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“Hay que tener un pie en las instituciones, y otro en la calle”: de activistas a diputados de Podemos

Los seis diputados de Podemos Extremadura, y la vicesecretaria regional, María Victoria Matas, celebran los resultados durante la noche electoral / FOTO:  CARLOS RAMOS

Jesús Conde

Tras la euforia del 24 de mayo, la resaca electoral ha durado poco entre las filas de Podemos. Los próximos seis diputados de la formación de Pablo Iglesias en la Asamblea de Extremadura pasan estos días metidos en la biblioteca y revisando hemeroteca. “Estamos estudiando concienzudamente el reglamento de la Asamblea, no queremos que nos manipulen”. 

Así lo explica Jara Romero, de 26 años, licenciada en Matemáticas, y una de las próximas diputados que tendrá Podemos en el Parlamento regional, por la provincia de Badajoz. Será la diputada más joven de los seis, “y posiblemente de toda la Cámara”, comenta.

Reconoce que no se imaginaba hace un año estar representado a Podemos en el asamblea. Viene de la lucha en las calles, donde ha participado en plataformas antidesahucios y movimientos sindicales y feministas. Ahora, desde el otro lado, se propone “ser la voz de la calle en las instituciones”. “Y se lo vamos a dejar muy clarito al resto de diputados”. “No permitiremos, ni caciquismos, ni corrupciones”, señala.

El sentir de Jara es parecido al del resto de sus compañeros. Ninguno se imaginaba meses atrás estar al frente de sus formaciones, como diputados en la Asamblea de Extremadura. 

El más conocido de los diputados es Álvaro Jaén, amante del mundo rural, de 33 años, es licenciado en Ciencias Políticas por la Complutense de Madrid, investigador en Análisis de Discurso Político Conservador por la Universidad de Extremadura. Señala que Podemos es consecuencia del ‘hartazgo’ de la ciudadanía hacia el bipartidismo. 

Pero junto a él llegan a la Asamblea de Extremadura más caras, entre ellas la de Irene de Miguel, de 34 años. Diputada por Cáceres, señala que ella y el resto de sus compañeros son políticos no profesionales haciendo política. “No entraba en mis perspectivas hace un año ser diputada, pero vengo parta transformar las cosas, y no me asusta”. 

Esta joven, residente en Guadalupe y madre de dos hijos, piensa que, como político, “hay que tener el pie en las instituciones, pero otro en la calle”. “Hay que saber mirar a la calle, nuestros políticos están muy alejados de los problemas de la gente”. 

Irene es ingeniera agrónoma y viene del mundo de la agricultura ecológica y el consumo responsable. Ha pasado por colectivos del mundo de la universidad, también ha estado en Extremadura Sana o la Red Extremeña de Semillas. Entró en Podemos a raíz de las elecciones europeas, cuando se conformó el círculo de Villuercas, “y donde veía que era necesario un mayor peso en Podemos del mundo rural”. 

Apuesta por un nuevo modelo productivo y sostenible, que contemple también la producción y la comercialización. Insiste en que la agricultura fija a las poblaciones en el mundo rural. 

Podemos ha pasado, de montar su estructura regional hace apenas cuatro meses, a estar dentro de las instituciones extremeñas. Muchos proceden de otros partidos o movimientos sociales. Estaban en el otro lado de la barrera, manifestándose contra los desahucios o la renta básica. Y ahora les toca votar estas cuestiones.

Este es el caso de Daniel Hierro, un joven de 30 años, licenciado en Historia, y próximamente diputado por Podemos, por Badajoz. Daniel se pone como propósito “llevar el mensaje de los movimientos sociales dentro de la Asamblea”. Se propone como meta “sacar” al PSOE de Guillermo Fernández Vara mayor número de derechos sociales y leyes en beneficio de los extremeños. 

Otro de ellos es Obed Santos, de 40 años, el más mayor de los diputados de Podemos, licenciado en Historia de América Latina, y técnico en sistemas informáticos. 

Ha militado durante años en el sindicato CNT, llegando a ostentar el cargo de secretario de acción sindical. También  ha estado presente en las protestas en contra de la LOU o el 0,7, y su objetivo en la Asamblea de Extremadura: “trasladar la voz de los movimientos sociales dentro de la Cámara, donde quiero cambiar las cosas”. 

Al resto de diputados de otras formaciones les traslada un mensaje: “que se pongan en la piel de la gente que no tiene para llegar a fin de mes, que antes de sentarse en la tribuna, y voten con botón, piensen en todos los ciudadanos que no han tenido la suerte de prosperar en la vida como ellos”. 

El último de los diputados, Eugenio Romero, de 34 años, biólogo. Actualmente en paro, ha  tenido una beca de investigación en la universidad y ha dado clases de guitarra, aunque es más conocido por su activismo. Miembro del Campamento Dignidad, señala que entra en la Asamblea de Extremadura con el con la filosofía de “mirar siempre por las necesidades de los más olvidados”. 

Uno de los debates que quiere reabrir estos cuatro años en la Asamblea, es precisamente el de la renta básica. Quiere agilizar los pagos, que llegue a más gente y muestra su desacuerdo con el importe que hasta ahora han recibido las familias, insuficiente a su juicio. Otra de sus batallas serán los desahucios. 

“Vengo con mucha ilusión y con mucha responsabilidad. Quiero cumplir las expectativas de la gente que me votó, y no lo voy a olvidar nunca”.

 

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