Las mujeres en política
Voy a decir una obviedad. Esta legislatura, con un 39,4% de representación femenina en el congreso, es la cifra más alta desde 1979, lo más cerca de ser un reflejo de la sociedad de la calle que hemos alcanzado hasta ahora. Muchas personas piensan que esto de los cupos, y de la discriminación positiva es en realidad una injusticia. Muchas personas piensan que en realidad lo justo sería que las personas más capaces, o más buenas (yo me inclino más por las buenas personas) lograran la representación sin importar su sexo, ni su género. Y sí, eso sería lo ideal en un mundo perfecto, donde las personas fueran tan libres como para que la igualdad fuera real. Y sin embargo, cuarenta años no alcanzarán para que logremos construir esa sociedad perfecta en la que el sexo no importe para construirse como persona.
En el Día Internacional de la Mujer vamos a escuchar muchas consignas, vamos a ver muchos gestos y vamos a apreciar algunas incoherencias, como hacer talleres de maquillaje solo para chicas, o poner en los carteles claros signos sexistas que relacionan a la mujer con la división de roles... y es por eso, y por la publicidad, y por la presión social al estudiar, al madurar, al afrontar la maternidad, al envejecer. Es por eso que se hace tan importante para mí visibilizar el papel de las mujeres en la política. Pertenezco a un partido de los nuevos, de los que quieren regenerar la democracia, un partido de estructura horizontal donde todas las decisiones son participadas y que lleva en sus estatutos una carga ideológica que lo obliga a tener en sus cargos representativos al menos un hombre y una mujer, cuando no dos mujeres, es lo que se llama 50+. También en ese partido llevamos en los estatutos la defensa de los Derechos de los Animales y por supuesto, en el programa electoral esos derechos se hacen visibles en el capítulo de Derechos, no en ninguno otro. Y usted que me lee se preguntará ¿a qué viene esto?
“Estamos tan condicionadas por los valores masculinos que hemos cometido el error de emularlos al precio de nuestro propio feminismo” ( Petra Kelly). Desde hace algún tiempo, a la pregunta de “¿dónde están las mujeres en política?” respondo invariablemente “en la calle defendiendo a los animales.” También están en la calle defendiendo a las personas y a los árboles, pero es indudable que el movimiento animalista supera a cualquier otro en cuanto a participación activa de las mujeres.
Cuando supe que para una mujer maltratada en cuya familia hay un miembro animal (normalmente gato o perro) el tiempo de media para salir de esa relación se alarga dos años más, que si su familia estuviera compuesta solo por humanos, tomé conciencia de hasta qué punto las mujeres arriesgamos por amor. Hasta que punto, con o sin raciocinio por nuestra parte, nos vinculamos con la vida.Voy a decir una obviedad. El pensamiento patriarcal nos ha hecho creer que las mujeres no nos preocupamos de los asuntos de la polis porque dicen que para hacer política hay que estar en un partido político, sin embargo nosotras hacemos política cada día, desde hace años en la calle.
Claro que ahora, y que los hombres que nos acompañan no se sientan menospreciados por favor, que hemos llegado en mayor número a las instituciones estamos llevando adelante una revolución silenciosa que está cambiando el rostro y los presupuestos del estado a favor de la vida.
Si leen mi perfil, habrán visto que dice “ecofeminista” y se preguntarán qué es exactamente. Yo lo defino como ese movimiento cálido de liberación que busca la igualdad en comunidad, partiendo de la base de la ecodependencia, sabiendo que somos parte de la vida en el planeta, en un plano de igualdad, pero con mayor responsabilidad debido a esta extraña capacidad que tenemos para el pensamiento racional que nos hace discernir entre el bien y el mal. Y señalo pensamiento racional pues el otro pensamiento, el que está ligado a la emoción y al saber lo que nos hace felices, lo que nos angustia, lo que nos asusta o lo que nos relaja, ese lo compartimos con la mayor parte de las criaturas vivas del planeta (y digo la mayor parte para que la comunidad científica no me acuse de falta de rigor).
Este 8 de marzo les deseo ternura para lograr la revolución definitiva.