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A Coruña: Del primer gobierno del PP al empacho de 'Pokémon' y corrupción

Fachada del ayuntamiento de A Coruña

Miguel Pardo

Hace ahora cuatro años, y justo un día antes de las elecciones municipales, el Deportivo descendía a Segunda División tras más de veinte años ininterrumpidos en la máxima categoría del fútbol español. Un día después, el PP conseguía por primera vez ser la lista más votada en la Coruña y alcanzar la mayoría absoluta que le daba el gobierno por primera vez. Después de seis mayorías absolutas de Francisco Vázquez y tras un bipartito entre PSdeG y BNG, Negreira se convertía en alcalde en una ciudad deprimida por la derrota de su mayor referente deportivo. Cuatro años más tarde, el equipo blanquiazul volverá a definir su futuro un día antes de los comicios y el actual alcalde intentará revalidar un gobierno que, segundo todas las encuestas, sólo podría lograr con el apoyo de alguna otra fuerza de la derecha.

Las encuestas no prevén mayoría absoluta y el panorama político en la ciudad poco tiene que ver con el de hace cuatro años. La irrupción de la Marea Atlántica, a la que las encuestas sitúan con posibilidades de encabezar la alternativa con un 20% de apoyo, provoca que Carlos Negreira no rechace pactos con casi nadie. Sólo la plataforma ciudadana y el BNG parecen excluidos de un posible acuerdo que el PP incluso abrió al PSOE. Pero es a Ciudadanos a quien los populares se aproximan, conscientes de que es seguro que necesitarían su apoyo para mantenerse en el sillón de mando.

Pero no todo parece tan fácil. La corrupción que afecta a buena parte de los anteriores miembros del gobierno local e incluso integrantes de la lista popular podría ser un obstáculo insuperable para este posible acuerdo si Ciudadanos cumple con sus promesas. De hecho, una denuncia por acoso laboral puede resultar determinante ahora. El pasado martes, la juez declaró como imputadas a las concejalas Rosa Gallego y Begoña Freire, que repiten en la candidatura. Y el partido de Albert Rivera se ha comprometido a no pactar con ninguna lista que incluya imputados.

Imputados ha habido muchos. Y Julio Flores, número dos del PP local en estos últimos cuatro años y teniente de alcalde de Negreira, es el más señalado. El regidor lo dejó caer y ya no va en la lista electoral, una decisión que dijo ser “personal”. Pero los investigadores de la operación Pokémon -y de su rama coruñesa, la Pikachu- insisten en señalar una red de presunto “tráfico de influencias” en el Ayuntamiento durante los últimos cuatro años canalizada a través, precisamente, de Flores. Las últimas informaciones hechas públicas sobre los datos encontrados en los ordenadores municipales muestran el intercambio de currículums, recomendaciones y agradecimientos con un único objetivo: los enchufes y favores personales a través de empresas públicas o contratadas por la administración local. Y de por medio, oscuros casos de detenciones irregulares, acoso y noticias falsas.

La juez De Lara implicó a Negreira en la “agencia de colocación” de “enchufados” con la que definió a la trama. Sospecha que los enchufes de Julio Flores tenían el “consentimiento” del alcalde e investiga posibles delitos de “tráfico de influencias y soborno” e incluso aclara que el número dos del gobierno local tenía una “lista para contratar” y que “no actuaba aisladamente”, sino con el “conocimiento” del regidor.

Ha sido uno de los grandes escándalos que ha marcado los últimos cuatro años en una ciudad que saltó a los medios estatales e incluso internacionales por varios conflictos alrededor de los desahucios. El intento de desalojo de la anciana Aurelia Rey, paralizado por la ciudadanía activa y por un bombero, Roberto Rivas, que se convirtió en símbolo de la rebeldía al negarse a colaborar con los lanzamientos, asumir la sanción e implicarse luego en la lucha del Ofimático. Allí también la gente actuó para detener el derrumbe de una polémica urbanización que amenaza con acabar de destruir San Vicente de Elviña, uno de los últimos núcleos rurales que queda en la ciudad.

Las movilizaciones por aquellos desahucios -pero también inmensas manifestaciones contra los recortes o por la huelga general- rompieron con los tópicos de una ciudad que salió a la calle como nunca lo había hecho. Como también en aquel 15M previo a la victoria de Negreira, cuando el Obelisco fue ocupado durante semanas por los indignados.

De aquel 15M o del Nunca Máis dice surgir la Marea Atlántica. El que presume de ser el mayor espacio de confluencia estatal y que reúne a siete partidos en su apoyo (desde Podemos hasta Compromiso por Galicia pasando por las fuerzas de AGE) dio su último golpe de efecto esta misma semana con el abarrotado mitin en el que Pablo Iglesias, Yolanda Díaz o Antón Sánchez mostraron su apoyo al aspirante a alcalde, Xulio Ferreiro, profesor de la Universidad y sin afiliación partidaria, que lidera la que dice llamarse “candidatura de la gente de lo corriente, del 99%”.

Es la Marea la gran irrupción en esta campaña, tan diferente a la de hace cuatro años. La plataforma ciudadana aspira a liderar el cambio a la espera de un PSOE que parece luchar también por ese liderazgo de la alternativa y de un BNG -activo y elogiado incluso por el PP por su trabajo y compromiso con la ciudad y sus luchas- que puede ver reducido su apoyo ante la lista de confluencia, pero que aspira a ser clave. Poco parecido a aquel mayo de 2011, excepto que el Deportivo sigue luchando por escapar del infierno de Segunda y que Francisco Vázquez decidió volver a apoyar el candidato socialista... de Lugo. En A Coruña, ni están ni lo esperan. Algunos prefieren que ni se pronuncie.

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