dos perros adiestrados para detectar venenos. Curiosamente, esos dos canes fueron solicitados al destacamento de El Pardo en Madrid, el mismo destacamento al que el Gobierno extremeño regaló una unidad canina de este tipo hace tres años. Esta misma semana, tanto socialistas como IU han reprochado a la Junta que regalase esos perros que tal vez podrían haber evitado el envenenamiento de ese lince, una de las especies más amenazadas del planeta, o de otras especies protegidas.
Tres días de rastreo no aportaron pistas contundentes. Luego, ha continuado el trabajo policial registrando naves, interrogando a vecinos… pero de momento tampoco hay indicios claro que permitan aclarar este delito. Las sospechas apuntan a que el cebo de conejos envenenados en esa zona podría haber sido una trampa ilegal y delictiva encaminada a la muerte de zorros. A nadie se le pasa por la cabeza que la trampa de cebos envenenados fuera utilizada concretamente para acabar con alguno de los ocho linces que el pasado mes de junio fueron reintroducidos en esa zona.
El proyecto sigue
Mientras estos hechos delictivos siguen bajo investigación el proyecto para la reintroducción del lince sigue adelante. Los otros siete felinos parecen que se están adaptando bien a su nuevo hábitat. El entorno de Valencia de las Torres, algunas de las grandes fincas de la zona, siguen siendo su refugio, aunque hay una pareja que ha preferido emigrar hacia la comarca de La Serena. Igualmente, otro ejemplar intentó cambiar de aires y buscó acogida en los alrededores de Villafranca, pero fue reintroducido en el entorno de Valencia de las Torres.
Para evitar que los envenenamientos puedan seguir produciendo víctimas entre linces u otras especies protegidas, tanto organizaciones ecologistas como la oposición extremeña están demandando al Gobierno regional que ponga en marcha una estrategia anti venenos, ya que es una de las escasas comunidades del país que carece de ella pese a las numerosas especies protegidas que habitan en Extremadura.