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Antonio Otero, autor de la primera novela sobre la Guerra Civil y la última entrevista a Lorca, reeditado y rescatado

Antonio Otero Seco. Fotografía cedida por la editorial Libros de la Herida

elDiarioex / Alfredo Valenzuela / Efe

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La reedición de la novela “Gavroche en el parapeto. (Trincheras de España)”, prácticamente “inencontrable” desde 1937 y considerada la primera que se escribió sobre la Guerra Civil, será presentada este viernes en la localidad extremeña natal, Cabeza del Buey, de uno de sus autores, Antonio Otero Seco, y el próximo martes en Badajoz, después de una primera presentación hecha este miércoles en Sevilla.

Otero Seco le hizo también la última entrevista al poeta Federico García Lorca, en julio de 1936, antes de que éste partiera a Granada donde fue asesinado por los golpistas, aunque a petición del entrevistado no la publicó en ese momento sino al año siguiente con Lorca ya fusilado.

Escritor, periodista, republicano, Otero es coautor según la editorial Libros de la Herida de una novela planteada como el diario apócrifo de un oficial, fusionando así la crónica y la ficción.

Arranca como una obra de espías para contar los antecedentes del golpe de Estado. De esta forma, “nos conduce a los escenarios donde se dirimía la contienda y a sus protagonistas, que luchan por sobrevivir con dignidad en un contexto tan aciago como ineludible. La narración incorpora algunas de las crónicas de Otero Seco para Mundo Gráfico, en el que se incluye el el relato de la rebelión en Sevilla de Antonio Salgado, también amigo y socialista exiliado”.

Este viernes 22, a las 20 horas en la biblioteca municipal Casimiro Barbado de Cabeza del Buey, será la presentación de esta tercera edición (la novela se publicó en 1936 con reedición en 1937) a cargo de José María Gómez Valero, poeta y editor de Libros de la Herida; Antonio Otero San José, artista plástico e hijo del autor, venido desde Francia adonde se exilió su padre en una fuga en 1947 (había sido encarcelado por el franquismo), y Nazaret Serrano, profesora e investigadora.

Cuatro días después, el próximo martes 26, la presentación de la novela escrita por Otero Seco junto al andaluz Elías Palma, también poeta y republicano, tendrá lugar en Badajoz, Real Sociedad Económica de Amigos del País (calle San Juan, 6), a las mismas 20 horas, con saludo del director de la sección de historia de la Sociedad, Miguel Naranjo, y palabras de David Eloy, editor y poeta; Francisco López, estudiante de la Uex, y también Nazaret Serrano.

Amigo de Chaves Nogales

El extremeño Antonio Otero Seco es de esos escritores que no por desconocido complica la labor del periodista a la hora de buscar titulares, ya que si por un lado fue el último que entrevistó a Federico García Lorca por otro fue coautor de la primera novela sobre la Guerra Civil española publicada, en el mismo 1936, en el bando republicano y ahora reeditada por vez primera, escribe Alfredo Valenzuela de la agencia Efe sobre estas presentaciones.

Escrita y firmada con su amigo Elías Palma, republicano, masón y periodista como el propio Otero Seco, la obra se titula “Gavroche en el parapeto (Trincheras de España)” y es una mezcla de novela y de reportajes de trinchera como los que los propios autores publicaron en la prensa de Madrid durante la contienda.

Gavroche es el nombre de un muñeco que, en la novela, los milicianos arrebatan al enemigo, pero es también, y sobre todo, un personaje de “Los miserables”, un pícaro, un pillete que en la novela de Víctor Hugo se dejó matar heroicamente sobre una barricada del París revolucionario.

Para esta edición del sello sevillano Libros de la Herida que ya publicó hace dos años la poesía completa de Antonio Otero Seco, se ha empleado la segunda edición de “Gavroche en el parapeto”, de abril de 1937, que es la que da cuenta de la primera, de la que no se ha conservado ningún ejemplar.

Amigo de Chaves Nogales y habitual del suplemento literario de “Le Monde” durante sus últimos años de vida, Otero Seco escribió, junto a Palma, una novela que mantiene el tono de las crónicas y reportajes que ambos publicaron en “Mundo Gráfico” y “La Verdad”, como también hicieron otras novelas de la Guerra Civil como “El asedio de Madrid”, de Eduardo Zamacois o “Diario de guerra de un soldado”, de Vicente Salas Viu.

Dedicada al general Miaja y al coronel Vicente Rojo, distinguidos como defensores del Madrid republicano, la novela describe los momentos más duros de la vida en las trincheras y exalta el valor y heroísmo de los milicianos como tales hijos del pueblo, además de numerosos casos de heroísmo femenino, desde las muchachas que voluntariamente llevan agua a los combatientes de la línea de fuego a la joven que salva a cinco niños manejando una ametralladora.

Los autores de la obra advierten al lector en las primera páginas de “Gavroche en el parapeto”:

“Esto no es una novela ni un libro de reportajes, aunque en puridad puede ser cualquiera de estas cosas, si aceptamos la definición stendhaliana de que 'una novela es un espejo paseado al borde de un camino' y la definición moderna del reportaje: 'ver, oír y contar'. Pero en el sentido corriente de estos dos casilleros literarios, este libro no es un reportaje ni una novela. Para lo primero le sobra intimidad; para lo segundo le falta fantasía”.

Y rematan esa adventicia con estas palabras: “Es, sencillamente, la impresión de unos hombres que han vivido la guerra en las propias trincheras. Nada más.”

Si Otero Seco conoció la guerra desde sus primeros compases en el frente de Madrid, su amigo y colega Palma se estrenó también en los primeros días con la columna minera que, desde Huelva y cargada de dinamita, trató infructuosamente de desplazar a las tropas del general Queipo de Llano, adueñadas de Sevilla.

Como profesor universitario y crítico literario, Otero Seco consagró su exilio francés a defender la literatura y la cultura españolas, de modo que otro de sus hijos, el pintor Mariano Otero San José (fallecido en 2019), dejó escrito que él conserva la nacionalidad española “por convicción y por fidelidad a la memoria” de sus padres, y añadió: “No puedo olvidar que mi padre se autodefinía como español, liberal y republicano”.

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