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‘Fiebre del cobre’ en el suroeste de Badajoz, la polémica entre proyectos sostenibles o perjudiciales

Mina de cobre en Río Rinto / I. Blanchart.

Jesús Conde

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El cobre es un material imprescindible en la vida cotidiana. Se considera el tercer metal más importante después del hierro y el aluminio. Está presente en las viviendas, en los aerogeneradores de energías renovables o en nuestros vehículos.

Es por tanto un metal estratégico que ha encontrado un filón por explotar en el suroeste de Badajoz. Allí el grupo Sacyr dispone de hasta 20 permisos de investigación. En su mayoría son estudios previos, consistentes en el sondeo de cuadrículas mineras que evalúan el potencial del subsuelo y su rentabilidad.

Las excavaciones recorren el denominado ‘anticlinorio’ Olivenza-Monesterio, un gran pliegue de 100 kilómetros de largo muy rico en este material, y que tiene su epicentro en Alconchel. Es un municipio que presenta una mayor concentración de material.

El proyecto de Alconchel

Bajo el nombre de 'Gato montés' el proyecto se viene gestando desde hace más de una década y sigue su tramitación, pendiente de la declaración de impacto ambiental desde la Dirección General de Sostenibilidad. La Junta elude emitir una valoración sobre este y el resto de proyectos mineros. Aclara que se limita a su tramitación de acuerdo con la normativa vigente.

La subida del precio del mineral y la demanda mundial hacen rentables unos proyectos bajo una ‘fiebre del cobre’ que no está libre de polémica. La comarca está dividida entre quienes defienden que son sostenibles, que respetan las normas y el entorno, y los que denuncian que una mina a cielo abierto a las puertas de casa será perjudicial para las personas y el medio ambiente.

Para el acalde, el socialista Óscar Díaz, generará empleo y supondrá un cambio de paradigma capaz de revertir el fenómeno de despoblación y fijar población.

Alconchel es un pequeño municipio ligado al sector primario que ha perdido población en la última década. Ahora cuenta con menos de 2.000 habitantes. En este contexto defiende que será un revulsivo para una zona que nunca estuvo industrializada. De modo que traerá ‘más pros que contras’, dice.

Las voces en contra

Sus detractores se han organizado en una plataforma ciudadana que advierte de las similitudes que guarda con la mina de litio de la ciudad de Cáceres, por encontrarse también a las puertas del pueblo.

Alerta de que una mina a cielo abierto es insostenible para la vida de una población que tendrá que convivir con el polvo en suspensión, procedente de las micro voladuras necesarias para extraer el material. También con una balsa de lodos “que podría alcanzar el tamaño de la de Aznalcóllar”, la mina en la que se produjo el desastre ecológico de Doñana dos décadas atrás.

La Plataforma 'Alconchel sin minas' apunta a una ‘guerra’ del agua como consecuencia del gran volumen de líquido que se necesita para su funcionamiento.

Ángel Vicente, miembro de la plataforma ciudadana, afirma que es un proyecto que necesita captar hasta 25 veces más agua de la que consume la localidad. Así alerta de los posibles efectos sobre el entorno, como la desertificación y el deterioro de una comarca que comparte frontera con Portugal desde el gran lago Alqueva. A los vecinos lusos miran también a la hora de organizarse y pedir la paralización.

La respuesta de la promotora

Sacyr, la empresa promotora, aclara que la mina es de cobre, con una mínima presencia de oro. Señala que no producirá lingotes de oro o planchas de cobre, sino concentrados del material que posteriormente serían trasladados a otras plantas para su transformación química o fundido. Será “un proceso sencillamente mecánico” según transmite Ismael Solez, director de geología y de exploración del grupo empresarial.

En torno a la cercanía con el pueblo dice que estaría a una distancia suficiente “para que no haya ninguna alteración en la vida social y económica en la zona”. También que la mina está custodiada por dos cerros que funcionarán a modo de pantalla, que evitarían cualquier tipo de impacto.

Asimismo, sobre el uso del agua, dice que pondrán en marcha un circuito cerrado a través de la creación de una presa con una capacidad de 500.000 litros. Un agua que se obtendría de la lluvia y de otros medios “sin que el resto de la población sufra por ello, sin afectar para nada a la población”.

El empleo y la mina

Uno de los puntos más sensibles corresponde a las oportunidades de empleo que se pueden generar en una zona con altos índices de paro.

El capital de inversión directo de la mina es de más de 100 millones según Sacyr, que eleva su efecto económico hasta 520 millones de euros. Estima que pueden generar unos 145 empleos directos, a los que se sumarían otro medio millar indirectos.

La empresa apunta a unos impuestos por valor de 17 millones de euros a lo largo de la vida de la mina, prevista para 10 años, teniendo en cuenta todas las escalas impositivas: desde el ayuntamiento el estado. Señala también a unos salarios por valor de tres millones por año en una zona sin industrializar, “de modo que es un gran chute de inversión social”.

“Ojalá podamos redefinir más reservas para que sigan más proyectos y que Alconchel sea el punto de partida de la industrialización. Sería el eslabón industrial del que partiría este ambicioso plan”, señala el responsable de la empresa promotora.

En torno a esta cuestión Ecologistas Extremadura, otro de los grupos que se posiciona en contra, defiende que existen unas “falsas expectativas de empleo”. Mira a los trabajos que se podrían restar a causa de la destrucción de los sectores que mueven la economía local, como el agroalimentario y el turístico.

Señala al caso de la mina Aguablanca, en el término de Monesterio, propiedad de Valoriza Minería --también del grupo Sacyr--. Allí el cierre de la planta de níquel ha obligado a la Junta y la Diputación a poner en marcha un plan de empleo y de rescate de toda la masa de trabajadores que se han ido a la calle.

Ecologistas Extremadura y la plataforma ciudadana muestran su preocupación también por las aguas de la balsa de lodos, que “pueden acabar en el lago Alqueva y las zonas fluviales en los momentos e lluvia”. Otro asunto polémico es la apertura de una escombrera y la altura que alcanzaría a muy pocos metros del castillo de Miraflores, uno de los emblemas de Alconchel.

En respuesta a estas críticas Sacyr lanza un mensaje de ‘tranquilidad’ e incide en que les mueve una responsabilidad social y ambiental y sostenible, “bajo el garante de ser una empresa internacional”.

Señala que las voladuras serán medidas y en ellas se reduce el ruido, el impacto sonoro y las vibraciones. “Se ha estudiado la distancia que tiene respecto al castillo de Alconchel, la distancia respecto al pueblo y sus placas fotovoltaicas”.

Subraya que es un proyecto serio que se ha hecho teniendo en cuenta todas las exigencias marcadas por la administración. Según comenta la vida de la mina incluye un plan de restauración y el aval de que existirá una restitución de todos los trabajos, con una inversión por valor de 5,8 millones.

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