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Extremadura se vuelca con los 600.000 refugiados palestinos atrapados en Siria, los grandes olvidados

Campo de refugiados palestinos de Yarmouk en Damasco. / UNRWA

Jesús Conde

No son producto mediático y nadie se acuerda de nombrarles cuando se pronuncia la palabra refugiado. Se trata de 600.000 palestinos y palestinas que permanecen refugiados en Siria, en mitad de un conflicto donde han resultado ser los grandes olvidados.

La cooperación extremeña se ha volcado con estas personas desde el verano pasado con dos programas centrados en los perfiles más vulnerables. Personas enfermas con diabetes o patologías respiratorias y cardiovasculares. También para paliar los problemas de alimentación.

Su vida en los barrios de Damasco no ha sido fácil si se tiene en cuenta que llegaron a estar completamente sitiados durante 18 meses. Los problemas alimentarios y sanitarios se 'cronificaron' y puede hablarse sin sensacionalismos de la desaparición de toda clase de animales domésticos de sus calles para combatir el hambre. Una muestra de la situación de extrema necesidad por la que han pasado.

La Agencia extremeña de Cooperación al Desarrollo (AEXCID)(AEXCID) ha puesto en marcha dos programas específicos dirigidos a la población refugiada palestina en estos barrios según explica el director de la agencia, Ángel Calle.

Si antes tenían unos altos niveles de integración, ahora no hay ningún gobierno que les ampare. Y ya se sabe que en tiempos de ‘vacas flacas’ cualquier foráneo no es bienvenido. Lo que explica que se vean ante situaciones de extrema pobreza y una doble o triple discriminación.

Por este motivo Extremadura ha impulsado allí dos proyectos de 200.000 euros cada uno con el UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos. El motivo de la elección de esta agencia es que son los únicos que acceden donde no llega nadie.

Uno de los proyectos se ha basado en la mejora de las condiciones higiénicas de la población desplazada dentro de los barrios y otro ha permitido actuar de urgencia ante la alerta alimentaria. Explica Ángel Calle que la agencia seguirá apoyando a los y las refugiadas palestinas en Siria, aunque también impulsará proyectos similares en la franja de Gaza.

Actuación en Líbano y los Balcanes

En materia de ayuda directa en origen la agencia ha subvencionado además otro proyecto de Entreculturas en Líbano. Es un país al borde del “colapso administrativo” porque tiene cuatro millones de habitantes y de ellos 1,2 millones es población refugiada siria.

“Están comenzando a verse desbordados. Con ellos se estableció una intervención alimentaria con los menores que estaban llegando, intervenciones inmediatas para su incorporación al sistema público libanés”, detalla el director de la AEXCID. Su importe ha sido de 200.000 euros.

La cooperación con sello extremeño también actuó ante la llamada humanitaria que hizo Farmaceúticos Mundi tras el cierre de fronteras de Croacia y Hungría, lo que provocó que hubiera gente refugiada ‘atascada’ en Serbia. Fue una propuesta de actuación inmediata donde fueron entregados 20.000 euros para el reparto de kits higiénico-sanitarios que fue montado repartido en cuestión de horas.

La frontera sur de España

Uno de los proyectos más interesantes se encuentra precisamente en la frontera sur, con quienes intentan acceder a España desde Marruecos tras un interminable éxodo, algunos desde el Medio Oriente y otros desde África.

Es un proyecto de CEAR financiado por la AEXCID, reconocido y utilizado como ejemplo en otras situaciones fronterizas que ha llegado hasta los puestos fronterizos de Ceuta y Melilla. Lo interesante es que se trabaja con las organizaciones locales marroquíes que tienen los primeros contactos con todo el flujo de población siria que está llegando, pero sin excluir todo el flujo de población subsahariana.

El objetivo ha sido garantizar el derecho de asilo de la población, el mayor problema de esta crisis según explica Ángel Calle. Así el trabajo consiste en que 'capacitarles' para que conozcan la tramitación de asilo y el proceso, con el objetivo de que cuando los refugiados y refugiadas lleguen a los puestos fronterizos de España accedan al derecho al asilo.

Una vez que España lo admite, las autoridades tienen la obligación legal de amparar a alguien durante 6 meses o un año, hasta que se conceda el estatuto del refugiado o no.

Una de las consecuencias más directas ha sido la disminución del tráfico de personas. “No pones en riesgo sus vidas, no se ven obligados a utilizar pateras o cayucos”. Y en el caso de que pudieran acceder a España, aunque finalmente no lograran el estatuto de refugiado, como entran con tramitación burocrática no se convierten en personas con una situación administrativa irregular. “No se convierten en lo mal llamado ilegales, de manera que incluso pueden acceder a la sanidad en aquellas comunidades 'ultraconservadoras' que no se lo permiten”.

Un proyecto “muy bien armado” en todo el norte y la costa de Marruecos para el que la agencia extremeña ha destinado 150.000 euros.

¿Es correcto hablar de ‘crisis’ de refugiados?

La respuesta de Ángel Calle es que no. “Llamamos una crisis por un error de concepto, porque una crisis es cuando en Sudán hay 200.000 personas que se trasladan a la frontera de Egipto en tres meses, y que tiene su fin”. Es decir, que la crisis tiene un inicio y un final, “y por lo tanto no es correcto utilizar ese concepto porque esto no se va a terminar ni en 10 ni en 20 años”.

Ante la problemática que sufren aboga por un cambio sustancial en las políticas en materia de atención y cooperación para las próximas generaciones. “Ni es una crisis ni son refugiados (siguen huyendo), es una tragedia humanitaria sin precedentes y lo que se persigue es garantizar a esta gente tenga su derecho, algo que no se está cumpliendo ni en Grecia, ni en Turquía, ni en Sicilia”, critica.

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