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Chévere: el teatro irreverente de un Premio Nacional que choca con las instituciones

Xesús Ron, de Chévere

Marcos Pérez Pena

La compañía de teatro Chévere debe abandonar la localidad de Teo (A Coruña) en la que había trabajado los últimos años como compañía residente porque el Ayuntamiento se niega a renovar el concurso público que los liga. Chévere, Premio Nacional de Teatro en 2014 y con una trayectoria de más de 30 años sobre los escenarios, es la compañía gallega con mayor proyección en toda España y acumula docenas de premios con producciones en las que prima el compromiso social, la innovación de formatos y el relato sobre el presente. Citizen (2010), sobre el proceso de crecimiento de Inditex, o Eurozone (2013), acerca de la crisis financiera, son dos ejemplos de ello.

En 2012, Chévere ya tuvo que abandonar la ciudad de Santiago de Compostela por el cierre de la Sala Nasa, que le servía de espacio de ensayo y programación. El año anterior había accedido a la Alcaldía el Partido Popular, que criticaba desde mucho antes el trabajo de la compañía. Teo, a escasos kilómetros de la capital de Galicia, los acogió como compañía residente, unos años en los que Chévere llevó a cabo una intensa actividad creativa y de relación con el entramado cultural y asociativo de la localidad.

Las elecciones municipales del pasado mes de mayo no supusieron un cambio en la Alcaldía de Teo, que siguió ocupada por Son de Teo, una de las mareas locales de Galicia, próxima a Anova. Sin embargo, el resultado electoral les obligó a un pacto de gobierno con el PSOE, que ocupó el departamento de Cultura. Una de las primeras decisiones de la nueva responsable de la Concejalía de Cultura fue no volver a convocar el concurso público que debería dar continuidad a la relación Chévere con Teo, a pesar de que sus socios de gobierno de Son de Teo si que se mostraban a favor de renovar la residencia.

Chévere lamenta no haber podido despedirse de la ciudadanía de Teo y señala lo negativo de la desaparición “de una convocatoria pública innovadora, que contribuyó a transparentar las relaciones entre las empresas culturales y la administración”. “Nosotros no tenemos mayor interés en avivar la polémica, pero nos parece que una cuestión como ésta debe salir al debate público. A veces se toman decisiones políticas apresuradamente, sin reflexión de ningún tipo y quedan como escondidas en el nivel más local”, explica Xesús Ron, uno de los integrantes y fundadores de la compañía.

No parecen buenos tiempos para la estabilidad de los proyectos culturales realizados en colaboración con una administración pública. En marzo Chévere estrenará en Madrid la obra 'Curva España', realizada en coproducción con los Teatros del Canal. El equipo directivo del espacio de teatro madrileño  acaba de ser cesado. Ron relaciona la situación de su grupo con estas destituciones, que dice, se producen, “a pesar de que los últimos tres años han llevado a cabo un proyecto con unos resultados espectaculares y con un gran posicionamiento del teatro en el contexto europeo, y con unos índices de ocupaciones altísimos”. “Lo que nos está pasando a nosotros está conectado con el desmantelamiento de los teatros públicos en Madrid”.

“Lo sucedido en Teo muestra la dificultad que existe en Galicia y en España para consolidar espacios estables en el medio cultural y también la propia fragilidad de los proyectos culturales”, destaca Xesús Ron. “Sobre todo lo que nos da es la dimensión de la irresponsabilidad con la que se toman las decisiones en política. Porque creo que lo sucedido tiene que ver más con la irresponsabilidad de algunos políticos y no con la parte teatral, porque creo que tanto en Santiago como en Teo nosotros hicimos nuestro trabajo en la parte teatral y enseñamos los resultados de forma transparente”, dice.

¿Qué pierde Chévere con esta decisión? “Perdemos algo que es muy importante para la compañía, que es el contacto y la interacción con el tejido social. La residencia en Teo nos estaba permitiendo cumplir esa vocación de que el teatro tenga una utilidad y una proyección social”, destaca Ron. Sin embargo, para Chévere el perjuicio se extiende al conjunto del sector escénico gallego. “Aquí se había encontrado una solución jurídica para enmarcar las relaciones entre una compañía de teatro y un ayuntamiento. Detrás de esa fórmula y de esos pliegos técnicos había mucho trabajo, fundamentalmente por parte de los servicios técnicos y jurídicos del Ayuntamiento de Teo”, señala. “Era el único concurso que dibujaba un marco jurídico para una compañía residente no solo en Galicia, sino en toda España, una fórmula que en ninguno otro sitio se usó con tanta contundencia, claridad y transparencia”, añade.

“Aquí termna el último proyecto que había en activo de compañía residente, justo cuando se cumplen diez años de la convocatoria de compañías residentes que había hecho la Xunta en 2009, que había sido una convocatoria muy potente e innovadora. Nosotros tratamos de mantener este proyecto, pero hemos llegado hasta aquí”, concluye.

La decisión de la Concejalía de Cultura de Teo fue de inmediato celebrada por el PP local, que en los últimos siete años no había dejado de criticar la presencia de la compañía en la localidad y la aportación económica que realizaba el municipio. “Parece que el PP tiene una fijación con nosotros que nos va llevando de un lado para otro. Tienen este hábito de utilizar siempre el dinero como arma arrojadiza, porque supongo que saben que para su electorado funciona, y por eso no tienen ninguna vergüenza en mentir y confundir cifras”, critica Ron.

Chévere ha defendido el beneficio que su trabajo en Teo reportaba para los habitantes de este municipio de unos 20.000 habitantes. “Hay una parte de elementos intangibles, que son más subjetivos, pero hay que tenerlos en cuenta, como son la proyección y el prestigio que la propia presencia de Chévere hacía del propio Ayuntamiento de Teo y de su política cultural. La valoración que se hizo en Galicia y fuera de Galicia del trabajo que estaba haciendo Teo siempre fue enormemente positiva, y así lo reconoció el propio jurado que nos dio el Premio Nacional de Teatro”, destaca. “Y después hay elementos más tangibles: por un lado está la programación generada. Podemos preguntarnos qué coste tendría, a precio de mercado, la programación que Chévere hizo en Teo en estos años, y el coste casi triplica el dinero que puso el Ayuntamiento”, añade.

¿Cuál será el futuro inmediato de Chévere? La compañía afirma que en los últimos días ha recibido ya una gran cantidad de invitaciones para ir a ver espacios en otros ayuntamientos, como Ames, Brión u Outes. “Hay sueños que todavía tenemos, cosas que son perfectamente posibles, como poder disponer de un teatro propio. Pero cada vez lo vemos más lejos”, dice Ron. “Somos conscientes de las dificultades de encontrar un espacio así y que a nivel administrativo estuviera disponible. Además, hoy por hoy las condiciones políticas no parecen las más apropiadas para comprometerse en un proyecto estable, a medio o largo plazo”, añade.

“Estamos concentrándonos más en dotarnos de un espacio de trabajo modesto, más pequeño, pero que al menos salve la posibilidad de desarrollar una labor comprometida y exigente y que permita trabajar de forma digna. Algo que sea más que un local de ensayo, un centro de recursos escénicos que nos de servicio a nosotros, pero que también permita trabajar a otros creadores y que sirva de catalizador la otras actividades y proyectos, como fue la Berberecheira en Teo”, comenta.

“Empieza a costarnos pensar en algo como definitivo. La propia naturaleza del teatro es muy nómada, muy de deambular de un lado para otro. A lo mejor todo esto es un castigo divino por ir contra la naturaleza del teatro, tratando de fijarnos en un sitio y de implicarnos en nuestro entorno, en lugar de asumir que tenemos que ir de aquí para allá todo el tiempo”, concluye Xesús Ron.

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