Fernández Vara, el forense sereno y fiel al PSOE
Guillermo Fernández Vara (Olivenza, Badajoz, 1958) deja la secretaría general del PSOE de Extremadura después de conocer el éxito y el fracaso en política, siempre sereno, fiel a su partido y empeñado en “diagnosticar” adecuadamente para diseñar el futuro de una región en cuyas posibilidades de desarrollo cree firmemente.
Después de 12 años al frente de la Junta de Extremadura, en dos etapas, y 15 como líder regional del PSOE, se marcha con un “eterno agradecimiento” a los extremeños y con el convencimiento de que Extremadura afronta un futuro trascendental.
Educado en los Jesuitas de Villafranca de los Barros (Badajoz), nieto de un fiscal e hijo de un magistrado del Tribunal Supremo, Fernández Vara, que obtuvo el número uno en las oposiciones a médico forense, estuvo afiliado en su juventud a Alianza Popular, un marchamo de cierto conservadurismo que siempre le ha acompañado, aunque él insiste en definirse como profundamente progresista.
Delfín de Ibarra
Casado y con dos hijos, su vida personal y política dio un giro de 180 grados cuando a principios de los años 90 su familia empezó a compartir vecindad y amistad con el entonces presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en la pequeña pedanía de Santo Domingo de Olivenza.
Vara, que entonces ya dirigía el Centro-Médico Forense de Badajoz, donde llevó casos tan mediáticos como el de la matanza de Puerto Hurraco, fue nombrado director general de Salud Pública y Consumo en 1995 para pasar ya a ser consejero de Bienestar Social, primero, y de Sanidad y Consumo, más tarde.
Delfín declarado de Ibarra, a pesar de no ser un hombre fuerte en el partido, en 2007 fue aclamado por unanimidad candidato a la Presidencia de la Junta de Extremadura ante los comicios que se iban a celebrar ese año y en los que logró su primera mayoría absoluta con el mejor resultado de la historia para el PSOE extremeño. “Siempre los hijos son mejores que los padres”, dijo entonces su mentor.
Éxito y fracaso en las elecciones
Fernández Vara ha hecho gala a lo largo de su carrera política de ser un hombre de consenso y de diálogo, incluso con mayoría absoluta, por lo que en su primera legislatura quiso pactar cuestiones de trascendencia para la comunidad autónoma, una actitud que en sus años de gobernante la oposición ha tachado, sin embargo, más de “postureo” que de realidad.
Se enfrentó en sus segundas elecciones a un fracaso que, según él mismo explicó, le enseñó mucho más que sus éxitos. En la primavera de 2011 el PSOE hubiera podido gobernar sin problemas con los tres diputados que obtuvo entonces una Izquierda Unida que decidió rebelarse frente a la dirección nacional y cobrarse con él todas las rencillas mantenidas con Ibarra en sus 24 años al frente de la Junta.
Con la abstención de los tres diputados de IU, José Antonio Monago logró ser el primer presidente del PP en Extremadura en 28 años de autonomía, y el médico forense, que podría haber vuelto a su plaza, decidió aguantar y “aprender” cuatro años en la oposición.
Fidelidad al partido
Guillermo Fernández Vara, que había defendido a la andaluza Susana Díaz en la disputa a la Secretaria General del PSOE en la grave crisis interna de 2016, apoyó a Pedro Sánchez cuando este finalmente ganó la partida.
A diferencia de otros barones, ha podido discrepar con el actual presidente del Gobierno y su Ejecutivo pero siempre en tono bajo, sin hacer mucho ruido y sin saltarse la disciplina de partido.
Dos nuevas legislaturas al frente de la Junta que pierde en 2023
Un año antes, en 2015, Vara volvió a ser presidente de la Junta al ganar nuevamente al PP, aunque sin mayoría absoluta, y fue capaz de gobernar sin grandes problemas, pues consiguió pactar sus presupuestos tanto con el PP como con Podemos.
Tras repetir con mayoría absoluta en 2019, la pandemia trastocó todos sus planes de poder acometer en esa legislatura una sucesión serena y sosegada en el PSOE extremeño y repitió como candidato a las elecciones del 28 de mayo de 2023, tras las que, en caso de derrota, según dijo días antes, abandonaría la política.
Su fidelidad a Sánchez fue muy criticada por la oposición en Extremadura y muchos creen que le pudo pasar factura en esta última cita electoral.
Aunque la lista socialista fue la más votada, con algo más de 6.000 sufragios que el PP, Fernández Vara no consiguió la fuerza suficiente para gobernar ya que populares y Vox sumaron 33 escaños, frente a los 32 de PSOE y Unidas por Extremadura.
Pese a la contundencia de sus palabras la noche electoral, cuando recalcó que había “fracasado”, y después de filtrarse que había solicitado el reingreso en su plaza de médico forense un día después, el PSOE comunicaba que la petición se dejaba en “suspenso” debido al nuevo escenario político que se abría con la convocatoria electoral de Pedro Sánchez para el 23 de julio de ese 2023.
Menos de 48 horas después de la cita con las urnas, Fernández Vara daba marcha atrás respecto a sus consideraciones de la noche electoral y, tras la reunión de la Ejecutiva Regional del PSOE, anunciaba que iba a intentar gobernar porque los socialistas habían ganado los comicios.
De hecho, semanas después, ante la falta de acuerdo en las primeras negociaciones entre PP y Vox, la presidenta de la Asamblea de Extremadura, Blanca Martín, le proponía como candidato a la investidura y fijaba las fechas del debate, pero finalmente Fernández Vara se retiró del proceso tras el pacto alcanzado por el bloque de la derecha.
Salto al Senado
Fue entonces cuando su carrera política comenzó una nueva etapa en Madrid al ser nombrado senador por designación autonómica y elegido vicepresidente segundo de la Cámara Alta el pasado agosto.
Tomaba así el camino de otros líderes políticos extremeños, como los populares Carlos Floriano o José Antonio Monago, quienes tras finiquitar su etapa autonómica dieron el salto a las Cortes Generales.
Antes de conocerse sus nuevas responsabilidades públicas, ya había adelantado que no sería jefe de la oposición y que en otoño se convocaría un congreso para elegir al nuevo líder del PSOE extremeño.
Fernández Vara, que desde finales de 2023 lucha contra un tumor de estómago, del que fue operado a primeros de este año, concluye su trayectoria regional convencido de que en política lo más importante es tener capacidad para hacer buenos diagnósticos y apunta que esta tiene que ser la principal condición de su sucesor al frente del PSOE.
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