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El aristócrata, su excavadora y la destrucción de una iglesia visigoda

Puerta de acceso oeste y espadaña, lo único que queda en pie de la iglesia de Santa María de Brovales.

Santiago Manchado

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El conflicto entre la protección de un bien común y el derecho a la propiedad privada ha desembocado en la pérdida de una iglesia visigoda que además era un bien protegido. Hay quien lo define como un “atentado” y una “amputación” del patrimonio histórico de Extremadura.

La iglesia de Santa María de Brovales se levanta, o se levantaba, en una extensa finca de Jerez de los Caballeros (Badajoz), propiedad de la sociedad agroganadera Las Veranas. El administrador es Ignacio José Bernaldo de Quirós Loring, pero hasta finales del año pasado lo fue su padre, Francisco Bernaldo de Quirós y Fernández de Córdova, que ostenta los títulos de vigésimo marqués de Bacares y vigésimo tercer conde de la Puebla del Maestre.

Por el entorno hay varias rutas que atraviesan o pasan cerca de algunas fincas, entre ellas Las Veranas. Los senderistas tienen la oportunidad de observar vastas extensiones de encinas y alcornoques, que conforman la dehesa extremeña, ganado vacuno y porcino y también el numeroso patrimonio histórico y cultural que tiene Jerez de los Caballeros en su término municipal. Entre este patrimonio, una de sus joyas más conocidas y apreciadas era la iglesia de Santa María de Brovales.

Hace unos días una excavadora arrasó el edificio y solo quedó en pie, como puede comprobarse actualmente, la puerta de acceso oeste y la espadaña, de época barroca. El domingo, durante una de esas rutas, algunos vecinos y senderistas dieron la voz de alarma y al día siguiente el Ayuntamiento y agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil se desplazaron hasta Las Veranas para comprobar y valorar el daño que, según la alcaldesa, Virginia Borrallo, probablemente se produjeron en el contexto de unas obras ilegales que ya se han paralizado. “Nos encontramos los sillares apilados en el suelo e incluso una columna con muescas de la excavadora, pero el guardés de la finca nos contó en un primer momento que los daños habían sido producto de las últimas lluvias, algo imposible de creer”, relata a elDiario.es/Extremadura.

Tanto el Ayuntamiento como la Unidad de Protección del Patrimonio de la Junta de Extremadura han elaborado sendos informes con una valoración de los daños. Es la Guardia Civil la que investiga esta actuación contra el patrimonio, y que también incluye la “desaparición” de un yacimiento romano, denuncia la alcaldesa.

El arqueólogo Víctor Gibello, delegado en Extremadura de la asociación Hispania Nostra, explica que la iglesia tiene “una dilatada secuencia temporal” y, a falta de trabajos arqueológicos, se estima que la parte más antigua del templo es de época visigoda. La Orden del Temple construyó un oratorio y con el paso del tiempo se fueron haciendo varias reformas.

El valor del edificio

La ermita está incluida en el catálogo municipal de inmuebles de valor artístico, histórico, y arquitectónico y dentro del Catálogo de Bienes Protegidos, con Categoría A, grado 2 - Elemento singular de interés prioritario de la Junta de Extremadura. En su ficha explica que se conservan los restos de un edificio arruinado, del que destaca la portada abocinada de estilo gótico, con sucesivos arcos apuntados y fábrica de granito, y la gran espadaña barroca levantada sobre la fachada principal, lo único que queda en pie.

La Consejería de Cultura también describe que en el interior sobresalen “los arcos fajones apuntados, las bóvedas de medio punto y de cuarto de esfera, algunas gravemente arruinadas”. Son también de interés los acabados pintados de sus muros y techos, decorados con motivos geométricos y representaciones figurativas, entre ellas las de personajes religiosos, que pueden fecharse entre los siglos XVII y XVIII.

El inicio de su declive se relaciona con las desamortizaciones de la primera mitad del siglo XIX, cuando buena parte de los bienes de la Iglesia y órdenes religiosas fueron subastadas por el Estado y adquiridas en la mayoría de los casos por particulares, “que los dotaron de nuevos cometidos, no siempre respetuosos o compatibles con la conservación de los inmuebles y obras de arte”.

La protección de la que goza el inmueble permite llevar a cabo obras de consolidación, conservación, restauración y reforma restringida, pero siempre con un permiso previo, tanto del Ayuntamiento como de la Junta. El arqueólogo Víctor Gibello afirma, incluso, que los propietarios de estos bienes, que son “patrimonio de todos”, tienen la “obligación de conservarlos y sostenerlos”.

Carta de disculpas

Pero este “atentado premeditado y organizado”, según palabras de Gibello, ha ocupado espacio incluso en medios de comunicación internacionales. Quizás por esto o quizás por un sincero arrepentimiento, Ignacio José Bernaldo de Quirós Loring ha enviado una carta a la alcaldesa de Jerez de los Caballeros donde muestra su pesar por los hechos y se ofrece a colaborar en la restauración de la iglesia, “si es que eso es posible”, señala Virginia Borrallo.

Para Gibello, se ha cerrado una página de la Historia que es “irrecuperable porque ya cualquier reconstrucción será ficticia”. Por ello alerta del numeroso patrimonio rural que tiene Extremadura, “alguno en buen estado y otros en unas condiciones pésimas”.

A través de un comunicado, la Real Academia de Extremadura ha lamentado la situación y se ha ofrecido a colaborar en la conservación y puesta en valor de “nuestro rico patrimonio”.

También con el objetivo de proteger el patrimonio histórico y cultural de Jerez de los Caballeros, el Ayuntamiento acaba de aprobar una moción para que se haga un estudio urgente sobre el estado de los bienes inmuebles situados en el término municipal, se tomen las medidas necesarias para conservarlos y se lleven a cabo “acciones de sensibilización y concienciación dirigidas a propietarios o titulares de derechos sobre bienes inmuebles integrantes del patrimonio histórico y cultural y a desarrollar una campaña divulgativa con el fin de implicar a toda la ciudadanía en su defensa y puesta en valor”.

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