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Pueblos de veraneo en el norte extremeño: entre la desconfianza, y la necesidad del turismo

Los Pilones en la Garganta de los Infiernos, Valle del Jerte

Eduardo Palomo / Efe

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El norte extremeño recibe cada temporada estival a miles de personas desde distintos puntos de España, una avalancha positiva que deja riqueza y ayuda a combatir la despoblación pero que en tiempos de la Covid-19 genera desconfianza y, en algunos casos, incluso temor.

Un ejemplo lo encontramos en la pequeña localidad de Villar de Plasencia, al norte de Cáceres, un municipio de 235 habitantes, que durante los meses de verano triplica -en la segunda quincena de agosto llegar a cuadruplicar- esta cifra con la llegada de personas procedentes, en su mayoría, de Barcelona, Bilbao y Madrid.

Su alcaldesa, María José Pérez, ha asegurado que aunque algunos vecinos “están asustados”, de momento no han tomado ninguna decisión para afrontar un asunto que hasta ahora era visto con absoluta normalidad por parte de los habitantes de Villar, al tratarse en muchos casos de familias del pueblo que emigraron, pero que la COVID-19 ha convertido en un “problema en potencia”.

“En Villar de Plasencia no hemos tenido hasta ahora ningún caso de coronavirus y todo el mundo ha colaborado para que esto sea así y por eso muchos vecinos me están pidiendo que en verano no dejemos entrar a nadie de fuera, algo que, obviamente, no es viable”, ha dicho.

En Villar hay dos bares y tres alojamientos rurales para los que la temporada de verano es “vital” pero que también afrontan con desconfianza esta situación “que es nueva para todos y que va cambiando con el paso de las semanas y las fases de la desescalada”. ha agregado la alcaldesa.

Uno de los principales asuntos que en estos momentos se debate en el seno de la Mancomunidad de Trasierra Tierras de Granadilla, a la que pertenece Villar, es la posible apertura de las piscinas municipales el próximo de mes de junio.

“Yo voy a proponer que de momento no abramos, porque no es viable con el poco aforo que nos permiten; además, si nosotros abrimos y otro pueblo no, es posible que se produzca un movimiento adicional de personas entre poblaciones, algo que no ayuda para la prevención de la pandemia”, ha afirmado.

En Cuacos de Yuste, un municipio de 864 habitantes ubicado en la comarca de La Vera, la temporada estival también supone un fuerte aumento de su población, que puede llegar a las 3.000 personas, la gran mayoría procedentes de la Comunidad de Madrid.

Su alcalde, José María Hernández García, ha indicado que no arbitrará medidas especiales que no sea cumplir “escrupulosamente” con las obligaciones y las recomendaciones sanitarias de la desescalada.

“Se trata de un escenario cambiante y complicado, pero no me preocupa mucho ahora mismo, ya que consideramos que la forma de actuar está dentro de la responsabilidad única de cada persona”, ha apuntado.

En cuanto a la piscina municipal, Cuacos tiene previsto abrir las instalaciones al público el 1 de julio, quince días más tarde de un año normal.

“Lo que no vamos a acondicionar este año son los charcos de la garganta en un intento de evitar aglomeraciones. El que quiera ir lo hará, pero nosotros invitamos a la gente que no lo haga”, ha señalado García.

Por su parte, en Jerte, que durante el verano duplica sus 1.260 habitantes debido a la llegada de veraneantes procedentes en su gran mayoría de Madrid y País Vasco, tampoco se tiene previsto adoptar medidas extraordinarias para hacer frente al verano.

La única excepción será solicitar a las familias que lleguen al pueblo que, de forma voluntaria, aporten sus datos al Consistorio con el fin de poder realizar un seguimiento sanitario de las personas que vengan de fuera, una información que se compartirá con la Guardia Civil y el Centro de Salud “únicamente con el objeto de cuidar y proteger a toda la vecindad”, ha señalado el alcalde, Gabriel Iglesias.

El primer edil tiene “muy claro por el momento” que la piscina municipal no abrirá al público “ya que resulta inviable, porque habría más gente trabajando que bañistas”.

En cuanto a la piscina natural, una de las más visitadas de la comarca del Valle del Jerte, Iglesias ha indicado que se va a adecuar con vistas a “ver qué ocurre en las siguientes fases de la desescalada, pero mucho me temo que nos llegará el mes de agosto antes de abrir al baño”.

“Lo tendremos todo preparado para cuando se autorice su uso”, ha apuntado.

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